Hoy los estudiantes secundarios por primera vez incorporamos de forma unísona a nuestro petitorio el concepto y la demanda de avanzar hacia una Educación NO sexista.
Nuevamente la reforma se queda coja con respecto a cómo trasformamos nuestra educación, que todavía mantiene ciertas lógicas sexistas en la formación de los futuro hombres y mujeres de nuestra patria. El desafío es avanzar a una educación igualitaria, sin distinción de sexo y sin estereotipos masculinos o femeninos, como también de qué forma caminamos a terminar con liceos públicos que tienen proyectos educativos orientados a un solo sexo.
Desde los inicios de la educación pública en Chile, esta ha sido caracterizada con tintes sumamente machistas. El Instituto Nacional nace en 1813 para “dar a la patria ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor”, por supuesto que el lema iba hacer ese, ya que en esos tiempos los encargados de dirigir nuestro país eran solamente hombre.
En paralelo al Instituto Nacional nace el Instituto de Señoritas de Santiago, pues su fin no era entregar ciudadanas que hagan florecer la patria, sino más bien, su objetivo era “formar futuras madres de familia”. Es indudable que hoy el Liceo 1 de niñas Javiera Carrera (Ex Instituto de Señoritas de Santiago) a lo largo de su historia ha entregado grandes mujeres que han aportado de forma considerable al desarrollo de nuestro país, a través de la política, las ciencias, las artes y la cultura.
Pero a medida que hemos avanzado en eliminar ciertos parámetros homogéneos y sexistas, hemos mantenido en la estructura y en los proyectos educativos de ciertos liceos, la discriminación en el ingreso al establecimiento, es decir, mantenemos hasta el día de hoy liceos sólo para hombres o sólo para mujeres. Lo cual se contradice con convenios que Chile ha firmado y ratificado, así lo hace a través de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979, donde se aprueba la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer”, esta convención entrega normas básicas denominadas también derechos humanos que establecen derechos y libertades mínimas que los gobiernos deben cumplir.
En este convenio los países se comprometen a la “eliminación de todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza, mediante el estímulo de la educación mixta y de otros tipos de educación que contribuyan a lograr este objetivo y, en particular, mediante la modificación de los libros y programas escolares y la adaptación de los métodos en enseñanza.”
En consecuencia, ¿Qué pasa con Chile? ¿Por qué desconocemos un convenio internacional de derechos humanos? ¿Por qué somos discriminados dentro de la Educación Pública por proyectos educativos estereotipados y con fines sexistas?
Es necesario que avancemos hacia una Educación Pública con proyectos educativos que garanticen a todas las familias chilenas, una educación inclusiva, sin discriminación por sexo, sin violencia y donde la comunidad educativa sea un pilar fundamental para el desarrollo integral de todos los niños y niñas en la escuela.