En 1996, la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a los Estados Miembros a celebrar el Día Internacional de la Tolerancia el 16 de noviembre. Así cada año se conmemora un día especial, donde existe el compromiso de fortalecer la tolerancia, mediante el fomento de la comprensión mutua entre las culturas y los pueblos, así como entre ciudadanos que habitan y comparten un mismo territorio.
En los tiempos convulsionados y beligerantes en los que vivimos, este día nos debe llamar a reflexionar y a preguntarnos: ¿Cómo nos estamos relacionando? ¿Qué estamos enseñando a nuestros niños como vínculo con el otro? ¿Qué estamos dejando como legado de respeto a la diversidad? ¿Cómo estamos construyendo sociedad?
El diálogo, el respeto por la opinión del otro, el disenso con capacidad de escucha activa para co-construir colectivamente una respuesta que nos una, nos debiese llevar a meditar y actuar para socializar con empatía, en búsqueda de soluciones a nuestros problemas en concordancia o consenso con otros, respetando y tolerando nuestras legitimas y necesarias diferencias.
Una sociedad que no alimente el cuidado de las relaciones tolerantes entre sus ciudadanos y la protección del vínculo con legítimo derecho a disentir, es una sociedad destinada al fracaso, a la disputa, a la violencia, al conflicto, a la radicalización de posiciones entre diversos y finalmente al menosprecio fundamental de la vida humana.
Este 16 de noviembre es un día para conmemorar, pero por sobre todo para reflexionar, con el fin de comenzar a actuar en nuestra cotidianidad respetando, empatizando y tolerando al legítimo otro y nuestras diferencias, con capacidad de diálogo, escucha, negociación y consensos.
Por Alberto Blest
Director de carrera de Trabajo Social UDLA sede Viña del Mar