Según los últimos cómputos oficiales (CNE), Daniel Noboa habría ganado las elecciones en Ecuador con un 55% de las preferencias, contra el 44,38% de los votos obtenidos por la candidata del pueblo Luisa González (RC), quien con coraje y dignidad se ha atrevido a denunciar fraude electoral.
Sí, porque hoy en Ecuador hay que tener coraje y dignidad para hacerlo. En un país donde la violencia es pan de cada día, donde a 24 horas de las elecciones, el presidente/candidato decreta estado de excepción (suspendiendo los derechos y garantías constitucionales de la población) a siete provincias y donde militares armados, en las calles y en los centros de escrutinio, estuvieron presentes durante toda la jornada electoral.
Luisa González y sus aliados –entre ellos el ex presidente Rafael Correa– desconocen los resultados por una serie de situaciones irregulares en el proceso electoral del pasado 13 de abril, que van desde lo grotesco a lo matemático.
En primer lugar, Correa cuestionó, a través de X, los resultados afirmando que “son imposibles”, explicando que “Todos saben que estos resultados son imposibles. Sacamos el mismo 44% de la primera vuelta. Estos mafiosos hubiesen podido disimular un poquito más”.
También, a través de X, Luisa González difundió lo señalado por Correa, en cuanto a que se implementó una trampa con los bolígrafos para que sus votos pasaran a Noboa, basándose en un informe de la misión de observadores de la OEA, que advierte que durante el cierre y escrutinio, la tinta utilizada para marcar las papeletas se transfería entre opciones políticas al doblarlas, lo que generó confusión e incluso anulaciones en ciertos casos.
Este fraude electoral tendrá consecuencias, en primer lugar para el pueblo ecuatoriano. Como afirma González “Ante mi denuncia de megafraude y su desesperación por callarnos, se viene más persecución”, refiriéndose a las declaraciones emitidas por el Ministerio de Gobierno de Ecuador en el comunicado «La venganza de los malos perdedores», refiriéndose a un supuesto plan de “magnicidio” contra Noboa, atribuido a “sicarios mexicanos” y “sectores políticos derrotados”.
Frente a estas acusaciones, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum desmintió categóricamente una acusación tan burda, que tal vez se deba a que ella decidió esperar antes de reconocer el resultado de las elecciones, y a días de ellas, ha señalado que no va a reanudar sus relaciones con Ecuador.
Otro ejemplo de claridad y valentía, Sheinbaum no corrió a reconocer un triunfo –que millones de ecuatorianos cuestionan–; lo mismo habríamos querido de parte de otros mandatarios. No nos extrañan las rápidas felicitaciones de parte de Estados Unidos y Europa, sí nos desilusiona nuevamente que nuestro gobierno corra a congratularse y felicitar a un presidente elegido bajo serios cuestionamientos.

Solidarizamos con el pueblo ecuatoriano y con su derecho de elegir a sus representantes y con su derecho de construir su futuro democráticamente y no bajo estados de excepción, represión y amenazas.
Por Félix Madariaga
Fuentes:
El Indoamericano, 21 de abril de 2025.
Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.