El gran porcentaje de admisión de las pocas matrículas que otorga la escuela a nivel nacional son garantizados bajo la segregación a los chicos de la élite. Son estadísticas corrientes. Solo hay que ver la realidad. Yo no sabía eso cuando aterricé en Morandé desde el exilio pero a poco andar me lo hicieron saber de forma grosera, insultante, ignorante, como cuando un patrón cuestiona a su peón “Eres un lumpen. Un perro callejero. Aquí en Chile es la imagen lo que importa. La facha” En ese momento nunca lo entendí. Había decidido estudiar teatro no ingeniería. Quedé impactado no por los insultos en sí mismo sino en el entendimiento del suceso. Qué importaba la facha en teatro. Para un libre pensador como yo era complejo. Era un pre juicio demasiado grande para ser verdad. Es la misma incertidumbre metafísica que me da hoy cuando veo a un ser humano desollar vivo a un animal. Es abyecto que ellos mismos no se den cuenta el clasismo que defienden en la práctica. El dolor que generan. Me fui entonces pensativo, humillado y ofendido, nunca nadie reconoció este hecho como una clara conducta clasista De facto.
Y como no iba ser clasista la escuela de Teatro si uno de sus mentores era Fernando González. Quien reiteraba en la obscenidad los rasgos burgueses hasta extralimitarse en que la prueba corporal de las chicas las hicieran en bikini. Como homosexual que era nos imaginamos que el voyerismo no era su intención. Mas bien una masturbación ideológica. Algo muy profundamente clasista. Cualquier escuela de teatro internacional se espantaría con esta exigencia. Después también les tocó a los chicos. Todos los entendidos de expresión corporal sabemos que solo buscaban un patrón físico social y no una observación kinesiológica de alguna deficiencia que dificultara el desempeño del actor.
Muchos años más tarde finalizando teatro y zafando de mi inocencia exiliada me fui dando cuenta de todo el clasismo que sostenía la institucionalidad de Chile. No será tu valor agregado, tus músculos, tu inteligencia, tu esfuerzo, ni tu capacidad de liderar que te haga sobresalir. Sino que, como no tienes un respaldo de FACHA SOCIAL, debes aprender a adular, obedecer, y nunca cuestionar tu posición. Desde ese mismo momento de entendimiento me sumé con indignación a la lucha contra el CLASISMO CULTURAL que le hace tan mal a nuestra cultura popular y destruye nuestro patrimonio creativo.
Si bien estos “compañeros” ligados a la élite cultural adinerada que terminó laburando en televisión y no en el teatro real. Ellos sabiamente hipnotizaron a los ambiciosos chicos progresistas revolucionarios y así finalmente cerraron el círculo cultural no dejando entrar nunca más a la cultura popular. Son los famosos chicos revolucionarios del RED SET. Ahora que ya han pasado veinte años los apellidos progresistas CAVIAR IZQUIERDO que sobresalen son exactamente estos chicos inflados por la institucionalidad creada por sus padres, que los idealiza sin mérito alguno por sobre los demás. En la escuela de Teatro los 40 chicos que quedan admitidos es sobre 400 que postulan. Se creen el hoyo del queque. La tía rica. La puta más cara.
La única manera de entrar en sus círculos es convertirte en un servil o un payasito del CLUB que les divierta. Pero si tienes la intención y la capacidad real de construir una estructura autónoma, independiente, que busca nuevas ideas, seguramente serás visto como paria que quiere desafiarlos y eso no se permite si viene de un “Lumpen” Tendremos que esperar entonces algún CHICO CULTURAL revolucionario, reconocido como gran artista por sus pares, que advenga a nuestras ideas, y nos lidere a los peones que hemos denunciado y luchado contra este CLASISMO CULTURAL los últimos 20 años ¡QUE INFAMIA!
Estos chicos clasistas del RED SET no se quieren dar cuenta de la devastación cultural que han generado ¡Que la cultura los perdone!