La llegada de Donald Trump al gobierno, amplió el supremacismo en los Estados Unidos, en una sociedad donde se venía arrastrando solapadamente la segregación racial desde hace muchas décadas. Fue clave para elegirlo, el núcleo duro de personas que consume un nacionalismo al que le gustan las armas para estar siempre dispuestos a someter al disidente, dentro o fuera del país. Es posible pensar que el acceso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos no sea una simple casualidad de la política, sino el producto de numerosos cambios provocados por ella. Lo avala una larga lista de guerras, ocupaciones, masacres de civiles, bloqueo de muchos países, etc., para beneficio económico de sus grandes grupos financieros dueños del país. En las últimas décadas los acontecimientos políticos en EE.UU., y en el mundo fueron idealizados por el triunfalismo financiero en Wall Street.
La constante que colaboró en los liderazgos de los gobiernos de extrema derecha en varias partes del mundo, tiene relación con el grado de auto satisfacción que percibían los sectores de altos ingresos, por las enormes cantidades de dinero que recibían a costo cero. Las elites con su atávico egocentrismo, miraban satisfechas desde sus privilegiadas posiciones, el alto dinamismo de la economía que parecía funcionar sin aparentes problemas. No repararon que el rezago y el costo social lo estaba pagando la mayoría de la población que corría día tras día, de un trabajo a otro para ganar cinco a siete dólares la hora. Estados Unidos vive con 45 millones de personas bajo la línea de la pobreza, mientras el 1 % se nutre con billones de dólares en estímulos financieros de fondos que salen de la FED, permitiendo además retrasar los problemas que se arrastran desde los años 70´s, cuando los Estados Unidos empezó a perder competitividad respecto al resto del mundo.
Una parte de los norteamericanos creyó lo que dijo D. Trump de “Que América vuelva a ser grande”, un slogan que en sí mismo reflejó que algo no estaba bien y fue la señal para advertir que los desequilibrios económicos internos eran serios. En los discursos, Trump planteó que los Estados Unidos estaba sofocado por el resto del mundo, y que debían sacudirse la carga de los diversos tratados, acuerdos, mercados y todo aquello que no beneficiara con ventaja a Estados Unidos, incluidos los países con quienes son o eran socios comerciales, y en objetivos geopolíticos.
La campaña de Donald Trump vendió la idea de recuperar Norteamérica, en especial enfatizando el regreso de las grandes empresas y de los puestos de trabajo que se habían traslado al extranjero. Darle continuidad al imperio implicaba reducir el gasto y ejercer el poder hegemónico en gran parte del mundo mediante el aparato militar. Como parte de su estrategia, debía reducir el gasto fiscal y regresar el empleo a los Estados Unidos, expulsando a los inmigrantes y parando el ingreso de los mismos, lo que exigía levantar un muro con México. Decidió avanzar cancelando el apoyo financiero a numerosos acuerdos, tratados, programas de ayuda a países pobres, y ahora último, a la gestión de la ONU en salud, por no concordar con sus políticas supremacistas. Todo ello lo hemos conocido por las campañas de manejo de masas de los medios extranjeros y nacionales.
La derecha republicana sabía que la economía norteamericana está sobre endeudada, excesivamente apalancada, funcionando con costos muy altos y sobre exigida por enormes conglomerados que operan con fuertes demandas de estímulos monetarios de la FED, alimentando un creciente mercado de activos financieros que fue multiplicando la ingeniería financiera, que no demoró en formar enormes burbujas en todo, operando en mercados bursátiles predominantemente especulativos. La deuda pública total de los EE.UU., aumentó de US$ 23,2 billones en el cuarto trimestre de 2019 a US$ 26,06 billones al 10 de junio de 2020. Para este proceso de “revitalización” neo liberal, algunos republicanos llegaron a aceptar el estilo mesiánico y narcisista de Donald Trump, sin embargo, nadie pudo anticipar la ocurrencia de un hecho inesperado, el brote de la pandemia de Covid 19, cuyo único control disponible sin vacunas, debe hacerse por medio de cuarentenas, lo que ha ido paralizando enormes aéreas de la economía mundial.
