Con Néstor Kirchner la política argentina se metió en la juventud

Los colectivos repletos que ayer descendían por la Avenida del Libertador no llegaban a la simbólica Plaza de Mayo; se detenían en Retiro

Con Néstor Kirchner la política argentina se metió en la juventud

Autor: Director

Los colectivos repletos que ayer descendían por la Avenida del Libertador no llegaban a la simbólica Plaza de Mayo; se detenían en Retiro. Desde ahí, y por cinco cuadras, un “aluvión” compuesto casi en su mayoría por jóvenes adultos de menos de 35 años se dirigía, a paso tranquilo y apesadumbrado a formar las largas filas que lentamente avanzaban hacia el interior de la Casa Rosada. Ahí dentro, en el Salón de los Patriotas, era velado el cuerpo de Néstor Kirchner, el ex presidente y ex gobernador de la provincia patagónica que le devolvió la esperanza, la dignidad y la voluntad de lucha a una buena parte de la juventud argentina.

Dentro, su viuda, la Presidenta Cristina Fernández, con una actitud estoica y serena acariciaba el féretro y, al mismo tiempo, reconfortaba con abrazos la pena expresada en llantos de algunas argentinas que después de 5 horas de espera lograban aproximarse al féretro.

Una imagen que difundida ininterrumpidamente por los medios recordaba a aquellas mujeres espartanas, que dolidas profundamente, manifestaban orgullo y coraje al presentar el cuerpo de su hombre muerto en combate.

Fue una sorpresa en la emoción y el duelo. La nueva juventud peronista e independiente forjada en las últimas batallas políticas dadas bajo el liderazgo de Néstor Kirchner, se volcó a las calles para rendirle homenaje al que durante estos diez últimos años hizo renacer la confianza en la actividad ciudadana. Era lo que más llamaba la atención por encima de las consignas de los grupos peronistas que en lienzos, cánticos y rayados a lo largo de la Avenida de Mayo, advertían al “gorilaje”, a la “oligarquía rural y de las corporaciones de Santa Fe y Callao” de “no armarle bomba a Cristina porque ahí ellos armarían kilombo”. A Cristina no la dejarían sola.

Es el dato que los analistas de los medios opositores, Clarín y La Nación, no habían registrado, pero que la clara demostración de gratitud y de fervor multitudinario juvenil tendrá que hacerlos reflexionar. La política argentina se metió en los jóvenes.

No hay nada que ilustre mejor la comprensión de este fenómeno que la actitud del mismo Kirchner, cuando hace algunos meses y 48 horas después de una delicada intervención quirúrgica se dirige a un gran encuentro político con la Juventud Peronista K (kirchenerista) en el Luna Park. Allí es vitoreado. El animal político que era Kirchner había comprendido que había una fuerza social y generacional dispuesta a comprometerse y que daría un aliento vigorizador a un proyecto “nacional y popular”.

Esa imagen es la que queda de Kirchner. La del político que optó por los Derechos Humanos y por valores compartidos por la juventud: no a la impunidad del gorilaje y ruptura total con el pasado militar; reconocimiento legal de las nuevas minoría sexuales; mirada hacia Latinoamérica; bono materno; alza de sueldos al magisterio; subvenciones y proyectos destinados al mundo de la cultura.

Queda para los críticos de la era K la extraña manera de amasar una colosal fortuna; la relación estrecha con la burocracia sindical que pareciera ser responsable de la muerte reciente de un joven trabajador militante del Partido Obrero por barras bravas ligadas a un sector del peronismo. Se dice que esta violencia intra-popular explotada por los medios, lo habría atribulado y estresado, induciendo el colapso mortal.

Pero por sobre todo queda el político que siendo presidente, y después en la penumbra del poder junto con Cristina Fernández (“su compañera de toda la vida según declaraba”), se enfrentó a la poderosa oligarquía rural y ganadera (que no trepidó en crearle un “contexto destituyente” denunciado por intelectuales), a Bush y a su política imperial cuando le dijo que no en sus propias barbas, a la jerarquía de la Iglesia que se oponía a la unión civil homosexual, a los monopolios de prensa y de  comunicación y a la oposición a la cual enfrentó sin miramientos. Queda un relato épico al servicio de una juventud que comienza a politizarse. Ayer, en la pantalla gigante de Plaza de mayo, las figuras más aplaudidas que aparecían en el interior de la Casa Rosada eran jóvenes políticos del ala K.

Desde Buenos Aires por Leopoldo Lavín Mujica


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