A diez años de la muerte en combate del hermano y compañero Matías Catrileo los pueblos de Chile lo saludamos.
No hay nada más difícil en política que escribirle a un hombre. Hablamos de pueblo, de ciudadanos, de naciones, de grupos, pero no de hombres. Sin embargo a diez años de la muerte de nuestro hermano debemos recordar que en última instancia la liberación nacional la hacemos TODOS, pero también CADA UNO de nosotros.
Matías murió en una maniobra colectiva de recuperación de tierras usurpadas, fue la acción de un pueblo en la lucha de un pueblo, pero realizada por gentes concretas que son padres, hermanos e hijos de otras gentes concretas. Un weichafe es también y por sobre todo una persona y un prójimo. El Estado colonial chileno mató a un combatiente, pero antes que eso mató a un hombre.
Matías era mi prójimo, y bien digo pues la palabra prójimo viene del concepto de “próximo” y de la acción de aproximarse a un otro. Es por ello que el prójimo no es un a priori de nuestra realidad, sino una instancia construida a partir del reconocimiento de las otras gentes, que nos permite acercarnos a su realidad particular y reconocernos en la alegría y el dolor de ser lo mismo, a pesar de ser distintos.
Cuentan quienes lo conocieron, que el compañero Matías siempre se acercó a sus hermanos y reconoció su dolor en el de todos, reconoció su historia en la de todos, reconoció su injusticia en la de todos. Matías hizo del otro su prójimo y cayó en combate por su comunidad de prójimos, nuestro hermano Pueblo Mapuche.
Matías murió por todos, pero murió él. Matías luchó por todos, pero luchó él. Matías reconoció a su prójimo y no dudó en arriesgar su vida por él, porque quienes lo conocieron cuentan que Matías fue un hombre valiente y eso no me atrevería a dudarlo.
Siempre es más fácil escribir a un pueblo, a una nación, a un grupo, porque los pueblos, las naciones y los grupos no tienen miedo, sus gentes tienen miedo. Pero a diez años de su muerte, no podemos dejar de escribirle a Matías, porque de seguro (como todos los hombres valientes) Matías también tuvo miedo, Matías también tiene una familia que hoy después de diez años lo volverá a llorar. Pero Matías fue un hombre valiente, un hombre de esos que necesitó a su Pueblo para dibujar el horizonte, pero un hombre de los que el pueblo necesita para caminar.
3 de enero de 2018
Jamadier E. Uribe Muñoz
Director
Núcleo 12 de Octubre de Pensamiento Decolonial