Gracias, pero no, no quiero ninguna celebración por el Día de la Mujer. Simplemente, porque no hay nada que celebrar. Me hace sentir inferior, lo siento como un gesto de condescendencia. Una demostración de que no estamos en igualdad de condiciones y de que falta mucho para que lo estemos.
Cada año, el Día de la Mujer es un triste recordatorio de la posición que ocupamos en la sociedad. Y eso es claro, la violencia sobre la mujer no ha disminuido, ni en nuestro país ni en el mundo: Femicidios, violaciones, esclavitud y mutilación sexual, redes de trata de mujeres.
Desigualdad en las remuneraciones, falta de reconocimiento por el trabajo que se realiza en la casa y la crianza de los hijos. Acoso laboral, estigmatización y hostigamiento en caso que la mujer asalariada se embarace (actitud asumida casi siempre por esos “pro-vida” que tanto pregonan los derechos de los no nacidos, pero a quienes les importan muy poco los nacidos, sobre todo si son pobres).
Y un montón más de situaciones que hace que ser mujer siga siendo muy difícil.
Si aun así insisten en recordar este día, partamos por cambiar el término ‘celebración’ por ‘conmemoración’, que es más apropiado. Y por favor: no necesitamos flores, vedetos, manicure ni peluquería en la plaza de la comuna. Hay maneras más concretas y útiles para darle real sentido a este día.
Por ejemplo, al menos por un día los hombres podrían dejar de «ayudarnos» en la casa, porque se supone que la familia es una tarea compartida, sobre todo si la mujer trabaja fuera del hogar. Digan: “yo lo hago” y mañana y pasado mañana vuelvan a decirlo, hasta que lo asuman y se convierta en algo tan natural, que ya no sea tema.
También sería bueno que ese día todos los jefes nos subieran el sueldo y quedáramos ganando lo mismo que los hombres si realizamos el mismo trabajo. Es bien simple: mismo trabajo, misma remuneración.
También es un buen día para que los hombres empiecen a eliminar de su vocabulario las palabras “maraca”, “puta”, “perra”, “camboyana” y muchas otras con que suelen referirse a las mujeres que viven con libertad su sexualidad. Porque cuando esa misma actitud la tiene los hombres, son tratados de mujeriegos, casanovas, campeones, hijos de tigre, etc.
De pasadita sería bueno que reflexionaran si les gustaría que sus madres, hijas y hermanas fueran tratadas con esos epítetos.
Para qué decir lo feliz que nos haría que los ejecutivos de las isapres dejaran de cobrarnos más por los planes solo por estar en edad fértil. Que nos castiguen por estar en condiciones de procrear y preservar la especie, parece demencial.
Sería bueno asimismo que los provida, tan preocupados de nuestros derechos reproductivos, emitieran una opinión en contra de esta discriminación. Si quieren tanto que paramos bajo cualquier circunstancia, incluso si el embarazo es producto de una violación, o aunque no nos sintamos capaces de esa tarea, y aun si ese embarazo es inviable, al menos podrían ayudarnos en eso.
Y hablando de derechos. Este sería un buen día para que dejaran de decirnos que no podemos abortar. Que no tenemos derecho sobre nuestro cuerpo, que es solo un «préstamo», y ser juzgadas por pensar que sí tenemos derecho a decidir. Que no es justo que nos impongan su moral cristiana y sus dogmas de fe a las que no somos creyentes y pensamos que un conjunto de células recién formadas no son una «guagüita».
Otro regalo genial sería que, si ese día nos ven molestas, distraídas o con el ánimo diferente al de otros días, lo tomen así, simplemente y eviten preguntarnos: «¿andas en esos días?”. Porque no andamos en ningún día. No somos robots y cada día tiene su afán, eso es todo.
¿Alguien les pregunta a los hombres si andan en sus días cada vez que gritan, o insultan al tipo que los mira feo? ¿Se imaginan a los árbitros preguntándoles a los jugadores de fútbol si andan en sus días cuando se agarran a combos y patadas? Sería ridículo, ¿verdad? Igual de ridículo -además de ofensivo- nos parece a las mujeres esa pregunta.
Podría llenar varias páginas sobre gestos y actitudes simples, que servirían para ir igualando la cancha entre hombres y mujeres. Porque si las mujeres pudiéramos usar todas nuestras capacidades en vez de tener que usar gran parte de nuestra energía para demostrar que sí las tenemos, este mundo sería mucho mejor para todos.
Hombres y mujeres que se respeten, se acepten con sus diferencias obvias, pero sean iguales en derechos, capacidades y obligaciones.
Sabremos que eso se logró cuando el Día internacional de la Mujer sea solo un recuerdo.
Ojalá nuestras hijas y nietas ni siquiera sepan que hubo un tiempo en que se necesitaba un día al año para reflexionar sobre nuestra situación, porque el patriarcado era el sistema en que nacíamos y vivíamos las mujeres.