Chile cambió. De eso ya no queda duda. Los ciudadanos estamos hastiados, espantados y hasta ofendidos por una realidad que nos golpea en la cara ahora que estamos más atentos, y cuando el acceso a la información es mayor y más pluralista.
Lo que antes no era noticia porque “no implicaba muertos, o no había sangre, por lo tanto no vende”, hoy nos interesa, sobre todo si eso implica sentirse afectado por un clima político y social que nos violenta. Increíblemente, hoy la gran agenda periodística se centra en la política y en los cambios sociales que se generan de ésta.
Estamos enojados, estamos cansados y nos embarga la desconfianza, pero restarse de los pocos espacios de participación que se abren, como por ejemplo, el Proceso Constituyente, es a mi juicio, un error.
Podemos tener dudas respecto al rol del gobierno en el proceso, o incluso sentirnos molestos por no tratarse de un proceso vinculante, sin embargo, del peso ciudadano volcado en los Encuentros Locales y en los Cabildos Provinciales y Regionales dependerá la presión social que recaerá no solo sobre este gobierno, sino en el próximo parlamento. Y ante la mínima posibilidad de influir en las bases para una nueva Constitución, yo elijo ser parte.
Suspicacias más, suspicacias menos, esta es la primera posibilidad real de influir en una constitución construida sobre las bases de la participación ciudadana. Es una gran posibilidad de expresar nuestro descontento, más allá del estado de Facebook o el descargo en Twitter.
Quienes organizaron Encuentros Locales Autoconvocados, participaron de Cabildos Provinciales y se preparan para los Cabildos Regionales, atesorarán la experiencia de haber realizado el histórico ejercicio de participación levantando su mano para dar una opinión sobre el Chile que soñamos, con nuestros vecinos, y también junto a desconocidos con el mismo interés.
Quienes se restaron señalando que todo esto ya está orquestado, no solo le faltan el respeto de miles de chileno (sorprendentemente una gran cantidad de adultos mayores), que dedicaron tiempo para discutir sobre el futuro cívico y social que nos espera.
La crítica apática también resta importancia a instancias como el Consejo Ciudadano de Observadores, garantes del proceso, donde todos los mundos y visiones políticas están representadas y que han seguido muy de cerca la ejecución del Proceso Constituyente velando porque éste sea representativo y objetivo.
En mi opinión, perder (aunque según criterio de mucha gente sea una mínima posibilidad) de que efectivamente mi opinión cuente, es una manera de validar el clima de actual desconfianza que día a día presenciamos en nuestros barrios, en nuestro entorno, en nuestras conversaciones y en nuestras Redes Sociales.
Pamela Matus Moll
Periodista, Región de Los Ríos
Twitter: @PamelaMatus_