En su polémica participación en el programa de televisión El Informante, José Piñera exhibió un gráfico hecho en base a datos de José Piñera, interpretados bajo la visión económica de José Piñera y todo lo que manifestó y opinó estuvo de acuerdo a la percepción del mundo de José Piñera. Y de pasó, hizo gala de toda la soberbia y la tozudez de, ¡no olvidar por favor!, un ministro de Pinochet.
Ese es el país inventado de José Piñera. Mientras tanto, en otro planeta, un planeta llamado Tierra, en un país conocido como Chile, bien real y desigual por cierto, son millones de chilenos y chilenas que, pese al esfuerzo de toda una vida, reciben pensiones miserables y están condenadas a vivir vidas indignas en la etapa más difícil de nuestra existencia.
Se trata de un problema fundamentalmente político, no económico. Por supuesto que la economía es gravitante en la adopción de cualquier decisión de un Estado. Eso es incuestionable. Pero se trata de construir un país más justo e igualitario, en el que el esfuerzo de muchos años de trabajo, además de permitir que los empresarios se enriquezcan y contribuir con nuestra fuerza laboral al desarrollo de Chile, se vea reflejado en una vejez digna, en una “vida vivible”. Es lo mínimo que se puede pedir.
Esa es una decisión política porque compete al pueblo y sus legítimas aspiraciones, y la mayoría de los chilenos y chilenas están hace mucho tiempo descontentos con las Administradoras de Fondos de Pensiones. Al contrario de lo que sostiene José Piñera en su “performance” televisiva, la tasa de reemplazo en Chile es menor al 40% y la tasa de pobreza en la vejez sitúa a nuestro país en los peores puestos de la OCDE.
Súmele usted las consecuencias nefastas del Plan Laboral (otro creatura maligna de José Piñera) para los sindicatos y la alta inestabilidad en el trabajo existente en Chile (si no me cree, pregúntele a los cientos de trabajadores despedidos por Ripley en Valdivia, Puerto Montt, Viña del Mar y la RM por “necesidades de la empresa”).
Si hay algo que es de otro Planeta, y en ese sentido José Piñera y su país inventado tienen algo de sentido, son las ganancias multimillonarias de la AFP y los sueldos por las nubes que pagan a sus ejecutivos clave. En 2015 las utilidades sumaron $486.000 millones y los sueldos $16.447 millones. Eso, versus las pensiones miserables que pagan las mismas instituciones. Lástima que todas las cifras pertenezcan a un mismo país, uno bien real y desigual llamado Chile.