La torpeza e incapacidad de Donald Trump para elaborar una política fiscal adecuada que enfrentara los costos de la pandemia, es y ha sido una limitante ideológica para casi todos los gobiernos de derecha. La tensión que lo obligó a gastar US$ 3,5 billones para las necesidades básicas de la población sin trabajo y para salvar las empresas, le provocaron un descontrol respecto a sus expectativas de ser reelecto como presidente en noviembre, para seguir como centro de la noticia. El deterioro político de su gobierno, se acentúo cuando optó por bajarle el perfil a la pandemia y desafiar la cuarentena, decretada por los gobernadores y alcaldes, evitando el cierre de actividades que impactarían en la economía y en sus propósitos políticos. El trasfondo de la posición del gobierno de Trump, es concordante con la ideología de la extrema derecha norteamericana, para cuya elite, el exceso de población es un lastre no deseable, como lo han dicho los Rockefeller y el grupo Bilderberg.
Los grandes medios de comunicación y sus elaboradas técnicas de publicidad en mensajes han presionado para sobreponerse al pensamiento crítico individual, reemplazando la ansiedad que producen las carencias, por mensajes que inducen al triunfalismo nacional y que ubican al enemigo fuera de Estados Unidos, llámese China, los inmigrantes mexicanos, Irán, cualquiera. Después de la invasión de Irak, siete de cada diez norteamericanos creían que Saddam Hussein era responsable del ataque a las torres gemelas de Nueva York. Se ha vuelto un hecho bloquear el cuestionamiento interno del individuo, cuando trata de conectarse con su propia realidad. Lo hacen bombardeando la psiquis de las personas para hacerlas pensar que, si solo puede alcanzar sus necesidades básicas, es un perdedor que no logra triunfar para acceder a las fastuosidades que ofrece el mercado.
Los norteamericanos no conciben ni aceptan que el enemigo sea la propia política de Estados Unidos a través de la cual se han generado graves desequilibrios mundiales en política, en la economía y en la formación de capital financiero desde la nada. La política de Estados Unidos fue demoliendo la economía real, enfatizando los esfuerzos para poder crecer, financiando el déficit con dólares fiduciarios y poder pagar los bienes importados. Concentraron la riqueza en los grandes grupos financieros y dejaron la industria y la manufactura barata a China y al resto del mundo.
Trump ha perdido efectividad por su escasa capacidad para crear políticas neo liberales inteligentes, y su baja influencia geopolítica basada en la diplomacia. Prefirió utilizar el “garrote” del poder militar, cuya fuerza de guerra demanda un gasto de casi US$ 1 billón anual, incluidas las agencias. La torpeza y falta de empatía con quienes protestaban contra los policías de Minneapolis por el asesinato de George Floyd, fue la gota que rebalsó el vaso y le hizo perder los estribos, demostrando su exagerado racismo y sectarismo que le provocaron las grandes protestas, llegando hasta los jardines de la Casa Blanca. La sorpresa de Trump, fue tal, que corrió a protegerse en el bunker de dicho edificio. Su accionar está bloqueando la opción de continuar otro periodo en el poder al Partido Republicano, creando una fisura con los senadores de dicho partido como, Mitt Romney (senador por Utah), Lamar Alexander (Tennessee), Lisa Murkowski, (por Alaska), Susan Collins (Maine) y particularmente el ex ministro de Defensa de Trump, John Bolton, que han abandonado a Trump, en lo que sería el inicio del fin de su carrera presidencial.
La caída de Donald Trump, significará la pérdida de poder para la extrema derecha norteamericana, y repercutirá en quienes gobiernan en Latinoamérica, entre ellos Chile. El senador Mitt Romney incluso llegó a votar a favor de destituir al presidente Donald Trump por abuso de poder. El ex secretario de Estado Colin Powell respaldó al aspirante demócrata a la Casa Blanca Joe Biden, y declaró que Trump «miente todo el tiempo». George Bush lidera el frente de los republicanos contra la reelección de Trump, y no sólo se desmarcan, sino que hacen activa campaña en contra del presidente. Entre otros, el general James Mattis, ex secretario de Defensa de Trump, hasta hace año y medio, llegó a decir por las acciones recientes del presidente en las protestas contra la violencia policial en Estados Unidos, que «Donald Trump es el primer presidente en mi vida que no intenta unir al pueblo estadounidense, ni siquiera pretende intentarlo».
