Cero Tolerancia Racial

Villegas: homofóbico, racista y con micrófono abierto

Cero Tolerancia Racial

Autor: Wari

Villegas: homofóbico, racista y con micrófono abierto.

Otro domingo en que debemos tolerar la intolerancia de Fernando Villegas.

Dice ser sociólogo pero Pinochet cerró las escuelas de sociología así que lo más probable es que se esté haciendo el José Joaquín Brunner [1].

Trabajó de publicista, como Salfate [2], y después entró por la ventana a la TV como el reportero bufón de la época a “Domicilio Conocido”, programa del once, en esos tiempos propiedad cabal de la Universidad de Chile.

Villegas representaba a los jóvenes inconformistas, su cabellera importaba más que sus pocas ideas. Daba lo mismo, el programa lo conducía Ricardo Israel y lo secundaba Carolina Rosseti, Villegas no debía hacer nada más que peinarse, o despeinarse.

Recuerdo cuando el invitado al programa fue Piñera, antes de su affair radio Kioto-Claro-Matthei[2]. El neurótico empresario devenido en congresista hablaba como cocainómano angustiado, es decir, no sólo por los ademanes y las gesticulaciones insulsescas sino porque no usaba jamás un punto, menos un punto aparte, y sólo habló estupideces. Rosseti e Israel esperaban el paso de los minutos para sacar a tamaño pelmazo del estudio. Villegas, en cambio, hablaba con Tatán como un antiguo amante abandonado por mutuo consentimiento[4].

Como publicista ya sabía que la cola había que moverla, y cómo, al que paga los cheques.

Quien dude que Chile es un país generoso sólo vea el caso de Villegas.
Es tomado por intelectual, para los imbéciles es incluso el único intelectual del país, y peor aún es tomado por inteligente y culto.

Para Antonio Gramsci un intelectual era quien realizaba tareas opuestas a las del obrero. El junior de la oficina es un intelectual, al menos para Gramsci. Sólo hablando desde esa tesis podríamos considerar a Villegas rotulado según lo que aparenta o dicen de él los pazguatos.

Quienes no conocen a personas que hagan de la reflexión su vida reaccionan con ese antiintelectualismo yanqui apapafritado que peyoriza, o peor, confunde al oro con el plomo, es decir, a un intelectual con Fernando Villegas. Creen que manejar un wolkswagen o no peinarse es sinónimo de pensar, y peor, de pensar profundo.

Tan generoso es este país que el susodicho hasta ha escrito un par de librecitos, de esos que no sirven ni para nivelar pianos dos años después de editados. Puede decir lo que quiera, con total impunidad en TV y en La Tercera, puesto que siempre sus intereses se confunden con el de los ricos.

Cuando arroja una cita erudita no es más que un plagio de la última novela histórica best sellers que lee, si Carlos Peña habla de Theodor Adorno a los que creen que es un adorno [5] Villegas sólo sabe de la escuela de Frankfurt por lo que ha leído de Carlos Peña o lo que le dijo algún profesor en los tiempos que era compañero y compinche de Lucía Pinochet.

Sólo conociendo al infame podemos comprender las arcadas que le produjo las declaraciones de “Ramiro” mientras sus entrevistas obsecuentes a Pascal Allende, Max Marambio, Lucía Pinochet, Roberto Thieme [6], Alejandro «Jalandro» Peña [7], lo llevaron por poco al orgasmo en vivo y en directo.

Villegas nunca ha cometido la imprudencia de argumentar a favor de los desposeídos o en contra de los poderosos, es más, su especialidad consiste en golpear arteramente en el suelo a los ya caídos.

Y si triunfa no es por su argumentación sino que por su antológica prepotencia. O por lo que dijo una vez Rafael Gumucio [8] por ser de izquierda o de derecha semana por medio lo que confunde al adversario.
Pienso que más que ganar Villegas por méritos propios, o por sus sofismas, o su impudicia, vence porque hasta hoy no le sientan al lado a alguien que realmente tenga las bolas en su sitio y lo muela a trompadas importándole un comino que los empresarios, a quienes les lame el miembro, lo sequen en la cárcel. Un intelectual que se precie recurre a los puños si es necesario, el resto sólo puede decirse puñetero.

Que un burdo espécimen, un primate superior con aspavientos de intelectual, pueda ser considerado un pensador habla del estado lamentable de nuestra cultura.

RACISMO DE POCA MONTA

Por mientras Chilevisión insiste en su “revolución Darwin” (así que no crea que la derecha se dedica solo a los crucifijos, quieren tener cuerda para rato), Villegas trata en horario prime al pueblo Mapuche de ser una invención de los activistas y que el mapudungun lo inventaron para fomentar el turismo en la Araucanía.

Este tipo de declaraciones son inaceptables dentro de un régimen democrático, en un país medianamente decente estaría compareciendo en los tribunales por incitación al odio racial y negación de los atributos de una cultura.

Da asco contemplar la hipocresía de quienes censuran una columna, al columnista y al editor, por las quejas de la comunidad judía (léase, comunidad JUDIA) quien le imputa ser “antisemita”.[9]

En primer lugar si es que puede existir una comunidad judía ésta nada tiene que ver ni con una nación, ni con el estado de israel, ni menos con una raza. Los judíos son quienes profesan una religión, son libres de hacerlo, en Chile hay libertad de cultos. Los judíos no son, o no deberían ser, más que los mormones o los maradonianos, insisto, no son ni un pueblo ni una raza.

