Por Carlos Gutiérrez P.
Siempre será bienvenido poner fin a un conflicto militar a través de las conversaciones y negociaciones que lleva adelante el rol diplomático, pero de la misma forma siempre hay que estar atento a lo que realmente ocurre bajo la superficie, que es donde efectivamente se resuelve el asunto políticamente.
Algo de esta realidad es la que subyace en la reciente declaración del alto al fuego entre Israel y las milicias de Hezbolá, con un fuerte involucramiento de Estados Unidos, y lo que inmediatamente explotó con la reactivación de la guerra en Siria.
Se dice que Hezbolá no negoció directamente el alto el fuego, pero luego se afirmó que lo había aprobado el jefe interino de la organización Naim Qassem. Este acuerdo supone que Hezbolá retirará sus unidades al norte del río Litani e Israel retirará sus propias tropas del sur del Líbano. Mientras tanto, el ejército libanés ha enviado una fuerza de mantenimiento de la paz a la zona de contención del sur y contaría con todo el apoyo de la OTAN para ejercer su presencia total, eliminando el ascendiente de Hezbolá en esos territorios.
Los puntos del acuerdo son los siguientes:
- No agresión: Hezbolá y todos los demás grupos armados en el Líbano se abstendrán de iniciar cualquier acción ofensiva contra Israel.
- Compromiso israelí: Israel se abstendrá de realizar cualquier operación militar ofensiva contra objetivos en el Líbano, ya sea en tierra, mar o aire.
- Resolución 1701: Ambas naciones afirman la importancia de adherirse a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU (del año 2006, donde el Consejo pide un alto al fuego permanente basado en la creación de una zona de amortiguamiento).
- Legítima defensa: Estos compromisos no restringen ni a Israel ni al Líbano el ejercicio de su derecho inherente a la legítima defensa.
- Fuerzas autorizadas: Sólo las fuerzas militares y de seguridad oficiales del Líbano están autorizadas a portar armas u operar en el sur del Líbano.
- Supervisión de armas: La venta, el suministro y la producción de armas y materiales relacionados para el Líbano serán supervisados y regulados por el gobierno libanés.
- Desmantelamiento de instalaciones no autorizadas: Se desmantelarán todas las instalaciones no autorizadas que participen en la producción de armas o actividades relacionadas.
- Confiscación de armas no autorizadas: Se desmantelarán la infraestructura y las posiciones militares que no se ajusten al acuerdo y se incautarán todas las armas no autorizadas.
- Comité de Seguimiento: Se establecerá un comité acordado mutuamente para supervisar y apoyar el cumplimiento de estos compromisos.
- Notificación de violaciones: Israel y el Líbano informarán sobre cualquier posible violación al comité de vigilancia y a la FPNUL (fuerzas de paz de Naciones Unidas).
- Despliegue de seguridad fronteriza: el Líbano desplegará sus fuerzas militares y de seguridad oficiales a lo largo de todas las fronteras, puntos de cruce y dentro de la región sur designada, tal como se describe en el plan de despliegue.
- Retirada israelí: Israel retirará sus fuerzas al sur de la Línea Azul en un proceso gradual durante un período de hasta 60 días.
- Negociaciones facilitadas por Estados Unidos: Estados Unidos promoverá negociaciones indirectas entre Israel y el Líbano para establecer una frontera terrestre mutuamente reconocida.
Las interpretaciones sobre este repentino acuerdo son muchas y por supuesto variadas, pero las que aparecen más verosímiles son:
1. La fatiga de guerra por parte de Israel, que tras meses de conflicto con Hezbolá en el sur del Líbano no pudo cumplir su objetivo militar de ocupar territorio, desplazar y acabar con la milicia. Estas operaciones le habrían causado muchas bajas en personal y destrucción de medios y sus resultados fueron menores a lo logrado en la guerra del año 2006, enfrentando cada vez más una fuerte resistencia interior.
2. Hezbolá a pesar de todas las bajas en su estructura de dirección producto de los ataques selectivos de Israel, no vio mermada su capacidad de combate y, por el contrario, en las últimas semanas contuvo eficazmente al ejército israelí casi prácticamente en la frontera e incrementó sus ataques a la profundidad del territorio golpeando objetivos militares y los propios asentamientos en las colonias del norte de Israel.
3. Netanyahu declaró en forma muy expresa que esto era un alto al fuego temporal y no un cese de la guerra, admitiendo abiertamente que esta suerte de “pausa operativa” será aprovechada para reagruparse y rearmarse.
4. Israel y sus aliados de la OTAN llegaron a la convicción de que el plan de guerra ejecutado directamente contra Hezbolá no estaba conduciendo al triunfo total que esperan para remodelar el escenario estratégico de la región, ya que la resistencia de la milicia depende de la cadena logística y todo el apoyo que le brinda Irán a través del territorio sirio.
