El desbastador efecto de la pandemia del coronavirus Covid19, ha dejado en evidencia la débil estructura económica y la deficiencia sanitaria que sufre la gran mayoría de la población mundial, y la de Chile en especial, por su hacinamiento en viviendas de 45 m2 en las grandes ciudades, donde se expande el contagio sin barreras y los millones de personas que viven de una actividad informal, la mayor parte de la cual se realiza como comercio callejero, las deja expuestas a contagiarse, en una especie de “sálvese el que pueda”.
En la TV se ve a los ministros de Piñera y a diversos parlamentarios de derecha, haciendo esfuerzos enormes para demostrar que $ 50 mil pesos es mucho dinero, reiterando majaderamente el “gran sacrificio” que está haciendo el Gobierno, para otorgar otras ayudas a las familias más pobres y a los trabajadores cesantes, eufemísticamente llamados “vulnerables”. La característica principal que se aprecia en los ofrecimientos del gobierno es la mezquindad de las soluciones. Las compras y donaciones de equipamiento sanitario que llegan al país, son recibidas por ministros y hasta el propio Presidente, donde aprovechan de elogiarse entre ellos mismos y a la entidad militar que las transportó en aviones. Tanto agradecimiento y exageración por el transporte de equipos y enfermos, deja la impresión que son entidades privadas, las cuales están haciendo un favor a Chile, todo lo cual es producto del uso político brutal que hacen de los enfermos, incluso esperando en la losa del aeropuerto, mientras las autoridades terminan discursos, donde no dicen nada, para poder partir.
Existe una evidente manipulación política de Piñera, los ministros y una gran variedad de funcionarios, todos con muy buenos sueldos, para demostrar que están en “guerra” contra el corona virus, en un intento por disimular la improvisación y los errores cometidos. Como en los grandes países con mayor población, Piñera también partió con una especie de negación para no hacer cuarentenas masivas. Es solo un resfrío decían algunos, no obstante la propagación y la letalidad del covid19 en Italia y España. A estas alturas, se han ido formado dos visiones. Los países que optaron por dejar hacer la pérdida, es decir, permitir que todos los que tuvieran que contagiarse, se contagiaran para que adquirieran la inmunidad, estrategia aplicada por Estados Unidos, el Reino Unido, Suecia y Brasil, etc. La otra corriente la forman los países más preocupados por proteger a las personas, implantando tempranamente cuarentenas y disponiendo controles sanitarios, tomar temperaturas, salir a testear, cerrar fronteras como, Australia, Islandia, Nueva Zelanda, Alemania, etc. Los resultados son diferentes, lo cierto es que, en estos últimos países, la letalidad es notoriamente más baja que los que dejaron fluir libremente el virus.
La propia China, donde se originó el virus, optó por el confinamiento temprano de la población, sobre todo por su gran población. En el caso de Corea del Sur, se optó por una estrategia que combinó información al público, participación de la población y una campaña masiva de pruebas. Alemania inició tempranamente la aplicación de pruebas (test) a su gente, con 100 mil test semanales, ubicando y tratando a los contagiados, lo que disminuyó notoriamente la letalidad del virus.
Los países con gran cantidad de población, que decidieron retrasar o negar la realización de cuarentena argumentando que el daño económico es peor que la enfermedad; uno de ellos fue Estados Unidos. La fría decisión fue sacrificar su población al coronavirus, sin una real protección sanitaria, exceptuando las cuarentenas locales que declararon los alcaldes y gobernadores. Los resultados son evidentes, los Estados Unidos sobrepasa los 1,5 millones de contagiados y los fallecidos se acercan a las 95.000 personas. En el caso de Chile, la contención del contagio partió con una idea similar, sólo algunas comunas fueron sometidas a cuarentenas, pero dejaron abiertas las comunas de los sectores más rico, Las Condes, Vitacura, Providencia, etc., donde se inició el contagio, producto de las personas contagiadas que regresaban de sus vacaciones en Europa, en especial de Italia y España, los cuales ingresaron a Chile sin mayores restricciones.
Chile partió con una estrategia que se resistía a cuarentenar ciudades grandes, fue notoria la resistencia para no parar las actividades por el contagio. Debido a las fuertes críticas de diversos actores, municipalidades, Colegio Médico, políticos opositores, que se negaron a un “regreso temprano seguro”, como lo propuso el gobierno y la cruda realidad que estaba ocurriendo, que era varias veces mayor el contagio que los datos oficiales, los obligó a cambiar y se aplicó la cuarentena total de Santiago, que congrega el 85% del contagio del país, con 6,5 millones de personas además de algunas comunas aledañas. Las pruebas de PCR, confirmaron la alarma, cuando subieron a más de 4.000 las personas contagiadas en un día, con las urgencias de diversos hospitales saturados de enfermos. Fue cuando se inició en la TV la conversación de que los médicos tendrían que decidir, quién vive y quién muere, la ultima cama.
