Daniel Menco: no te conocí, pero me cambiaste la vida

Plaza Italia estaba festiva. En la calle, en plena Alameda, había una pichanga y un grupo grande de personas jugaba. De repente, los pacos dicen que tenemos que irnos. Treinta segundos después veo volar una lacrimógena, pasa a metro y medio de donde yo estaba y choca con un cartel de un paradero. Yo estaba a unos seis metros y me llegó todo el humo tóxico. Vuelan unas 10 lacrimógenas más. La gente corre, el guanaco lanza agua a todos lados. Corrí a refugiarme a la sede de Vicuña Mackenna 20 de la Facultad de Ciencias Químicas. En mi camino, algunos grupos se enfrentan con los pacos que aparecen en los callejones que hay por Vicuña Mackenna hacia el sur. No entendía nada. Tenía mucha rabia por cómo los pacos le pegaban a todo el mundo, como nos tiraban piedras y disparaban lacrimógenas a diestra y siniestra. Tomo una piedra y se las tiro. Es la única que he tirado. Un paco toma la piedra de vuelta y me la devuelve, mientras arranco. La piedra me llega en la pantorrilla y caigo. Cruzo Vicuña Mackenna y logro arrancar hacia Bustamante. Pude entrar a refugiarme a la Facultad. Cuando volví al frente, el guanaco lanzaba chorros de agua al millar de estudiantes que había logrado entrar a la sede de la U. Seguían volando lacrimógenas. Barricadas se armaban por Vicuña Mackenna hacia el sur y por la Alameda hacia el poniente. La protesta siguió. Hubo concentraciones espontáneas en distintos lugares con el objetivo de llegar hasta la Moneda.

{destacado-1} Así, caminamos por Alameda juntándonos y siendo disueltos en las esquinas de Portugal, Santa Rosa, y Ahumada. Llegamos unos 700 estudiantes. Logramos marchar por Ahumada hasta que llegamos a Huérfanos. En estampida corrimos hacia Teatinos, y otro grupo se unió. Se armó una marcha por Teatinos hacia el sur, hasta que llegamos a Moneda. Cordón de fuerzas especiales, más lacrimógenas y guanacos. Ahí nos mojaron. Eran las 3 de la tarde y ya no había más que hacer. Caminamos hacia la Alameda otra vez, encontrándome con gente que me contaba lo que había pasado en Macul, en la Usach. Me fui a mi casa sintiéndome derrotado. Noticias de la noche: Daniel Menco, estudiante de 23 años, estaba en estado vegetal después de haber recibido un balín en incidentes en Arica. Dos días después Daniel Menco murió.

Pensé en lo que me había pasado en el día y acabé de entender que había que hacer algo más. Desde ahí que no he parado de pensar en la maldad heredada que tenemos en Chile, en la mierda de vida que podemos llegar a vivir por estar endeudados hasta el tuétano, por querer estudiar, por querer se nosotros mismos. No he parado de pensar que la paz de los empresarios es nuestro suplicio diario, nuestro conformismo doloroso. Ya no me motivaba estudiar para «salir adelante», sino porque había que cambiar algo. Desde entonces que hago política. Desde entonces que busco por sobre todo el organizarme, sin miedo. Tengo rabia y resentimiento, pero también mucha esperanza, la que en el camino de la política, de lo público, me ha permitido conocer grandes personas, grandes camaradas, grandes amistades. Que curioso que ya sean 16 años de eso. Es un año menos de lo que duró la dictadura que cambió radicalmente Chile. Pero Chile no ha cambiado radicalmente en los últimos 16 años. Acaba de pasar una nueva protesta donde tenemos que dolorosamente ver que dos estudiantes son asesinados por lo mismo que fue asesinado Daniel Menco.

La muerte de Daniel Menco fue un punto de inflexión en mi vida y en la perspectiva de lo que uno debe hacer con la vida. Ojalá nunca olvidemos que Daniel murió luchando por estudiar. Murió asesinado por la policía, en democracia. Eso dice mucho de por qué seguir luchando por democratizar.