Por Fidel Lajara Erices

“El día de la liberación” fue el eslogan que usó Donald Trump en abril de este año para presentar los aranceles que impondrá a todo el mundo (incluyendo islas habitadas sólo con pingüinos), frase que, a todas luces, responde a un cierto estilo de autoritarismo que busca una excitación de las poblaciones en un cuerpo global profundamente deprimido.
Franco Berardi -filósofo y escritor italiano- analiza la figura de los autoritarios contemporáneos, como Javier Milei, que se muestran más preocupados de excitar a las masas deprimidas por la desilusión de un porvenir de bienestar que la socialdemocracia no fue capaz de desarrollar.
En ese sentido, lo que hacen Trump, Milei, y lo que se esmeran en replicar los candidatos locales de la derecha, no es hacer lazos con la ciudadanía, sino su reverso. Buscan la alteración y la reacción de las sociedades con la voluntad de proyectar un escenario propicio para movimientos de choque. Por consiguiente, el alzamiento de los neofascismos que encarnan los afectos más perversos de los seres humanos.
Algo similar pasó con Adolf Hitler. Wilhelm Reich -pensador cercano al marxismo y al psicoanálisis del siglo XX- lo describe de manera formidable en su libro de 1933 “Psicología de Masas del Fascismo”. En su tesis, interpela al psicoanálisis y al pensamiento marxista de la época. Reich encontraba que el psicoanálisis estaba en falta de una lectura que superara la idea de sugestión y nos enseñó que, al ser los obreros quienes empalmaron a Hitler en el poder y no quienes se liberaron de sus cadenas en un momento de crisis, hubo algo de los procesos psíquicos y de los afectos que los comunistas en ese momento dejaron de lado.
Creo que la frase de Trump devela algo de eso. Su “día de la liberación” se presenta con una carga de excitación mortífera, similar a los efectos de la cocaína y la pasta base, excitantes que luego sumergen a los sujetos en una tristeza y en un letargo aún mayor. Parafraseando a Gilles Deleuze -filósofo francés del siglo XX-, la tristeza es un afecto servil al capitalismo. En ese sentido, la “liberación” de Trump se puede homologar a la libertad de traficar y asesinar de la que gozan los narcos, aislados en sus ghettos y armados hasta los dientes.
Parece que ese es el porvenir del imperio y su sistema de consumo que, por cierto, hoy goza de un secretario de Salud antivacunas, pero con una sociedad cada vez más adicta al fentanilo. Ahí está la libertad de los estadounidenses y la de los fanáticos de esta versión del autoritarismo. Por lo tanto y atendiendo los discursos y propuestas de la y los flamantes candidatos de la derecha en Chile, creo que se nos hace necesario interrogarnos si es ese el modelo de gobierno que deseamos para los próximos cuatro años de liderazgo en el Ejecutivo.
Por Fidel Lajara Erices
Coordinador Psicosocial. Codepu Chile. Abril 2025
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