Lo anterior resume dos visiones que permiten distinguir la ideología aplicada en las decisiones políticas de los líderes de derecha en Estados Unidos, Brasil, Chile, etc., en materia sanitaria y respecto del apoyo económico a la población. En algunos países como Brasil, el presidente Bolsonaro aplica para ser procesado como criminal, por delitos de lesa humanidad. En otros, las siguientes declaraciones van retratando el ideologismo subyacente de los líderes empresariales o financieros como, José Manuel Silva, director de Inversiones de Larraín Vial, quien expresó, «no podemos seguir parando la economía, debemos tomar riesgos y eso significa que va a morir gente», o los dichos del presidente de la CPC, Juan Sutil, quien en plena pandemia dijo en dos oportunidades que, “prefiere que los pobres mueran antes que parar el país”. Con la donación de ventiladores mecánicos, ahora intentan esconder lo que piensan.
La gente debe estar alerta con gobiernos como el de Piñera, Trump o B. Johnson, que tienen un doble discurso, dos caras. Con una piden, sin el más mínimo decoro, la colaboración, la unidad, un frente común para trabajar y ayudar a la población. Con la otra cara, se dan muchas vueltas, cuentan las monedas, hacen paseos en helicópteros, como si pudieran ver el coronavirus desde el cielo. Piñera incluso habla de los “queridos adultos mayores”, los mismos que se han ido contagiando y muriendo en los hogares de ancianos, porque no fueron capaces de instruir a los cuidadores de lo que debía hacerse con ellos. Hoy, los “queridos adultos mayores”, yacen bajo tierra, porque, a excepción de sus familias, no tienen importancia para el mercado de consumo.
Entre los promotores del neo liberalismo en Estados Unidos encontramos declaraciones de personajes como el analista jefe del banco JP Morgan (el banco de la familia Rockefeller), Marko Kolanovic, quién señaló, “los bloqueos (cuarentenas) no solo no ayudaron a contener la enfermedad, sino que provocarían un sufrimiento aún mayor como resultado que alentaron la «devastación económica». La conclusión es que la letalidad derivada del contagio, para el neo liberalismo, es parte del costo que debe asumir la sociedad, si no quiere perder la riqueza y el desarrollo logrado por el capitalismo. El secretario del Tesoro de EEUU, Steven T. Mnuchin, ha dicho, «Es muy importante comenzar a llevar a las personas a trabajar de manera segura». Jeff Bezos, CEO de Amazon, ha expuesto recientemente a miles de sus trabajadores de almacén de Amazon a la infección por coronavirus debido a su énfasis personal en las ganancias sobre la vida humana. Algo similar le dijeron a los chilenos, de salir a trabajar atiborrados de gente y de virus en el Metro.
Los políticos de derecha no dicen directamente lo que profesan, son más sofisticados, por eso el economista Thomas Piketty, dice, “No existe ninguna sociedad en la historia donde los ricos digan, ‘somos ricos, ustedes son pobres, fin del asunto’. Los grupos dominantes siempre necesitan inventar narrativas más sofisticadas que dicen, ‘somos más ricos que ustedes, pero en realidad eso es bueno para la organización de la sociedad en su conjunto, porque les traemos orden y estabilidad’”.
Las justificaciones son múltiples, pero es un hecho que la variada legislación aprobada por el gobierno de Piñera, con ayuda de la oposición, fue preparar el controlar del reventón social que vendrá, para lo cual incluyeron la participación del ejército en el control sanitario. La historia ha registrado indeleblemente que, una vez que el gobierno y el poder fáctico de las élites usan una crisis para acrecentar una toma de poder masiva, rara vez, si es que alguna vez ha ocurrido, se le devuelve ese poder al pueblo. En Estados Unidos está la Ley Patriota de 2001, la respuesta política a la crisis de 2008, y ni hablar de las últimas leyes de Trump. En Chile, ya han entregados facultades extras a los inspectores municipales. Para qué mencionar las leyes aprobadas, el toque de queda, la cuarentena que obliga a los sectores pobres a vivir recluidos a pan y agua.
La pandemia del covid 19, examinada con el prisma de la elite del 1 %, llega como un regalo caído del cielo para hablar de la devastación económica que se está produciendo en todo el mundo. Eso es cierto, pero cuidado, se debe distinguir la devastación de la economía y las finanzas por los efectos de la pandemia del coronavirus, separada del derrumbe del imperio norteamericano, lo que ya están reconociendo sus propios grandes inversionistas. Las cifras del derrumbe son diversas. La deuda fiscal de los Estados Unidos sobrepasa los 25 billones de dólares y ahora se preparan para aumentarla entre US$ 6 a US$ 7 billones adicionales que destinarían a la recuperación de la “normalidad”, además de mantener las tasas casi en cero y estar preparando una nueva ley para rebajar los impuestos a los más ricos.
