La calma de febrero permite repasar lo sucedido en los pasados 12 meses. El 2010 vimos la llegada de la derecha a La Moneda, un terremoto, un Mundial, los mineros. Y silencio. Mucho silencio.
Acallar lo que sucede es una forma de control social muy efectiva: Para mantenerse en el poder la derecha usa y abusa de los medios de que dispone. Montar escenarios para encubrir las manifestaciones sociales ha sido tarea constante de su Gobierno.
Sencilla tarea gracias al duopolio de prensa (Copesa y El Mercurio) que recibe la totalidad de la publicidad estatal: Nuestros bolsillos financian la campaña de desinformación. A lo que se suma el aporte de las empresas farmacéuticas, bancarias, de distribución y de telefonía, que suelen ser las más cuestionadas en las encuestas de opinión.
Mauricio Lob, ex editor del cuerpo de Reportajes y Política de La Tercera, es el actual jefe de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), área en la cual se generan las estrategias comunicacionales del Gobierno.
El silencio ha sido útil para que el gobierno de Piñera discurra sin dificultades a pesar de las torpezas de sus funcionarios. Así mantiene niveles de aprobación que debiesen ser menores si consideramos los pobres resultados obtenidos.
La huelga de hambre mapuche fue silenciada durante casi 60 días. Los medios dieron cuenta de un acuerdo que no fue más que un engaño: No se retiraron todas las querellas incoadas en el marco de la ley antiterrorista. Tampoco inició el Ejecutivo gestión alguna para eliminar dicha legislación. Más puede la presión de los terratenientes de la Araucanía.
Igual suerte corrió la huelga de hambre de 81 días de 8 pobladores de Caimanes, localidad afectada por la contaminación de los relaves de la mina Los Pelambres, del grupo Luksic. El grupo operó brutalmente para que no se hiciera presente ningún medio de alcance nacional, escrito o audiovisual. Por eso se ignoran los escasos logros de la mesa de diálogo compuesta por los comuneros, la iglesia, representantes de la minera y el Gobierno. En una operación financiera de fines de 2010 el clan Luksic se apropió del 65% del Canal 13 de TV, ampliando así su círculo de influencia. Con el aval de la iglesia.
Sin olvidar los montajes del Gobierno: el “caso bombas”, cuya escandalera se va diluyendo en tribunales ante las espurias pruebas de la Fiscalía. Y el caso del pakistaní, Mohamed Saif Ur, que quedó libre de toda acusación.
Tampoco hubo espacio para las reivindicaciones laborales, tema complejo para un gobierno de empresarios. Aunque hubo ejemplos emblemáticos: La huelga de los choferes de la empresa Transaraucarias, que perdieron indemnizaciones y salarios en el fiasco del Transantiago; y los 700 funcionarios de Farmacias Ahumada que manifestaron durante un mes por mejoras laborales, pero sin cobertura de prensa gracias a la inversión publicitaria de sus empleadores.
Convertir víctimas en héroes fue otra práctica habitual. Los mineros de San José fueron ejemplo de las precarias condiciones laborales que prevalecen en Chile. Lo mismo ocurre en la construcción, el agro, la pesca y la distribución, industrias significativas que los medios prefieren no tocar para preservar sus ingresos publicitarios.
Las víctimas del terremoto fueron presentadas como ejemplo de solidaridad: Nadie reparó en las inmobiliarias que dejaron un reguero de corrupción en las Direcciones de Obras de los municipios del país. El triste espectáculo de la Teletón no fue sino un lavado de imagen de un empresariado que da limosnas a cambio de rebajas de impuestos.
La derecha debe estar agradeciendo los 20 años de gobierno de la Concertación, que consolidó un sistema socioeconómico a su medida, e impuso un duopolio que eliminó hasta la posibilidad de un espacio plural y democrático en la prensa. Silencio.
Por José Robredo
Periodista (Paiz) www.mediapinta.cl
Polítika, edición febrero 2011
El Ciudadano Nº96