¿Crearán los grupos palestinos un nuevo proyecto político palestino?

El desprecio de Israel por las negociaciones y el nivel de su violencia pueden medirse en función de dos realidades políticas. No se toma en serio las negociaciones con los palestinos y cree que puede bombardear impunemente

¿Crearán los grupos palestinos un nuevo proyecto político palestino?

Autor: El Ciudadano

Por Vijay Prashad

En El Cairo, representantes de Hamás celebraron negociaciones indirectas con Israel para un alto el fuego. El punto de fricción durante varias rondas fue el orden de los acontecimientos. Israel quería que se liberara a los rehenes antes de poner fin a los bombardeos, mientras que Hamás decía que primero debían cesar los bombardeos. Israel ha pedido el desarme y desmantelamiento de Hamás, una exigencia maximalista que probablemente no se cumpla. Hamás, por su parte, desearía no sólo un alto el fuego, sino el fin de la guerra. Ambas partes se culpan mutuamente, lo que dificulta la tarea de los negociadores egipcios y qataríes.

El mejor resultado posible de las conversaciones de El Cairo es el fin de la actual guerra genocida contra los palestinos de Gaza. Las negociaciones para poner fin a la guerra adquirieron una urgencia adicional cuando Israel bombardeó las afueras de Rafah, la única ciudad de Gaza que aún no ha sido diezmada por Israel. Sin ningún lugar al que huir, los civiles palestinos de Rafah no pueden resguardarse de ningún ataque, aunque no sea tan violento como el llevado a cabo por el ejército israelí contra la ciudad de Gaza y Jan Yunis. Esos ataques han creado 37 millones de toneladas de escombros, que están llenos de contaminantes y de un inmenso número de bombas sin explotar (cuyo desarme llevará 14 años). Israel cree que los últimos restos organizados de Hamás existen en Rafah, y que o bien bombardea a los millones de personas que viven allí para destruirlo, o bien tendrá que aceptar destruirse a sí mismo mediante negociaciones. Ambas cosas son inaceptables para las y los palestinos, que no quieren ni más víctimas civiles ni la desintegración de uno de los más férreos defensores del derecho de los palestinos a la autodeterminación.

A pesar de que Hamás aceptó la propuesta de alto el fuego, Israel lanzó violentos ataques contra Rafah y se hizo con el control del paso fronterizo de Rafah con Egipto (cortando así la principal ruta de acceso de la ayuda a Gaza). Las conversaciones continúan, pero Israel simplemente no está dispuesto a tomarlas en serio.

Unidad palestina

El desprecio de Israel por las negociaciones y el nivel de su violencia pueden medirse en función de dos realidades políticas. No se toma en serio las negociaciones con los palestinos y cree que puede bombardear impunemente. Esto es así porque, en primer lugar, Israel cuenta con el pleno respaldo de los Estados del Norte Global (principalmente los Estados Unidos y Europa) y, en segundo lugar, no considera vitales las opiniones políticas palestinas porque ha conseguido romper la unidad política entre los palestinos y ha logrado desorientar políticamente a las distintas facciones mediante la detención de sus principales dirigentes. Esto no es del todo aplicable a Hamás, cuya dirección pudo establecer operaciones en Damasco y más tarde en Doha (Qatar). Aunque es imposible imaginar un giro rápido de los países del Norte Global, ha quedado totalmente claro para las facciones palestinas que sin su unidad no habrá forma de obligar a Israel a poner fin a su guerra genocida y, por supuesto, a su ocupación de tierras palestinas combinada con sus políticas de apartheid dentro de Israel.

A finales de abril de 2023, Hamás se reunió en China con Al-Al-Fatah, la otra gran fuerza política palestina, como parte de un largo proceso para crear un terreno común entre ambos. Las relaciones entre estos dos grandes partidos políticos se rompieron en 2006-07, cuando Hamás ganó las elecciones parlamentarias en Gaza y cuando Al-Al-Fataha cargo de la Autoridad Palestina – impugnó estos resultados; de hecho, las dos facciones se enfrentaron militarmente en Gaza antes de que Al-Al-Fatah se retirara a Cisjordania. Durante la guerra genocida de Israel, tanto Al-Al-Fatah como Hamás intentaron salvar las distancias y no permitir que sus diferencias permitieran tanto la expulsión de los palestinos de Gaza como la derrota de los objetivos políticos palestinos en general. Altos representantes de estos dos partidos se reunieron en Moscú a principios de este año, y de nuevo en China en mayo.

Para esta reunión en China, Al Al-Fatah envió a sus principales dirigentes, entre ellos Azzam al-Ahmad (que forma parte del Comité Central y dirige su equipo de reconciliación palestino), mientras que Hamás envió a dirigentes igualmente importantes, entre ellos Mousa Abu Marzouk (miembro del Buró Político del partido y su Ministro de Asuntos Exteriores de facto). Las negociaciones no desembocaron en un acuerdo final, pero como parte de un largo proceso han profundizado el diálogo y la voluntad política entre ambas partes de trabajar juntas contra la guerra genocida israelí y la ocupación. Se están planificando nuevas reuniones a este alto nivel, a las que seguirá una declaración conjunta sobre un llamamiento alentado por el Presidente de China, Xi Jinping a una conferencia internacional de paz para poner fin a la guerra y una plataforma palestina conjunta sobre el camino a seguir.