Por eso es abusivo que se quejen imputando antisemitismo. Según el antiguo testamento Sem es uno de los tres hijos de Moises por lo que, desde su mitología, tanto ellos como los palestinos son semitas. Cuando le llaman antisemitismo al antijudaísmo no hacen más que hacer propaganda sionista, es decir, insistir en la falsificación histórica que confunde mito con realidad.

Reitero: ¡LOS JUDÍOS NO SON NI UNA RAZA NI UN PUEBLO!

La diáspora es un mito, no existe ningún vínculo original entre los judíos rusos, los etíopes y los alemanes. El hebreo es un idioma inventado, el origen común es una leyenda sionista. Se junta todo esto en un caldo para justificar la usurpación del territorio palestino por parte de colonos europeos de religión judía desde finales del siglo XIX hasta la fecha.

En cambio, los mapuche sí son un pueblo, sí tienen su religión, su cultura, su origen en común, hasta una raza, algo que para los tiempos que corren es toda una proeza.

Desde el racismo buena onda hablan de una cosmovisión, vulgar traducción de un término germánico piedra angular del racismo. Falso, los mapuche no tienen cosmovisión o bien, todos la tenemos. Los mapuche tienen una CULTURA, al igual que nosotros, al igual que los israelíes.

Esa cultura, merece un respeto, merece su reconocimiento, merece el respeto a su autonomía.

Negar la existencia del pueblo mapuche es un crimen de lesa humanidad.
Villegas no sólo ha incurrido en esa aberrante negación además ha llamado al exterminio mapuche por la vía de la criminalización y la anexión forzada, culturización incluida, es decir una nueva “pacificación” de la araucanía. Eso se llama genocidio, incitación al genocidio.

Da asco que la negación a un pueblo inventado como el judío traiga grotescas consecuencias legales mientras que ningunear a un pueblo real, que vive en casi todo el país pero en especial en el Wallmapu, a seiscientos kilómetros al sur de Santiago, quede en la más absoluta impunidad.

En Tolerancia Cero, el panel de absoluta confianza de Sebastián Piñera, el Presidente de la República, se da el lujo de negar al pueblo mapuche en vísperas de un mitológico bicentenario, mientras 34 personas de ese pueblo, presos políticos de conciencia, agonizan de hambre pidiendo un juicio justo. En vez que invitar a un mapuche invitan a Lautaro Carmona, diputado del PG (Partido Geriátrico) para enrarecer el clima mostrando a esos abuelitos como terroristas, y por ende, como energúmenos a todos a las izquierda del dial.

No quedan insultos en el tintero, ninguno equivalente a la afrenta.
Villegas debería estar preso en este momento y sin embargo lo veremos sonriendo el próximo domingo a la misma hora y en el mismo canal.

NOTAS

[1] José Joaquín Brunner, ministro de la Concertación, “experto” y autodefinido sociólogo sólo posee licencia de cuarto año medio.

[2] Más conocido como Falsate, por sus burdas pseudoteorías conspiranoicas de baja intensidad.

[3] Me refiero al piñeragate, grabación del Ejército de Chile al teléfono de Piñera que fue divulgada por Ricardo Claro (en paz nosotros por su descanso) para vengarse de Tatán. En dicha grabación Piñera denigraba a Evelyn Matthei en su condición de mujer, a garabato limpio, con su amigo y alto personero de la Universidad Alberto Hurtado Pedro Pablo Díaz.

[4] En ese tiempo le llamaba a Tatán con mucho cariño “la locomotora Piñera”.

[5] «Sirviendo a dos Amos», Violencia y Control domingo 10 de febrero de 2008.

[6] Pascal Allende y Max Marambio fueron miembros del MIR. El primero de ellos escapó de Chile a balazo limpio y se asiló en Cuba, al igual que Marambio quien se fugó con menos escándalo. Villegas dijo que le había producido arcadas las declaraciones del comandante “Ramiro” del FPMR, un terrorista a su juicio, sin embargo entrevistó a ambos miristas como viejos camaradas. Es más, se prestó para el lavado de imagen a Max Marambio cuando editó su libro Las Armas de Ayer con entrevistas en Chilevisión y La Tercera. A Roberto Thieme, líder del grupo ultraderechista Patria y Libertad, lo acompañó por las calles de Santiago en un lacrimoso capítulo de “las vueltas de la vida”. A la hija de Pinochet le dejó decir de todo, y callar todo lo importante.

[7] A Alejandro «Jalandro» Peña le hizo una entrevista obsecuente en La Tercera en donde se dio el lujo de llamar de terroristas a los anarquistas y justificar su exterminio a sangre y fuego, sin necesidad de debido proceso. En una de las fotografías aparece junto a Jalandro leyendo con con mucha atención la web hommodolars. De ese modo deja en evidencia su esquizofrénico concepto de la libertad de expresión en que él puede emitir opiniones racistas, sexistas, ultraderechistas y homofóbicas con total impunidad y los demás escritores u opinadores somos delincuentes dependiendo de su voluble pero siempre fascista criterio.

[8] En una columna en las últimas noticias de casi un lustro.

[9] Me refiero a la columna de Antonio Gil en La Nación censurada por ese medio, controlado por el gobierno, luego que Gabriel Zaliasnik, presidente de la comunidad judía de Chile, presentara sus reclamos hace un par de semanas. Más detalles en The Clinic.

Por Ariel Zúñiga Núñez (azetaene)


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