EL 26 de septiembre se celebró el Día Internacional para la Eliminación de Armas Nucleares. En ese contexto y mientras los jefes de Estado se reúnen esta semana en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el número de cuasi-accidentes nucleares va en alza. Costosos programas de modernización no parecen ser lo suficientemente seguros y un ciber ataque sobre las infraestructuras nucleares es más probable que lo que se había pensado previamente. La prohibición de esas catastróficas armas es urgentemente necesaria.
Ese día consagrado a esta noble causa fue establecido por la Asamblea General de 2013 para reafirmar su compromiso con el desarme nuclear global como una alta prioridad. Sin embargo el estado actual de las negociaciones no parece reflejar ese “compromiso” establecido por las Naciones Unidas.
A pesar de la clara evidencia de que las armas nucleares podrían causar catastróficas consecuencias humanitarias, los Estados que poseen armas nucleares y los Estados bajo el paraguas nuclear, parecen desinteresados en reducir su dependencia de esas apocalípticas armas.
Habiendo recientemente fallado en lograr un acuerdo en la Conferencia de revisión quinquenal, el Tratado de no proliferación nuclear vigente no está moviendo al mundo en la dirección de un desarme nuclear como lo establece su artículo sexto.
En los pasados diez años hicieron noticia el creciente número de accidentes y brechas en la seguridad de las instalaciones nucleares. Estos incidentes han dejado al descubierto el extremadamente inquietante estado de las negociaciones. Ejemplos sobran, por citar sólo algunos:
En julio de 2015, fueron arrestados un grupo de terroristas en Italia por planear una acción contra la base nuclear de Ghedi, perteneciente a la OTAN, la cual almacena 20 bombas atómicas B61 norteamericanas. Esta base militar es una de varias bases aéreas en Europa que la fuerza aérea norteamericana concluyó que no reunía los estándares de seguridad necesarios para el almacenamiento de armas nucleares.
En 2009, colisionaron dos submarinos nucleares uno francés y el otro inglés debajo de la superficie del Océano Atlántico. Cada submarino Trident del Reino Unido transporta alrededor de 40 cabezas nucleares de una potencia equivalente a 100.000 toneladas de explosivos cada una. La colisión de los submarinos podría haber ocasionado un desastre de inimaginables proporciones.
El riesgo de ciber ataques sobre instalaciones nucleares está también creciendo. De acuerdo a una reciente investigación de la Universidad de Columbia y el Instituto de estudios para la guerra y la paz “las instalaciones nucleares son por su naturaleza vulnerables a los ciber ataques, ellos pueden ser blancos prioritarios en virtud de su importancia estratégica, y por ser sistemas altamente computarizados”
Dada la falta de información accesible y transparente que tenemos de los nueve países poseedores de armas nucleares en el mundo, estos incidentes bien podrían ser la punta del iceberg. El mundo ha evitado ya una detonación nuclear cuando un militar ruso evitó un contraataque ante un supuesto bombardeo nuclear norteamericano, pero no podemos contar con estos “golpes de suerte” indefinidamente.
Los recientes estudios sobre la magnitud de las consecuencias de las armas nucleares expuestas durante las tres conferencias sobre el impacto humanitario de sus detonaciones, sumado a las fallas en la seguridad de los arsenales nucleares fijos y móviles han incrementado la urgencia por encontrar un camino para contener la dantesca amenaza a la seguridad humana que las armas nucleares representan.
Un creciente número de Estados no poseedores de armas nucleares y organizaciones de la sociedad civil se están movilizando para tomar este asunto en sus propias manos. Como resultado de la tercera Conferencia sobre el impacto humanitario de las armas nucleares efectuada en Viena, 117 Estados se unieron a Austria comprometiéndose formalmente a trabajar por la prohibición y eliminación de las armas nucleares.
“Es francamente impresionante que armas capaces de producir tan desastrosas consecuencias no estén aun prohibidas. Aquellos Estados que no poseen armas nucleares no deberían aceptar el actual status quo, el cual pone al mundo en riesgo de una catástrofe humanitaria de proporciones inimaginables. Hemos sido afortunados en evitar una detonación hasta ahora, pero debemos dejar de confiar en nuestra buena suerte y comenzar las tratativas para prohibir las armas nucleares”, plantea la Directora Ejecutiva de la Campaña Internacional para la prohibición de las armas nucleares (ICAN), Beatrice Fihn.
Para los humanistas del mundo es un imperativo moral que esos Estados trabajen ahora en negociar un tratado para prohibir las armas nucleares, aún si los Estados que las poseen no lo suscriban. Es ahora cuando la ONU tiene la gran oportunidad de enfrentar su tarea pendiente en torno a este trascendental asunto.
Juan Gómez Valdebenito
Centro de estudios Humanistas Cehum-Aletheia, miembro de la Campaña Internacional por la prohibición de las armas nucleares (ICAN)
Brigada de Paz Partido Humanista