Por lo tanto, el eslabón débil de esta cadena en medio oriente es Siria y el objetivo ideal para una ofensiva militar, dando inicio al Plan B para el ejecutivo israelí.
• Desde 2011 le han declarado un estado de guerra civil a partir de la creación occidental de grupos “democráticos” de oposición y otros grupos musulmanes de carácter terrorista.
• Una parte de su territorio está bajo control de estas fuerzas opositoras, de Turquía y de Estados Unidos.
• Sus principales aliados son Rusia e Irán, los dos países que le ayudaron en la guerra civil para mantener el gobierno y la mayor parte de su territorio y que hoy han sido declarados como parte del nuevo eje del mal a nivel global.
• Irán, Irak, Yemen y Siria han sido declarados como el Eje de la Resistencia en la guerra contra Israel y en defensa del pueblo palestino.
• La ruta logística del apoyo iraní a Hezbolá pasa por el territorio sirio.
• No es necesario que Israel se involucre directamente en la invasión territorial, ya que para eso está el argumento de los “grupos opositores” al gobierno de Assad, además del incentivo y apoyo directo de Turquía (el enemigo de mi enemigo es mi amigo diría con satisfacción Israel).
• Con esta nueva guerra intentan distraer y agotar a Irán y Rusia (a este abriéndole un nuevo flanco), eliminar a un enemigo fronterizo como Siria, estrangular a Hezbolá, mientras Israel se recupera para acabar definitivamente con el asunto palestino en Gaza.
El jugador clave en esta nueva situación ha sido Turquía, que se ha caracterizado por haber tenido actuaciones ambivalentes en estas coyunturas, tanto ante el conflicto en Ucrania como en esta del Medio Oriente. Si bien ha sido explícito en una retórica anti israelí y de apoyo al pueblo palestino, varias denuncias públicas han existido sobre la mantención de ciertas relaciones y apoyos al gobierno de Netanyahu.
Los grupos terroristas que encabezan la invasión a Siria tienen sus bases en territorio turco, y son apoyados por este en material de guerra, información y logística. Turquía está salvando a Israel de su derrota estratégica.
Según la agencia Reuters, otro actor de la región muy dubitativo como Emiratos Árabes Unidos discutió con Estados Unidos sobre la posibilidad de levantar las sanciones a Siria si se distanciaba de Irán y cortaba las rutas de transferencia de armas a Hezbolá.
Como quedó claro que esas presiones no resultaron, se abrió la opción bélica.
Según la inteligencia rusa, este ataque fue planificado entre la inteligencia turca, ucraniana y francesa, con el apoyo israelí y la aprobación de Estados Unidos. Esta habría sido planeada hace dos meses y debería haberse ejecutado en marzo, pero los acontecimientos desastrosos para Israel en el Líbano adelantaron la operación.
Irán y el propio Irak, al igual que lo está haciendo Rusia, no están dispuestos a que caiga el gobierno sirio y ya han anunciado medidas de apoyo que consisten en el despliegue de tropas con involucramiento directo en la batalla. El primer ministro irakí, Al-Sudani, manifestó que la seguridad y estabilidad de Siria e Irak son las mismas.
Con todos estos movimientos políticos y militares, Estados Unidos y el atlantismo intentan recuperar la iniciativa estratégica en la región, generando una oportunidad para reconfigurarla en su totalidad, donde el premio mayor es la anulación definitiva de Irán y el desacople de los países árabes de Rusia (ya escribimos sobre esto en las Cartas 14 y 17).
En este nuevo escenario, el “asunto palestino” se ve más trágico, porque pierde centralidad, pierde apoyo de socios directos que enfrentan sus propios problemas, y le permite a Israel volver a concentrarse en la eliminación de Hamas y de cualquier aspiración de autonomía palestina, recuperando en algo su prestigio.
Para estos, lamentablemente poco importa que esto implique un nuevo nivel del conflicto, prolongando y ampliando el espectro de la guerra, con todos los costos humanos y materiales que significan, además de la incertidumbre de los derroteros que pueda conllevar, ya que los países de la región se juegan su propia existencia y el camino de confrontación entre los dos modelos del sistema internacional parece no tener vuelta atrás.
Aquí quedan dos grandes conclusiones. Por una parte, como recientemente lo anunció el presidente Putin, a propósito de la escalada de ataques con misiles occidentales en la profundidad rusa, el conflicto ha pasado a tener un carácter global.
Por otra parte, debiera dejar varias lecciones para los países que han sido y están siendo objetivo de confrontación del atlantismo, en el sentido que el ocaso de ese proyecto todavía está lejos y que en su decadencia no trepidará en arrastrarnos a la cabalgata con los jinetes del apocalipsis.
Por Carlos Gutiérrez P.
Carta Geopolítica 25, 3/12/2024
Centro de Estudios Estratégicos de Chile (CEECH)
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