Para dar una idea de lo que está ocurriendo en las principales economía, podemos señalar que la conjunción de los Bancos Centrales como, BCE, Banco de Japón y la Reserva Federal de Estados Unidos, han comprado activos por valor de 5,6 billones de dólares con emisiones nuevas y la FED que lidera Jerome Powell en EE UU, tiene un saldo de siete billones de dólares por la compra de deuda corporativa. La tesis de que es posible imprimir dinero ilimitadamente es muy poco probable y los analistas financieros creen que la FED se está midiendo, y que puede tener dificultades para expandir su balance más allá de los US$ 10 billones. La negativa de mantener la cuarentena, ha provocado un serio rebrote del coronavirus, lo que volverá a paralizar actividades en varios Estados de la Unión y exigirá nuevas emisiones estimadas entre dos a tres billones de dólares, lo que pondría en jaque a la FED y podría tener consecuencias desvalorizando el dólar entre un 40 a 50%.
¿Cuáles son los peligros y que se están gestando? Recesión e inflación, pobreza, reventones sociales y el surgimiento de tiranos. El Banco Mundial dice que la crisis se llevará entre 70 a 100 millones de personas a la pobreza extrema, por un colapso que va camino a ser el más grande de la historia mundial que se conozca desde 1870. Estamos con interrupciones en la cadena de suministro, interrupciones en el comercio minorista, seguidas por la disminución de las ventas, la desaparición del flujo de caja, los despidos masivos, cierres de negocios, reducción de los ingresos tributarios, deudas públicas y privadas impagas, quiebras masivas, disturbios y la amenaza de futuros disturbios más grandes, con un mercado bursátil alcista en tiempos de gran debacle, que no lo cree nadie, dejando solo la opción de una burbuja de acciones que parece lista para estallar.
Si a todo lo anterior agregamos algunos ejemplos, como la estimación de envíos del IPhone 5, 5G 2020 que podría reducirse a la mitad de, 30-40 millones, a solo 15-20 millones. Que los vuelos siguen bajando aproximadamente un 70%, a pesar de los precios reducidos. United Airlines anunció que 36.000 empleados en los EE.UU., o el 45% de su fuerza laboral podría enfrentarse a «licencias involuntarias» a partir del 1 de octubre, y que Airbus recortará 15.000 empleos. Las viviendas en EE.UU., están en riesgo debido a que muchas hipotecas no se están pagando, al igual que los arriendos, se han vuelto impagables, en especial, en Manhattan.
Finalmente, podemos concluir, que la descomposición del modelo económico no lo produjo el coronavirus, la gente conocía lo que se avecinaba, pero sí lo precipitó. La ingeniería del capital financiero se escapó de control hace muchos años, y hoy podemos observar su descomposición en las fisuras políticas de la derecha. En los republicanos de Estados Unidos o en las fisuras de la derecha que gobierna con Piñera en Chile, es lo mismo. El Gobierno de Chile debe enfrentar una gran crisis sanitaria que la dejó escapar de las manos en febrero, cuando tuvo la gran oportunidad de haber parado el ingreso del virus y no lo hizo, conociendo la experiencia que había en Italia y España.
El desastre en Chile es enorme, sólo diré que se ha contraído la actividad económica en un 15,3% en mayo y se han destruido 1,5 millones de puestos de trabajo. Una vez que se cambio al Ministro de Salud, a poco andar apareció en el discurso oficial, el regreso del triunfalismo, “estamos en una mejoría constante”, nos dicen. La advertencia es clara, si deciden terminar la cuarentena anticipadamente para reactivar las actividades, podrían estar repitiendo el mismo error que cometió Trump en Estados Unidos, donde está regresando el corona virus con más fuerza y nuevas muertes.
La conclusión final es que podamos pasar de una gran crisis a una gran oportunidad para crear una sociedad integradora, quizás con una economía básica inicialmente, pero muy fuerte en la creación de trabajo y con acento en el desarrollo, agregando valor a nuestras materias primas, como el cobre que puede ser refinado en Chile, el litio, etc., y de la mano con líderes que protejan y respeten la vida humana y el medio ambiente del único mundo que tenemos para vivir.
Por Mario Briones R.