Cumbre de los Pueblos en Colombia

Paralelamente a la Cumbre de las Américas en Colombia, se desarrolla la V Cumbre de los Pueblos, la cual ha convocado a la resistencia civil en todo el continente con el objetivo de avanzar en el proceso de construcción social de una soberanía regional que ponga un alto a las políticas estadounidenses que aún definen […]

Cumbre de los Pueblos en Colombia

Autor: Leonel Retamal

Paralelamente a la Cumbre de las Américas en Colombia, se desarrolla la V Cumbre de los Pueblos, la cual ha convocado a la resistencia civil en todo el continente con el objetivo de avanzar en el proceso de construcción social de una soberanía regional que ponga un alto a las políticas estadounidenses que aún definen el posicionamiento político de algunos gobiernos en América Latina. Esta Cumbre de los Pueblos es significativa en varios niveles, uno es la convocatoria como alternativa a las taras que la Cumbre de las Américas ha demostrado, es decir, que incluso algunos de los países de la ALBA, en lo pragmático, se rindieron a intereses individuales y no actuaron con consecuencia política.

En otro nivel, esta Cumbre alternativa exige un giro en la geopolítica de la región centrada en fortalecer la Celac y su núcleo fundamental, la Unasur. Ya se han lanzado algunos llamados para que los presidentes de la ALBA cambien de decisión y no participen en un foro donde el libreto, la agenda, ya ha sido definido previamente y las proclamas no pasarán a más de un enunciado de buenas decisiones. La Cumbre de las Américas, y el fuerte impulso por parte del Gobierno colombiano, no ha sido más que el sostener el único foro que le queda a la rancia derecha latinoamericana para convertir sus intereses en políticas públicas.

La derecha continental quiere fortalecer este espacio para debatir ideológicamente, no los cambios y transformaciones que América Latina requiere y exige, sino para fortalecer una serie de instituciones del sistema interamericano que en la última década se han demostrado autárquicos y generadores de ideologías; se han convertido, más que en expresión de los intereses regionales, en laboratorios de ideas para contener el giro político de la región.

No olvidemos que la Cumbre de las Américas fue creada para imponer un ALCA en el continente y sería cándido pensar que su naturaleza se ha modificado. No olvidemos que Colombia le ha apostado en grande a este encuentro, más aún cuando ya firmó un TLC, con Estados Unidos. Sería ingenuo pensar que el neoliberalismo se replegó en la vieja Europa, por el contrario, vivimos una guerra de baja intensidad. Pasamos de un modelo estratégico de implementación por países a tácticas de segmentación regional por actores nacionales. El neoliberalismo colonizó no solo a las derechas, sino a algunas izquierdas que quedaron cercadas al juego homogeneizante de ser la perpetua oposición. La revista Time ha sentenciado que Colombia ha dejado de ser un Estado fallido y se consolida como un eje regional.

¿Cómo lo ha logrado con una guerra civil de más de cincuenta años? Bueno, de esa misma Colombia, militarizada, ha nacido la convocatoria a la resistencia regional. Como dijo la presidenta del Polo Democrático Alternativo: “Vamos a hacer una cumbre francota”, es decir, sin hipocresías.

Por Werner Vásquez Von Schoettler

Tomado de  El Telégrafo


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