Eduardo Rivera, ingenuidad y desatino

¿El desgaste de una campaña electoral a la gubernatura y la desaceleración de su carrera vale una diputación plurinominal para el endeble grupo político al que pertenece?

Eduardo Rivera, ingenuidad y desatino

Autor: Luis Martinez

Si uno ve en el papel la trayectoria política del yunquista Eduardo Rivera Pérez, no puede negar que tiene las credenciales para ser el candidato idóneo de su partido a la gubernatura de Puebla: 2 veces alcalde de la capital, diputado federal, diputado local, Presidente de la Asociación Nacional de Alcaldes ANAC, Secretario del CDE del PAN, Consejero Nacional, hombre de familia, católico, símbolo de la cultura del esfuerzo, es decir, el ideal de las y los electores afines al partido conservador en Puebla.

Algunas otras plumas dudaban hace unos meses si el ahora precandidato, daría el paso y saltaría al abismo de la candidatura por el frente opositor.

Pero sí pasó.

Hasta el más novel analista político, incluso cualquier persona más o menos informada, sabe que las condiciones para la alianza PAN, PRI, PRD son muy desfavorables en el Estado de Puebla.

Probablemente, Eduardo Rivera sea el mejor candidato en el peor momento.

¿La pregunta es por qué emprender la misión imposible?

Aún no logro ver, ¿qué gana perdiendo?

Su carrera política tendrá una sobreexposición mediática en días venideros y veremos su cara en espectaculares y spots televisivos, pero será temporal; tres meses y después al olvido por al menos tres años tras su derrota.

El 2021 llenó de espejismos al panista. Luego de perder ante Claudia Rivera Vivanco en 2018, regresó y ganó, o al menos él cree que ganó, y recuperó la plaza para su partido.

Las condiciones políticas con las que alcanzó por segunda vez la alcaldía son diferentes: Hoy ya no tendrá el apoyo de un gobernador y su grupo político que le favoreció. Hoy su actual adversario no enfrenta el rechazo mediático, partidista y social que enfrentó su adversaria en 2021.

Hoy en el estado de Puebla no viene a «corregir un rumbo» que nadie le pida que corrija. La aceptación y desempeño del gobernador Sergio Salomón Céspedes no abre posibilidad a un voto de castigo.

En 2021 se enfrentó a un partido político, Morena, fragmentado y sometido. En donde varios sectores hicieron «operación de brazos caídos«, no para favorecerle a él, sino para perjudicar a su contrincante. Hoy ese partido, a pesar de los jaloneos, es un bloque único donde todas las fuerzas, voces y grupos se han unido en torno a Alejandro Armenta Mier.

Con el Plan C como motor de campaña, el partido en el poder va por todas las canicas en todos los distritos. Hay pocas posibilidades para que el voto diferenciado de 2021 se repita.

Hoy la alianza que impulsa al oriundo de Toluca es la que está en crisis. Padece la deserción de priistas que ante la apertura de espacios y la inminente derrota buscan refugio del otro lado. La abyección del poder está dejando sin operadores a Eduardo Rivera en el interior del estado donde justamente necesita apuntalar su presencia. Ganar la gubernatura ganando la capital y la zona Metropolitana es posible pero no bajo estas condiciones.

Se esperaba un fenómeno de arrastre e impacto en la actual candidata presidencial Xóchitl Galvez. Pero su desastrosa campaña plagada de pifias y escándalos perjudica también al resto de competidores que van por el mismo frente.

Con este escenario político sólo queda preguntarse si Eduardo Rivera está siendo sumamente idealista al punto de la ingenuidad, o está desatinando en su carrera y decisiones políticas.

¿El desgaste de una campaña electoral a la gubernatura y la desaceleración de su carrera vale una diputación plurinominal para su compañera del hoy endeble grupo político al que pertenece?

¿Buscará la gubernatura en 2030? En Puebla la historia se reescribe cada seis años – a veces menos por circunstancias de la vida. Nadie se atreve a vislumbrar tan lejos.

Un detalle me señala que Eduardo Rivera no está en su mejor momento o está pésimamente asesorado. Su prematura solicitud de licencia careció del «timing» necesario y lo orilló a llegar a esta intercampaña sin cargo público que le permita mantenerse en el reflector.

Eduardo se condenará al olvido. Por ingenuo o por pensar mal las cosas.

Hasta la próxima.

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