Los importantes avances que se han dado en la incorporación de los derechos humanos en el ámbito empresarial desde la aparición de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el año 2011, nos han permitido a nivel global contar con diversas propuestas y modelos han avanzado desde la denominada “responsabilidad social empresarial” hacia lo que hoy conocemos como “comportamiento socialmente responsable”, este último considera las operaciones regulares de las empresas y no solo acciones de mitigación o aportes a las comunidades fuera de los modelos de producción de dichas empresas.
Las empresas consideradas como un actor no estatal, debe asumir su responsabilidad de respetar los derechos humanos y desarrollar acciones para reparar los impactos negativos que puedan ocasionar en el marco de sus operaciones.
“Estos Principios Rectores se aplican a todos los Estados y a todas las empresas, tanto transnacionales como de otro tipo, con independencia de su tamaño, sector, ubicación, propietarios y estructura” se señala en este instrumento internacional, que si bien es cierto es de carácter voluntario, su construcción tiene como sustento una serie de tratados y convenios del derecho internacional de los derechos humanos, incluidos los convenios fundamentales de la OIT.
Los Principios Rectores se transforman entonces, en un instrumento fundamental para avanzar en la sostenibilidad de las empresas, en momentos que los impactos no deseados por la actividad empresarial son cuestionados cada vez más por distintos actores y grupos de interés, incluidos los inversionistas que buscan empresas sostenibles y que den seguridad a las inversiones de mediano y largo plazo.
Chile: muy atrás de la tendencia mundial
En nuestro país vamos muy atrás de las tendencias mundiales en este ámbito, algunos aspectos que nos están condicionando son la mentalidad y cultura empresarial nacional, que se transforma en uno de los principales desafíos, una visión tradicional que se centra únicamente en la maximización de las ganancias a corto plazo y que normalmente no considera los impactos sociales y ambientales.
La falta de formación de los lideres y gestores empresariales no permiten colocar a la sostenibilidad como un objetivo estratégico, es otro de los obstaculizadores. A lo anterior se suma la falta de regulación adecuada que coloque estándares a cumplir por todas las empresas y que no genere entonces competencias desleales entre los que invierte o no invierten es el desarrollo e implementación de las acciones necesarias.
Cómo impulsar modelos de sostenibilidad
La exigencia y valoración por parte de la sociedad de la transparencia y reportes regulares de las empresas, que informen sobre los distintos impactos sociales y ambientales generados en las actividades regulares de las empresas, resultan fundamentales como un impulsor efectivo en la implantación por parte de las empresas de modelos de sostenibilidad.
Por último, los modelos de gobernanza de las empresas pueden ser uno de los gatilladores más importante para el cambio de modelo en el ámbito empresarial, cada vez es valorada la diversidad en los espacios de decisión política y estratégica de las empresas e instituciones.
En todo lo anterior la mirada desde un enfoque de los derechos humanos de las actividades empresariales, no solo resulta éticamente recomendable, sino que efectivo para mejorar los resultados y valoración de las empresas e instituciones por parte de los distintos grupos de interés.
Roberto Morales F.
Consultor de Diálogo Social y Derechos Humanos y Empresas.
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