El 27 de febrero del 2010, Chile no solo fue arrasado por un gran terremoto y posterior maremoto, sino que a esa gran catástrofe hubo que agregar los posteriores saqueos tanto al comercio como a casas particulares.
Lo que no se cayó o sepultó el agua, fue destruido y robado por hordas de antisociales.
Lo primero era inevitable, pero los saqueos -esperables por lo demás- se podrían al menos haber mitigado sacando a tiempo a las FFAA a las calles.
Esa vez la explicación de los cercamos a la presidenta fue que era «complicado» para ella pedirles que salieran a las calles. Que era un tema «sensible», luego de todo lo sucedido en dictadura.
Hoy estamos en una situación parecida. Mucho después de lo que el sentido común indicaba, se decreta la catástrofe por los incendios. Ahora, que ya está todo quemado o quemándose de manera descontrolada.
Seguramente la excusa será la misma, lo cual es de un cinismo increíble.
Les preocupa que los militares eviten saqueos o ayuden a apagar incendios, pero no tienen ningún reparo con pasarse horas, felices de la vida, participando de la Parada Militar.
Tampoco tiene problemas la presidenta con bailar como pirinola en las cenas de aniversario de las diferentes ramas de las FFAA.
Y no fue perentoria con la situación del general Cheyre en el SERVEL, algo absolutamente insólito y que realmente molestó a los ciudadanos. Un acusado de violar los derechos humanos durante la dictadura, apitutado en uno de los organismos encargados de garantizar elecciones democráticas. Un escándalo, realmente.
La verdad es que, como ciudadana común, me gustaría ver a los militares haciendo algo útil alguna vez, sirviendo a la comunidad cuando se necesita, como ahora, por ejemplo.
Defendernos de lo que nos pone en peligro de verdad, sea un terremoto, un maremoto o incendios casi apocalípticos como los que nos están afectando. Porque esos incendios están amenazando mucho más nuestra soberanía que los vecinos del norte o los argentinos.
Son otras las cosas que suelen molestarme en extremo respecto a nuestras FFAA… Por ejemplo, llegar a votar y que me reciba un milico con una ametralladora más grande que él, a la entrada de mi lugar de votación. Eso me parece inverosímil, violento y sin sentido.
Me molesta también el lujo extremo de sus uniformes y las condecoraciones que se cuelgan hasta en los zapatos. Eso me da vergüenza ajena. ¿En qué batallas se ganaron todas esas medallas? ¿En las que libraron contra su propio pueblo a partir de 1973?
Me molesta que todos los políticos, de todas las tendencias, se hagan los tontos y luego de 30 años de haber retornado a la «democracia» aun exista una ley reservada del cobre que permite que las FFAA dispongan de sumas enormes de dinero, sin rendirle cuentas a nadie.
Me violenta mucho también que tengan una cárcel especial para ellos y que la presidenta marche y se disfrace cada vez que va a un acto militar.
Creo que, al final, solo se trata de ineficiencia, incapacidad e indolencia de nuestras autoridades. Y que la “incomodidad” de ver a los militares en la calle no es tal.
Sabemos que sueñan con poder bombardear con sus F16, pasar por arriba de todo con sus enormes tanques y pintarse la cara para aterrar a sus enemigos. Pero ahora, necesitamos que tomen palas y chuzos y defiendan a su país del fuego: ese es el verdadero enemigo ahora. Pueden imaginarse que lo arrasaron el napalm y bombas de soldados enemigos, quizás eso los estimule.
Y a usted, señora Presidenta, le aseguramos que no bajará más su popularidad. Así es que tranquila, a ver si aún hay tiempo de salvar a nuestro país de convertirse en un páramo.