Ya han salido los números de la Encuesta Casen, por cierto decepcionantes, preocupantes, lapidarios, pero esperados por muchos de nosotros, no en el sentido de lo que hubiéramos querido, para nada, eran esperados desde la más pura lógica, es que con este sistema económico neoliberal impuesto en un gobierno ilegítimo y amparado por los gobiernos de la Concertación mucho más no se puede pedir.
En su última edición este mismo periódico hablaba del drama del endeudamiento, no exagero al hablar de drama, el endeudamiento ha causado divorcios hasta gente que desde la clase media paso a vivir en la más terrible de las miserias, seguramente un gran porcentaje de esos 350.000 nuevos pobres llegaron a su situación actual atrapados en las hirientes garras de las multitiendas y su arma más efectiva, las tarjetas de crédito y la publicidad, la tentación consumista que, cuál serpiente en el árbol del Edén llama al Adán y a la Eva clasemedieros a morder la venenosa manzana que les es ofrecida.
Claramente los resultados de la encuesta Casen ya empiezan a ser utilizados por el oficialismo para atacar al gobierno de Bachelet, curioso considerando que las ideas neoliberales que defienden con entusiasmo, tesón y un claro oportunismo fueron las que ocasionaron una crisis económica que todavía generan dolorosas secuelas a nivel mundial y que fue aprovechada por el mismo presidente Piñera para aumentar su ya jugoso patrimonio.
Es cierto que el gobierno de Bachelet tampoco fue un gran aporte para mejorar esta realidad, pero mi crítica no va a ser la misma de la derecha, ya que ellos hablan desde la idea de que esta realidad es producto de una mala aplicación del sistema que ellos defienden a ultranza, mi crítica apunta a que las políticas económicas de Bachelet no fueron más que un simple asistencialismo que no amenaza nada estructural, sino que son pequeños salvavidas para algunos en un mar donde los ahogados son demasiados.
Si hay algo que agradecer a Bachelet es que se notó un poquito más de preocupación social que en los otros gobiernos de la Concertación, solamente un poquito, porque en lo demás tuvimos a un ministro de Hacienda de corazón neoliberal como Andrés Velasco, un hombre de Washington que llegó al ambiente del arco iris entre gallos y medianoche; no lo conocía nadie en la política, además de la militancia de su padre en el antiguo Partido Radical, llegó a Hacienda por sus contactos en el mundo de los negocios y sus amigos del lobbismo concertacionista, desde ahí trajo a la denunciada empresa Wal-Mart y gestionó la llegada de Chile a la OCDE, del que solo se habló de sus supuestos aspectos positivos y nadie mencionó la terrible dependencia económica que traía de la mano por las directrices que impone este organismo.
Por cierto que no hay mea culpa, ni de la derecha que lógicamente va a aprovechar de seguir defendiendo el sistema y de paso destruir las pocas ventanitas abiertas durante el gobierno de Bachelet, ni de la Concertación por haber amparado este sistema inmoral, donde el único valor es el de la competencia y el individualismo disfrazado de libertad; parafraseando a Los Prisioneros en su canción ‘Ultraderecha’:
Libertad! Para vivir en la miseria ¡Libertad!
Para morir en la cárcel por deudas. ¡Libertad!
Para torturar al esclavo ¡Libertad!
Para proteger al millonario ¡Libertad!
Para globalizar el hambre ¡Libertad!
Sólo queda decir que la ciudadanía espera respuestas más allá de las que ofrecen aquellos que toman del cóctel que les ofrece este sistema, y es un guante que debe recoger la izquierda, desde el corazón, con visión nacional y compromiso.
Por Ricardo Álvarez S.