Brechas

Al-Fatah, el ancla de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), fue fundada en 1959 por tres hombres, dos de los cuales procedían de los Hermanos Musulmanes (Khalil al-Wazir y Salah Khalaf) y uno de los cuales procedía de la Unión General de Estudiantes Palestinos y acabaría convirtiéndose en su principal dirigente (Yasser Arafat). La OLP se estableció como el núcleo de la lucha palestina contra la catástrofe de 1948 que les hizo perder sus tierras, les convirtió en ciudadanos de segunda clase dentro de Israel y envió a cientos de miles de palestinos a décadas de exilio. La huella de los Hermanos Musulmanes no se formó en el seno de la OLP, que adoptó un tono de liberación nacional agudizado por las diversas facciones de izquierda, como el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP, formado en 1967) y el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP, formado en 1968).

La OLP se convirtió en hegemónica en la lucha palestina, coordinando el trabajo político en los campos de los exiliados y la lucha armada de los fedayines (combatientes). Las facciones de la OLP se enfrentaron al ataque concertado de Israel, que invadió Líbano para exiliar a la dirección y a su núcleo a Túnez. Con la caída de la URSS, la OLP empezó a negociar seriamente con los israelíes y Estados Unidos, que impusieron a los palestinos una forma de rendición llamada Acuerdos de Oslo de 1993. Al-Fatah se hizo cargo de la Autoridad Palestina, que funcionó parcialmente para mantener la ocupación israelí de Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania.

Enfadadas por lo que parecía una rendición palestina en Oslo, ocho facciones formaron la Alianza de Facciones Palestinas en 1993. Dentro de esta Alianza, los grupos más numerosos pertenecían a la tradición de los Hermanos Musulmanes. Entre ellos estaban la Yihad Islámica Palestina (creada en 1981) y Hamás (creada en 1987). El FPLP y el FDLP se unieron inicialmente a esta alianza, pero la abandonaron en 1998 por diferencias con los partidos islamistas. Los partidos islamistas ganaron las elecciones parlamentarias en Gaza con un estrecho margen (el 44% de Hamás frente al 41% de Al-Fatah), resultado que enfureció a Israel y a los Estados del Norte Global, que entonces intentaron socavarlos.

Habiéndoseles negado el camino hacia el poder político a través de las urnas, y enfrentándose después a la asfixia y el bombardeo sostenido de Gaza por parte de Israel, tanto Hamás como la Yihad Islámica reforzaron sus alas armadas y se defendieron de la humillación y el ataque. Cada intento de protesta pacífica incluida la Larga Marcha del Retorno en 2018 y 2019 fue respondido con violencia israelí. Nunca ha habido un momento en el que la población de Gaza haya vivido un año de paz desde 2007. El bombardeo actual, sin embargo, es de una escala diferente incluso a los peores ataques anteriores de Israel en 2008 y 2014.

Los principales desacuerdos políticos entre las facciones incluyen su diferente interpretación de los Acuerdos de Oslo, su respectiva ambición de control político y sus distintas aspiraciones para la sociedad palestina. El hecho de que sus líderes políticos hayan estado encarcelados durante décadas y que se les haya impedido una actividad política normal y democrática (como mantener sus estructuras políticas y hacer proselitismo entre la población) les ha impedido salvar sus distancias. Sin embargo, en prisión, los dirigentes han mantenido diálogos continuos sobre estas cuestiones. Justo después de las elecciones parlamentarias en Gaza, los líderes de las cinco principales facciones encarceladas en la prisión israelí de Hadarim redactaron un Documento de Conciliación Nacional de los Presos. Marwan Barghouti de Al-Fatah, Abdel Raheem Malluh del FPLP, Mustafa Badarneh del FDLP, Abdel Khaleq al-Natsh de Hamás y Bassam al-Saadi de la Yihad Islámica.

El Documento de los Prisioneros, que fue ampliamente difundido y debatido, hacía un llamamiento a la unidad palestina y al fin de “todas las formas de división que puedan conducir a luchas internas”. El texto no establecía una nueva agenda política palestina, pero pedía a las distintas facciones “formular un plan palestino encaminado a una acción política global”. La elaboración de este plan, ahora casi 20 años después, es uno de los principales objetivos de las conversaciones entre las distintas organizaciones políticas palestinas.

Hay acuerdo en que la primera tarea es impedir el ataque a Rafah y poner fin a la guerra genocida contra los palestinos. Sin embargo, poco después, la sensación es que hay que superar el malestar político que se ha apoderado del pueblo palestino y utilizar un nuevo proyecto político para motivar una nueva atmósfera política entre los palestinos dentro de las fronteras de Israel, en el territorio palestino ocupado de Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania, en los campos de refugiados de Líbano, Jordania y Siria, y en la diáspora palestina de 6 millones de personas.

Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos Las Naciones Oscuras y Las Naciones Pobres. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del poder estadounidense (con Noam Chomsky).

*Este artículo fue producido para Globetrotter.


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