La investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano. (Aldous Huxley)
No hace mucho, sentados y preocupados en sus casas estaban bastantes gentes esperando el picoteo siniestro de un pájaro contagiado con la tenebrosa gripe aviar. Pollos asesinos, cisnes psicóticos, gorriones convertidos en pterodáctilos de enormes colmillos, patos, gansos, pavos, eran todos sospechosos. La muchedumbre corría despavorida de las palomas carnívoras. La muerte aleteaba en el ambiente. Pero, la mortal gripe tenía una supuesta cura, remedio que provenía del psiquiátrico del norte.
Conviene aclarar que los dueños del poder, vivieron y sintieron esa tenebrosa gripe, igual que lo harían en un día de campo, al ver subir sus acciones en la bolsa a la misma altura que ciertas aves. Fue comerse un pollo asado en algún picnic, para ellos, siempre bajo la tibia, cómoda canasta-cobija servida por los medios de comunicación. Repentinamente desaparecieron los escándalos de corrupción, las deudas, las invasiones a países pobres, las torturas, el paro, la cesantía etcéteras.
Después que las pantallas, los titulares y de un cuanto hay, trabajaran como plumeros del sistema, y al no haber avistamientos de objetos voladores no identificados, ni chupacabras, alguna final de fútbol diaria, o nuevo ataque terrorista, se nos vinieron con la novedad del año, el año del cerdo. Apta para todo espectador.
Criatura malévola, de estornudo letal. Dicen que de México brincó con su espalda sudada por la fiebre hacia el norte, de allí, de polizonte hacia Perú, Argentina. Como contrabando varó en Australia, España, Suiza, Irlanda, Nueva Zelanda y recorre el mundo con patas de dos dedos sigilosas, y está en todos lados, y no hay donde correr, donde esconderse, el cerdo alado vuela por todos lados.
Y estamos ante el virus que destruirá la raza humana para siempre, por siempre, eternamente, perennemente o por lo menos por unos dos meses, siempre y cuando usted no cuente con los 50 dólares del «súper remedio» o Bálsamo de Fierabrás (o Fiebrerás) que todo lo cura, que todo lo vacuna y curado se siente a ver por televisión como este virus tipo A, de Apocalipsis, dirigido por Porky y sus amigos se come al planeta entero.
De las diez enfermedades incurables que se conocen en la actualidad, como por ejemplo el Ébola, y el Sida, encontramos la Gripe, y el Resfrío, dentro de ese listado de padecimientos insanables. Especialmente porque los virus no tienen cura, uno que otro por ahí, pero nada, es que no tienen cura. Sólo remedios paliativos para aplacar los síntomas que producen. Las vacunas y supuestos remedios, atenúan, el cuadro infeccioso, pero nada más que eso. Entonces, vacunas y compuestos listos para venderse al por mayor, generando jugosas ganancias para las empresas farmacéuticas, sólo mitigan los síntomas, pero nada más.
El ranking de popularidad noticiosa ha sido abarrotado por el estornudo de cochinitos. Con esto, pasó de largo un primero de mayo, con un zócalo bastante menos concurrido que años anteriores. La cuenta pública de Vicente Fox, cuenta con más tiempo para ser amañada, se ha suspendido la prueba Enlace, para evaluar el mediocre desempeño del gobierno en el área de la educación. La policía y el ejército surgen como los salvadores y garantes del orden, las calles, los colegios, hospitales y plazas. Se suspenden las libertades individuales, ante esta terrible enfermedad, a razón del bien superior que emana desde el Gobierno.
A mayor número de desgracias, aumentan las ganancias. Todas las muertes por resfriados, son pasados por influenza de marranos.
De los casi dos mil decapitados gracias a los narcotraficantes, ya nadie habla. ¿Y Joaquín Guzmán, alias el Chancho, chapo digo, qué? Sigue multi-mega millonario y perfectamente inmaculado. ¿Qué pasó con la Crisis financiera? ¿Mejorando a costa de resfriados varios?
«Se mira en el espejo se pone consternado, se quita la playera es un tamal mal amarrado.
Cerdo, no me llames cerdo, mueve tu cuerpo»
No hable, no opine, no platique con nadie, obedezca callado con su cubre-bocas bien amarrado. No salude a nadie, no levante el puño para protestar, no levante las manos para opinar. No abrace a nadie, ni a su madre, no bese ni de broma a alguien, no salude de mano, manténgase jugando pin-pong de bolsillo el tiempo que más pueda.
No socialice con nadie, no preocupe a los demás con sus dudas o desconfianzas. Haga lo que la televisión y el gobierno le dice. Haga lo que la televisión y el gobierno le dice. Siente los párpados muy pesados y cansados. Haga lo que la televisión y el gobierno le dice. No opine, sólo escuche la voz del gran hermano, marrano.
En otras palabras, ¡Sálvese quien pueda, los capitalistas y los mercedes primero!
Pero todo es cierto, la televisión lo dice, los periódicos lo dicen, entonces, tiene que ser cierto. La temperatura corporal aumenta mientras uno escucha como los marranos, nos tienen atados de manos, con su nueva arma, como venganza contra los carnívoros humanos.
La tos, que interrumpe nuestra interesante opinión, golpea con nudillo fuerte la garganta, cuesta respirar, se dificulta la visión, cuesta ver las rebajas y las promociones, tenemos exactamente los mismos síntomas que tan claramente describen los noticiarios. No se escucha bien, el zumbido de oídos en crisis auditivas. ¿Cuánto perdimos en la economía este trimestre? Duele la cabeza intensamente, el pecho molesta como si tuviese la pantalla antigua de un televisor sobre nosotros, cierto temblor, ciertos escalofríos, dolores interminables y persistentes en las bisagras óseas de nuestras extremidades que extreman esfuerzos por sostenernos dignamente echados sobre el sofá se desvanecen. Si la televisión lo dice, es que tiene que ser cierto.
Hipocondríacos del mundo, uníos.
Tal vez estás sean mis últimas líneas, la fiebre aumenta, todo da vueltas, ni tiempo para escribir un testamento. Se apaga la televisión, todo se oscurece, todo se vuelve silencio, soledad, oscuridad. Sobre el sofá pasan los minutos finales, resignación. La parca o la puerca no aparecen. Espero, esperamos y nada, no ocurre nada.
Pasa bastante rato y no es tanto el malestar después de todo, quizás hay un malentendido, Encendemos la televisión nuevamente y nuevamente aparecen los síntomas. La temperatura corporal aumenta al mismo nivel que las corporaciones aumentan sus facturas y ganancias.
Todos juntos como hermanos, porque somos más, jalamos más parejo, por qué estar siguiendo a una bola de pendejos, que nos llevan por donde les conviene y es nuestro sudor, lo que los mantiene. Si nos pintan como unos güevones, no lo somos, Viva México Cabrones.
Por Andrés Bianque.