Desde mediados de marzo, la destrucción de empleos suma 38,5 millones en EEUU., y las ventas minoristas han caído a un nuevo mínimo histórico en abril de, 16,4% debido a que la pandemia de coronavirus mantuvo los negocios cerrados y a los estadounidenses en sus hogares. Recuerden que la economía de Estados Unidos está centrada en un 80% en los servicios. Las ventas de vehículos nuevos en abril cayeron en aproximadamente un 44%, y las ventas de vehículos usados se desplomaron de manera similar. El estímulo monetario ha provocado un brote masivo de inflación en los precios de los activos en los mercados financieros desde el 23 de marzo. Respecto del consumo de las personas, los altos precios repercuten en alimentos, vivienda y salud, que no están reflejados en los índices oficiales.
La élite sabía que se avecinaba una gran crisis, y para eso ha estado preparando una legislación que les facilite concretar varios objetivos, preparando la debacle que se avecina. Rescatar las instituciones bancarias, normas de congelamiento de los fondos de las cuentas bancarias, preparar y practicar con las fuerzas policiales y militares, el control de grandes masas de personas para las fases de protestas, utilizar las bases de datos para desarrollar sistemas de inteligencia y seguimiento de grandes grupos de personas mediante el espionaje telefónico, cámaras de reconocimiento facial, etc.
Globalmente, viviremos una gran contracción económica que podría ser tres veces más severa que la sufrida durante la Gran Crisis Financiera 2008/09, cuando contrajo el PIB de Estados Unidos un 2,5%. Los bancos centrales se verán obligados a nacionalizar las compañías más afectadas comprando sus acciones en el mercado y se verán obligados a asumir todo el riesgo del sistema financiero y de la moneda de la nación. La última vez que se redujo el PIB de Estados Unidos en más del 10% fue en 1946 al final de la II Guerra Mundial, pero la peor tragedia humana fue la contracción estadounidense de un 12,9% en 1932, y la cifra que se estima para la actual situación que vendrá, es entre 7% a 15 %, con efectos que podrían ser únicos e históricos.
Todo lo que hemos mencionado no lo ha causado el covid 19. Existe una larga historia de años de concentración grosera de la riqueza. Charles Hugt S. en OfTwoMinds, dice, “Un puñado de corporaciones posee la gran mayoría de los medios de comunicación, un puñado de bancos controla la mayor parte de los préstamos y el capital, un puñado de cadenas hospitalarias, compañías farmacéuticas y aseguradoras controlan la atención médica, etc”.
El riesgo está sujeto a una estructura financiera piramidal que la puede derribar cualquiera de los segmentos involucrados bajo ella, como ocurrió con la crisis de las hipotecas de 2008, que derivó en una banca en crisis y una fuerte recesión. Hoy los segmentos débiles son varios, el desequilibrio del petróleo para producir y vender a US$ 25 el barril, lo que compromete enormes deudas bancarias de las grandes petroleras. La expansión del crédito, las deudas impagables, el agotamiento de los recursos naturales, el déficit fiscal, etc., hacen que las felices frases de “El sueño americano” o “América primero”, se conviertan en el epitafio de cómo se recordará en el futuro, al imperio caído.
Peter Turchin señaló en su libro “Ages of Discord” de 2016, que “la historia humana manifiesta ciclos de desintegración e integración social en los que el impulso de cooperar en grandes estructuras sociales crece y mengua”. El modelo de Turchin identifica tres fuerzas principales en estos ciclos, primero la sobreoferta de mano de obra que suprime los salarios, segundo, una sobreproducción de élites parásitas y, tercero, un deterioro en las finanzas del estado central (ya lo dijimos, deudas, déficit fiscal, aumentos de gastos por guerras artificialmente creadas, etc.), un aparato militar monstruoso y desfinanciado completan el tétrico cuadro.
¿Cuál es la solución que están impulsando? Con el balance de la FED aumentando a US$ 7 billones en medio de acaloradas discusiones sobre cuánto más grande se volverá, el Director Interino de la Oficina de Administración y Presupuesto, Russ Vought, dijo que “las agencias federales han tomado más de 600 acciones desreguladoras temporales para combatir la pandemia, y ahora la administración tomará medidas para hacer permanente ‘cualquier desregulación posible’ para impulsar la economía”. Es un asalto al poder, con las mismas soluciones que toman para cualquier cosa que ocurre.
Por otro lado, el presidente de la FED, Jerome Powell, dijo, «Nunca apostaría contra la economía estadounidense o el pueblo estadounidense. Tenemos un gran economía», y, en caso de que no lo hagamos, dijo que, estaba listo para imprimir billones más si tuviera, (afirmando) que «no nos quedamos sin municiones ni mucho menos». La FED puede, en algún momento, monetizar todos los activos de los EE.UU., incluidos, entre otros, acciones, bienes raíces residenciales, bienes raíces comerciales, todos los bonos del Tesoro y bonos corporativos, tierras de cultivo, etc., todo suma alrededor de US$ 130 billones. Este dato hace un tiempo atrás, se podría haber considerado un chiste en los círculos financiero serios, pero ya no, aunque significa aproximadamente seis veces el tamaño del PIB total de EE.UU. Es un número que se ha visto antes, también es el cálculo de BofA de todos los activos financieros de EE.UU. Con vacuna, o sin vacuna, es el final del juego.
Por Mario Briones R.