Claudio Orrego, candidato que quiere impulsar una gran reforma urbana para hacer ciudades más justas y sustentables, las tapizó con gigantografías en las que afirma orgullosamente que cree en Dios. Longueira hizo lo mismo afirmando que quiere “un Chile más justo”, mientras Bachelet anuncia que quiere más igualdad y que se terminen los abusos. Al ver estas groseras imitaciones de la imagen de Big Brother uno no sabe si Claudio Orrego es candidato a Obispo, ni si Bachelet y Longueira inician una carrera de humoristas o buscan la primera magistratura del país. Cuesta descifrarlo.
Hablando de abusos, Bachelet abusa de nuestra paciencia al decir que quiere terminar con los abusos. ¿Se refiere a los abusos contra el Pueblo Mapuche? ¿Insinúa que no habrá más allanamientos a las comunidades Mapuche ni más asesinatos como los de Catrileo, Cariqueo y Mendoza Collio? Tal vez quiere decir que no se abusará de nuestro medio ambiente y que no aprobará otras 42 termoeléctricas en menos de cuatro años…
Dudo que esté hablando del abuso de las Isapres, de las AFP, de las empresas de la educación y la salud, o de los abusos laborales. Lo dudo porque esos abusos cotidianos y sistemáticos no aparecieron por generación espontánea en estos últimos meses: son los pilares del Chile que la Concertación, la Alianza y los grupos económicos han construido durante las últimas décadas. ¿Recién ahora Bachelet se da cuenta de estos abusos? ¿No son los mismos abusos que vimos cuando ella fue presidente? A Bachelet, los “pingüinos” ¿le dicen algo?
Como recuerda Felipe Portales, Bachelet tuvo mayoría parlamentaria para haber «sustituido el Plan Laboral, las AFP, las ISAPRE, la ley de universidades, el sistema tributario, y un largo etcétera en materias económico-sociales; además del decreto-ley de amnistía y la ley antiterrorista». Sin embargo, nada de aquello ocurrió. Bachelet profundizó la precariedad laboral de los trabajadores, particularmente la de los jóvenes. Perfeccionó los viciados sistemas de AFP e Isapres, consagró el lucro y el ingreso de la banca privada en el sistema de educación superior e hizo aún más regresivo el sistema impositivo.
¿De qué abusos está hablando Bachelet? Si su definición de abusos es tan particular, ¿Cuál será su concepto de igualdad? ¿El de Lagos que quería «crecer con igualdad» pero cuyo gobierno registró la peor desigualdad en nuestra historia? Gobierno del que Bachelet fue ministro…
Por abusar… Bachelet abusa hasta de las palabras, como abusa el candidato Longueira.
¿Qué entiende Longueira por “Un Chile más justo”? ¿Una democracia de verdad o una en la que el vencedor está designado de antemano como ocurre hoy con las trampas institucionales impuestas por su referente Jaime Guzmán? Quizás sugiere una economía más justa, en la que los grupos económicos no exploten a la sociedad como han hecho durante los últimos cuarenta años. Cuesta descifrarlo. A Longueira y a sus seguidores no les bastó con 17 años de dictadura y 4 de Piñera para hacer “un Chile más justo”. ¿Ineficiencia? El candidato que vive en el condominio más caro del país pero «(…) ha dedicado su vida a la construcción de una derecha social y popular» también tiene un diccionario trucho. Y no lo digo sólo por eso de la «derecha social y popular».
¿A qué juegan estos candidatos con sus slogans? ¿Son algo más que slogans?
Con la política invadida por las lógicas del mercado, vaciada de contenido, con partidos que son meras oportunidades de negocio, no practican política sino lobbying, no reflexionan sino que le pagan por eso a los «think thanks», y alejan a los ciudadanos de la política para garantizar una «gobernabilidad» que eterniza el modelo.
¿A quién le extraña que esta primaria parezca un reality show? ¿Alguien cree aún que los realities no están amañados? ¿De verdad hay incertidumbre sobre los resultados del tongo de las primarias?
Hay curiosas coincidencias entre nuestro sistema político y el mundo de la farándula. Y no es sólo el bailongo de los candidatos. Ambos mecanismos fueron creados para vestir una ficción como realidad. En el caso de las primarias, se tratar de mostrar que los ciudadanos participan. ¿En qué? La política parasitaria les ofrece la posibilidad de elegir entre Concertación o Concertación, y entre Alianza o Alianza. Como quedó en evidencia en los insípidos debates, entre los candidatos no hay diferencias sustantivas. Entre los seis.
Los candidatos a la candidatura, y las primarias, son parte de un tongo que busca hacer creer que el sistema político se está democratizando. Mientras se mantiene incólume el sistema electoral binominal, la ley de partidos de Pinochet, la ley de financiamiento de partidos que posibilita que éstos sean comprados por los grupos económicos, el Tribunal Constitucional, los quórums parlamentarios imposibles, y un largo etcétera.
¿Candidatos a qué?
Por Salvador Muñoz K.
Presidente de Izquierda Unida