En lo personal estoy abierto a analizar la rebaja de impuestos como el IVA y otros, porque me parece fundamental entender, de una vez por todas, que resulta necesario – y hoy día es perfectamente posible hacerlo con la tecnología existente- dejar fuera de ese gravamen a los artículos básicos, si es que hubiera voluntad política para ello, o eliminar el IVA a los libros. No tiene sentido- sobre todo si pretendemos que nuestro país esté realmente en condiciones de participar- seguir con legislaciones que no se condicen con el objetivo general del bien común.
Es por ello, que me hubiera gustado que el proyecto de rebaja impuestos a los combustibles hubiese encontrado una acogida inicial mejor, más fácil, más directa.
Cuando se escucha coincidir a los senadores de diversas tendencias, nos damos cuenta de que se está viviendo una situación que no es fácil, sino difícil y que obliga, si deseamos que el país vuelva a crecer con justicia y recuperar la confianza, a que de una vez por todas nos pongamos de acuerdo.
Me congratulé de lo resuelto por los comités parlamentarios de celebrar sesiones especiales en la Cámara Alta o las reuniones que sean necesarias para enfrentar con claridad y decisión el problema y aconsejar, si algunas autoridades lo aceptan, respecto de materias que en la actualidad están complicando claramente el desarrollo productivo del país.
Observo que nuestra clase media se siente frustrada- y con razón- porque trabaja mucho y no progresa, o no ve que el fruto de su esfuerzo alcance realmente para satisfacer sus necesidades más primarias, más esenciales. Hay gente de ese estrato social, que no puede o no está en condiciones de brindar la educación que merecen sus hijos, o no le es posible enfrentar un problema de salud.
Ante la decisión que se pudiere adoptar respecto de lo que serían las viviendas de esas personas el día de mañana- es posible que resulte mejor el planteamiento relacionado solo con las viviendas básicas- no nos engañemos. No se trata de que ellas vayan a disponer de 50, 60, 70 u 80 millones de pesos. ¡No¡ Tendrán que pedir un crédito hipotecario que deberán pagar durante toda su vida.
Cuando uno observa ciertos argumentos, sobre todo si se contraponen con situaciones relacionadas con viviendas de sectores sociales débiles, concluye que no deberíamos pasar por esta discusión. Nuestro país hoy día cuenta con recursos, y debemos entender perfectamente que para esos sectores la vivienda es un derecho social.
Adolfo Zaldivar, Presidente del Senado