Por Jean Flores Quintana
El Ciudadano
El 26 de enero de 1969, a las 3 de la madrugada, alrededor de 300 familias se toman el Fundo La Bandera, que en aquella época pertenecía a la comuna de La Granja, actualmente corresponde a San Ramón. Militancia y organización popular marcan desde el principio la lucha por la vivienda digna en los sectores empobrecidos.
Desde mediados del siglo XX el flujo migratorio campo-ciudad agudiza las contradicciones del sistema capitalista. El 31 de octubre de 1957 se marca un punto de no retorno en la lucha popular por la vivienda con la toma de La Victoria, primera ocupación de terrenos organizada en Latinoamérica.
A finales de la década del 60, en Chile gobernaba Eduardo Frei Montalva, el principal referente político e ideológico de la Democracia Cristiana local. La Revolución en Libertad, en el papel, se situaba como un camino alternativo en el contexto de la Guerra Fría. Sin embargo, en los hechos, más de la mitad de su campaña presidencial de 1964 fue financiada por la CIA para frenar el avance de Allende. Por cierto, la derecha no tuvo problemas en bajar su candidatura tal que permita el libre ascenso de Frei. De esta manera, el caso chileno era objeto de interés internacional.
Bajo este escenario viaja a nuestro país el principal rostro del humanismo cristiano europeo, Aldo Moro, dos veces primer ministro italiano, quien mantuvo a Occidente en vilo durante casi dos meses tras su secuestro y posterior asesinato en mayo de 1978. Nota al margen es que la dirigencia de su partido se negó a negociar la liberación a pesar de la intervención papal.
Pues bien, meses antes de la elección que mediría en las urnas al proyecto de la Revolución en Libertad contra La Vía Chilena al Socialismo, llega a Chile este ícono mundial del centrismo para apoyar a Radomiro Tomic. Frei prepara una serie de encuentros y actividades que den cuenta al líder europeo del progreso nacional. Y en esa dimensión, las callampas que bordeaban la Gran Avenida eran incompatibles con la imagen de prosperidad que se pretendía proyectar. La Operación Sitio fue la política del gobierno democratacristiano para erradicar los asentamientos ilegales, al menos los que más comprometían la visión impoluta que pretendía la clase patronal.
Así es desmantelado el campamento del Parque Subercaseaux, frente al municipio de San Miguel, cuyas familias son disgregadas en diferentes poblaciones, entre ellas Santa Adriana, La Legua y Santa Elena. Sin embargo, en los tiempos de Salvador Allende, Luis Corvalán y Miguel Enriquez la politización del campo popular alcanzó niveles sin precedentes. De esta manera, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria ejecutó un contundente trabajo organizativo de base con los desalojados de San Miguel.
“En el transcurrir de este tiempo (1969) ya habíamos elaborado un programa mínimo para nuestras luchas por la vivienda y derechos poblacionales, aumentado la membresía mirista y ampliado nuestra labor social y popular en la zona”. (Boletín Miguel Enriquez, enero, 2005).
De este modo, con una conducción política liderada por el MIR y un grupo de pobladores convencidos del camino a seguir, el 26 de enero del 69 se toman los terrenos e inician una larga lucha por la dignificación de la vida. La organización del campamento implicaba un complejo sistema de funcionamiento:
“Jefe de Campamento; Comisión de Toma; Comisión de medios y recursos; Grupo de autodefensa, seguridad y guardias (Milicias Populares); Organización de la olla común; Organización de Mujeres; Grupos de Salud; Trabajo de inteligencia y acercamiento con soldados y carabineros; Comisión de relaciones; Asamblea Popular y Galpón (local de reuniones); Educación y Formación política, cultural e historia; Trabajo con Sindicatos obreros, Clubs deportivos y Estudiantes (Comisión de Crecimientos y Frentes externos). Con esta organización y con la consigna de ¡Casa o Muerte! nos lanzamos a ocupar los terrenos. (Boletín Miguel Enriquez, enero, 2005).
En tres oportunidades intentaron ser desalojados por las fuerzas represoras del Estado, pero cuando un colectivo abraza una convicción, en la misma lucha se encuentran las fuerzas. La resistencia popular de La Bandera también enfrentó al Tirano. Es en esta misma Población donde llega el Papa Juan Pablo II, y escucha en voz de Mario Mejias;
“Le agradecemos su visita a Chile en este momento tan difícil. Creemos que usted tendrá un mensaje para que los poderosos dejen el orgullo y el egoísmo y nos dejen de matar en las poblaciones y nos traten como hermanos de verdad”.
A 55 años de la ocupación de terrenos en el fundo La Bandera, la vivienda digna sigue siendo el derecho más lejano para las familias en Chile. En aquellos tiempos, el relato para justificar la carencia habitacional decía relación con el flujo migratorio desde los campos, en nuestros días la culpa es de la migración.
No obstante, el problema radica en que el sistema está diseñado para excluir a los pobres, condenandolos a la marginalidad política, social y económica. Durante toda la historia de Chile, la clase patronal se ha forrado con los recursos naturales, la privatización de derechos y el esfuerzo de los trabajadores. Vivimos tiempos de pulperías modernas, donde las tarjetas de créditos son las fichas para el canje de pan, ropa y arriendo. De la casa propia ni hablar.
Estamos frente a una generación ampliamente preparada académicamente, o al menos la que tuvo a más personas con más tiempo dentro de una sala de clases. Sin embargo, para muchos sub 40 es impensado adquirir una vivienda. El mercado del suelo, construcción e inmobiliario hacen imposible siquiera soñarlo.
En este Chile, donde el suelo mínimo es de $460.000, un arriendo para una familia de 4 personas promedia los $380.000; la canasta básica familiar es de casi $70.000; en transporte un trabajador gasta al mes cerca de $150.000, y todo esto, sin contar luz, agua, gas e internet. En simple, en el Chile actual la plata no alcanza para vivir. La mitad de los trabajadores gana menos del sueldo mínimo y ¾ partes de este se va en el ítem vivienda.
Recordar la gesta de la Población La Bandera en este 2024 es pensar un futuro distinto ante un presente tan egoísta, atravesado por los valores capitalistas. Recordar lo que hicieron quienes nos antecedieron, la generación de nuestros padres y abuelos nos entrega luces del qué hacer.
Sea cual sea el camino que defina el pueblo, este debe ser con organización y solidaridad entre los que estamos abajo. Esto es ellos contra nosotros, es clase explotada contra explotadores.