Por Madame BEBEry
Referirse al alcohol, al popular “trago” en cualquiera de sus acepciones es por lo general, un tema del que podemos balbucear en masa sin temor a equivocarnos. Para bien o mal, todos sabemos de lo que hablamos. Conocemos a alguien que chupa en exceso o “más de lo debiera”, a otro que podría inclinar un poco más la copa, o simplemente nos hemos explorado con una gota de más y también con una de menos. Ahí está la intimidad o la distancia. La gratitud o el desprecio. ¿Habrá punto medio si de embriagarse se trata?
Esta columna celebra los beneficios del alcohol y revisa algunos de sus perjuicios y prejuicios, pero siempre refrescando con un par de cubos de hielo, resolviendo la amargura de esto último, como si se tratase de una ginebra. No en vano las culturas más significativas del cálido Mediterráneo o del remoto Oriente se empeñaron en reclamar su invención, al punto de atribuirle la gracia a algún héroe local, divinidad agraria o autoridad subrogante. Estas líneas no enjuician ni ponen esto en balanza. Simplemente recuerdan su presencia con algo de melancolía desde la voz de los más histriónicos, lo expresivos, los voceros de algunas disciplinas que consideramos, arte.
Arte embriagado o sobrio, pero arte inserto en un contexto etílico, que se escribe, se alienta desde un escenario – trágico o cómico- , se entona desde un micrófono o se impregna en un lienzo. Ese arte, es el hoy habla de ese “trago” amado, odiado, iluminador o “apagador de tele”. Ese registro de su existencia, esa consciencia de alegrías pasajeras o naufragios tremendos es lo que nos convoca.
Ahí dónde el whisky o “agua de vida” fue antídoto de pena, inicialmente alimentando funerales y siendo carga preciada de frailes obesos, comienzan los reconocimientos y los aplausos al mérito. En el tránsito de cargueros y mercaderes, como escudo de vikingos y obsesión de piratas trasatlánticos. Como un elixir negador de los romanos cuando tuvieron que presenciar la caída y devastación de su propio Imperio. También como exclusividad de la realeza o como el vino bíblico, asociado tradicionalmente al sacramento de la Eucaristía.
El alcohol se abre camino como un Napoleón líquido. Un seductor sin territorio, con sed de gobernar conductos, apreciaciones, conversaciones, masas. El trago no permite que nadie más hable, es un tirano, un gracioso y efervescente dictador. Ta nos referiremos también, a la historia del brindis.
El recorrido de hoy es más contemporáneo. Visitamos brevemente la relación que establece una connotada periodista chilena, Alejandra Matus, con el arte de embriagarse. Autora del recordado “Libro negro de la Justicia Chilena” y actualmente, de “Doña Lucía” la biografía no oficial de quien fuese la mujer de Pinochet, nos deja también, algunas impresiones, o lo contrario.
1. ¿Alcoholes predilectos?
La michelada, el vino, el tequila
2. ¿Por qué?
Por puras razones sentimentales, muy específicas.
3. ¿Mejor lugar para beber?
Me da lo mismo, lo que me importa es con quien.
4. ¿A qué asocias el buen vino?
A una especie de estado Zen, de conformidad con la vida, la naturaleza, el mundo y la humanidad.
5. ¿Y el malo?
A los carretes juveniles, aunque también tienen su punto bueno.
6. ¿Recuerdo de caña?
Despertar acordándose por partes y con mucha angustia de lo que pasó el día anterior.
7. ¿Alguna Iluminación divina con el alcohol?
Ninguna en realidad jajajaj, todo lo contrario. El alcohol no sirve para eso.
8. ¿Relaciones históricas entre periodismo y alcohol?
Los buenos periodistas que he conocido, los que considero mis maestros, han sido todos buenos para el copete. Creo que la relación histórica es una especie de iniciación y de conocer el costado duro y cruel de la vida, ese que no se enseña en las escuelas de periodismo. Algunos de los mensajes fundamentales del periodismo sucedieron en carretes con ellos.
9. ¿Recuerdas a algún bebedor en particular?
Sin ofender su honor ni el de sus familias, recuerdo grandes maestros que tenían una relación estrecha con el alcohol como Mario Gómez López o Manuel Salazar. Gómez López falleció -pero no por el alcohol- y Salazar que está vivo, bien vivo. Mujeres también las hubo, evidentemente, pero por solidaridad de género las voy a mantener en silencio.
10. ¿Periodista que debió ser abstemio?
No…. voy a meter la pata. A todos les hace bien.
11. ¿Uno que debió haber bebido más?
Bernardo de la Masa.
12. ¿Chile país de buen o mal beber?
Somos malos bebedores en el sentido que chupamos mucho con cero comportamientos sociales, aunque eso, también tiene su encanto.