Nunca antes ha sido tan obvia la decadencia que recorre transversalmente a las distintas facciones que componen la élite política chilena, que se expresa en su incapacidad de proponerle un proyecto político al país. Han perdido la capacidad de pensar los problemas de nuestra sociedad, ya no existe un relato ni por parte de la derecha chilena, ni por la centro izquierda, sino simplemente repuestas a las crisis y planes de contingencia.
Es así como las tres grandes “reformas” de este gobierno no fueron “pensadas”, por éste, sino por el movimiento estudiantil: Fueron los estudiantes el 2011 los que dijeron “Educación, pública gratuita y de calidad”, fueron los estudiantes secundarios los que plantearon que para tener educación como un derecho, debíamos “cambiar la constitución”, fueron los estudiantes universitarios que ante la pregunta de como financiar la reforma dijeron “Reforma tributaria, afectando al FUT y los recursos naturales”.
La reforma tributaria, la reforma educacional y el denominado “proceso constituyente” fueron promesas que debieron asumirse al tenor de la campaña electoral, pero que hoy existe un escaso compromiso con su realización, menos aún con alguna forma específica de concretarlas, sino por el contrario, son ampliamente resentidas por los actores políticos, tanto de la coalición gobernante como de la alianza opositora, y su ejecución ha dado luces de un titubeo y amateurismo por parte del gobierno, al que Chile no estaba acostumbrado.
A pesar de este escenario desolador, existen distintas fuerzas sociales que estamos intentando contrarrestar el proceso de despolitización que lleva más de 40 años en curso en Chile. Desde el movimiento estudiantil, creemos que la educación pública gratuita y de calidad en todos sus niveles no es una demanda sectorial, sino la reivindicación de un derecho universal, pues permite elevar la cultura de los pueblos, posibilita la convivencia humana en comunidad, y es condición fundamental para el desarrollo económico.
Ahora bien, la Presidenta de la Republica se ha dirigido al país recientemente, anunciando el inicio del denominado “proceso constituyente”. Al respecto, no podría esperarse otra cosa a que el “Derecho a la Educación”, fuera uno de los principales temas a abordar en el proceso constituyente.
Los estudiantes organizados, debemos estar presentes en el debate constitucional, puesto que tenemos un auténtico compromiso con las demandas que llevamos años levantando, pensando un tema que es vital para el futuro de nuestra sociedad, y por tanto, el proceso constituyente debiese ser lo más inclusivo posible, e incluir nuestra participación como actor fundamental en lo que respecta a derechos sociales.
Finalmente agregar lo que para el lector perspicaz debe ser obvio, la única forma de lograr lo anterior es a través de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, que sea vinculante y no meramente deliberativa, en donde la ciudadanía sea capaz de expresar su opinión y donde la voz del pueblo en el debate público, y no intereses mezquinos en cuartos obscuros, sea la que tenga la última palabra.