Para 1825 Bolivia nacía en medio de un caos, de confusión, repleto de caudillos inespirituales, déspotas, alguno se consideraban letrados, henchidos de principios democráticos, latifundistas que habían heredado por sus antecesores, donde creaban sus prerrogativas, de su dinero, de su falta de cultura criolla, tinterillos políticamente, llenos de nacionalidad insuficiente para generar un labor cultural, la cual mostraba su sujeción e ignorancia de los unos y a la superioridad moral y económica de los otros. “Un país de propietarios para propietarios”, como en muchas repúblicas sudamericanas donde se sufría del darwinismo social, lo que dejó un vacío del poder político yes donde el ejército se aprovechó y llenó ese poder político.
Nadie puede negar que el militarismo fue clave para entender una época de convulsión, de transición de guerrillas, revoluciones, hasta de pacificaciones, y que también fue la única fuerza que pudo dominar un continente, con sus generales: Bolívar, San Martin, O’Higgins y muchos más.
La historia de Bolivia es una historia de militares. Sobre todo en el siglo XIX Bolivia no pudo sobrevivir sin el militarismo. Están los civiles como José María Linares muy amigo de ellos, que no pudo conservar su régimen moral; está Thomas Frías que además de quemar el palacio muere en la pobreza en Italia, como en los cuentos del Gabo Márquez “Buen viaje, señor presidente”.
Volviendo al militarismo lo trágico es que es una historia de traiciones, por ejemplo en la misma campaña de la guerra del pacífico el Gral. Mariano I. Prado Presidente del Perú y director Supremo de guerra pensaba que había sido traicionado por Hilarión Daza Presidente de Bolivia. Y Daza traicionado por Narciso Campero de la 5ta división proveniente de Tarija que se pone a disposición del minero Aniceto Arce, en resguardo de las minas de la Huanchaca.
Dentro de esa correlación era evidente que no podía mantenerse íntegro nuestro territorio si no se lo defendía, si no se lo administraba y si no se lo educaba. Marcamos una ingenuidad en la cual nunca encontramos el camino para gobernar, siempre creíamos que los títulos de dominio eran suficientes, emergidos de los instrumentos de la Corona, al crearse la República que habíamos heredado.
La guerra del pacífico epílogo de la batalla de Yungay
Haciendo un paréntesis y para darle un sentido de justicia a nuestra historia y no olvidarla por decoro, tenemos que mencionar al Mariscal de Santa Cruz que quería unificar a Perú y Bolivia denominada la Confederación… dentro de sus sueños estaba incluir Ecuador y Chile… Eso generó un sentido de alerta y desde Buenos Aires el presidente Rosas pensaba que Santa Cruz usurpaba América, comenzó a conspirar y buscar aliados para destrozar la confederación.
Rosas formalmente le declara la guerra cuando manda a los hermanos Heredia gobernador de Tucumán a que invada Bolivia, en un primer momento derrotado por el ejército alemán comandado por el Mariscal Braum.
Luego aparece Diego Portales de origen chileno después de ponerse en contacto con Rosas y se convierte en el cerebro de la aniquilación de la confederación, con frases como “debemos dominar para siempre en el pacífico: ésta debe ser su máxima ahora, y ojalá fuera la de Chile para siempre.»
Ya para 1836 Blanco Encalada en una expedición chilena es encontrado por el Mariscal Santa Cruz y es perdonado, pero eso le costará muy caro para futuro, cuando vuelve la expedición a cargo del jefe chileno Bulnes es derrotado en Yungay, que no solamente va significar la desaparición de la confederación, sino que la guerra del pacífico va significar el epílogo de la batalla de Yungay.
La vuelta del caudillismo
El caudillismo irresponsable hizo de nuestra democracia un sarcasmo a nombre de la república, y ese desarrollo fue influenciado desde el internacionalismo, generando un tartufismo diplomático extranjero que residió en Bolivia, ahí comienza una injerencia sobre la política nacional. Como ejemplo, lo que pasó con la representación chilena durante la presidencia de Melgarejo terminando por el impuestazo de los 10 centavos a causa del maremoto de 1877 a la empresa anglo – chilena compañía de salitre.
Bolivia pierde el mar porque para 1879 no había salido de la anarquía militar, de la élite y minoría blanca que vivía en el ocio, servida por sus indios, una economía pobre y un desconocimiento de sus propios territorios inexplotados y desiertos. Los gobernantes cambiaban de turno, mediante sus caudillos o sus populistas. Abajo, un pueblo ignorante y la ilusión de que Bolivia era una nación cuando apenas éramos una sombra.
Por eso nunca llegamos a poseer el territorio nuestro, según el utis posidetis juris de 1810, en otras palabras la jurisdicción de la Real Audiencia de Charcas. Bolivia nacía con 2.300.000 kilómetros cuadrados con que nacimos a la vida independiente, en los tiempos de Melgarejo mencionado anteriormente perdíamos 180.000 K², es donde Chile se aprovecha de 30.000 K² por el tratado de 1866 donde se establecía la explotación de guano, metales y minerales, y ya en la guerra del pacífico con la invasión chilena perdimos la costa marítima con el litoral de 90.000k².
Hasta ese entonces no se había tenido hechos sobresalientes, por eso la Guerra del Pacífico significó la sumisión que nos encierra en nuestras cordilleras, una economía, una historia entre motines, golpes de estados, por eso ya el pensador René Zabaleta Mercado dijo que a la casta gobernante durante la guerra del Pacífico más le hubiera dolido perder a la Virgen de Copacabana que perder el mar.
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Sergio Salazar es estudiante de Derecho y Militante de Columna Sur, Bolivia
Karen Alanoca fue Señorita La Paz 2014, actual Gerente de Petroal SRL, coordinadora de obras sociales y militante de Columna Sur, Bolivia