La política exterior al calor de la campaña presidencial

La campaña presidencial se pone en marcha y con ella comienza la proliferación de propuestas


Autor: Mauricio Becerra



La campaña presidencial se pone en marcha y con ella comienza la proliferación de propuestas. Los candidatos y sus programas se repletan de la oferta fácil, de cosas que no harán y fantasías dignas de mentes esquizofrénicas y no abunda precisamente la objetividad en el debate presidencial. Sin embargo, a pesar de esta puerta abierta al populismo, existe cierta tendencia, afortunadamente, a entregar propuestas que diseñen caminos hacia el futuro e inciden de manera gravitante.

Una de las áreas más importantes, en donde las falsas promesas y las bellas palabras que se las lleva el viento no entran con facilidad, es la política exterior. En consecuencia, en materias internacionales, hay siempre un marco de mesura importante.

Por lo mismo, vale la pena echar un ligero vistazo sobre la política exterior futura a partir de la realidad actual. Desafortunadamente, durante el gobierno de Lagos, se quiso ver el mundo desde una perspectiva de integración comercial, mercantilizando la política exterior con escaso éxito.

El celebrado TLC con EEUU, no ha tenido ningún efecto importante en la estructura comercial de Chile ni tampoco logró generar empleos. Se construyó una política sobre la base de falacias. La primera de ellas fue que la inversión extranjera y el ingreso de capitales promoverían el empleo. Ningún estudio conocido logra respaldar dicha aseveración.

Además, se planteó que el barrio (América Latina) estaba convulsionado y no era conveniente involucrarse con él. Otra falacia toda vez que el desorden era promovido por EEUU y la Administración Bush que en Irak aplicó la tortura y la geopolítica de forma desenfadada.

Otra falacia fue la de privilegiar la relación con países desarrollados pensando que el roce con los poderosos de alguna manera nos alcanzaría. En realidad lo que sucedió fue que países como China, India, Rusia y Brasil, apostando a sus propios esfuerzos y favoreciendo un rol activo del Estado evitando aplicar políticas neoliberales, crecieron de forma tan relevante que empujaron al mundo completo a tasas de crecimiento que sólo fueron afectadas cuando estalló la crisis financiera en EEUU, país que ocupó el pedestal de la política exterior chilena. De forma que ahora, el asunto de la política exterior debe ser abordado con mayor objetividad y menos dogmatismo.

Lo primero es tener claro que la política exterior de Chile debe servir para su desarrollo interno como pueblo, como país y como nación. Es sabido que una mayor relación regional, fomenta el real desarrollo de la economía y crea empleo al tiempo que crea confianza y en ese sentido, la seguridad regional se fomenta desde la promoción de la paz y no de leyes, como la reservada del cobre que levanta suspicacias. La prioridad de sus relaciones exteriores debe estar asentada en América Latina y el Caribe y en su proyección al mundo, debe promover el respeto y la amistad con todos los países que deseen mantener ese tipo de relaciones con Chile.

Lo segundo, Chile debe incorporarse como miembro pleno al MERCOSUR y elaborar una política arancelaria que sea funcional a ese propósito. Debe seguir en UNASUR, promoviendo la activa integración mediante la cooperación, el dialogo, el respeto por la soberanía y la democracia. Debe desarrollar una política regional de integración abierta, participando de todas aquellas instancias que propendan a consolidar una región estable, democrática e independiente. Esto constituye condición sine qua non para sentar las bases de una segunda fase exportadora.

En tercer lugar, es el Estado y no el mercado el responsable de formular la política exterior. Esta definición es vital para resguardar la soberanía, la independencia y el interés nacional que no puede continuar siendo mancillado por unas cuantas empresas transnacionales.

Es vital en este sentido, y entre otras medidas, restablecer la tasa de encaje estableciendo una banda con un piso de 30%. En la misma dirección, el Estatuto de Inversión Extranjera debe ser revisada en su totalidad, creando royalties en la explotación de recursos naturales, elaborando un nuevo sistema nacional de concesiones que incluya limites a las mismas y la obligatoriedad de la Responsabilidad Social Empresarial y por ultimo, en materias de seguridad internacional, sólo un rol preponderante del Estado chileno puede garantizar la promoción activa de la paz.

Las guerras en que han intervenido Chile y el propio Golpe de Estado fueron impulsados a instancias de intereses económicos foráneos y sólo un Estado nacional puede garantizar el interés nacional.

Por ultimo, cabe renunciar a la idea de considerar al mundo como un laberinto de rutas comerciales y es hora de dejar de abrazar la idea de una globalización neutra. La competitividad en un mundo hegemonizado por el interés del mercado y el acuerdo de las elites no nos favorece y es una utopía la prédica hecha de que Chile se haya integrado a un mundo globalizado cuando, tras dos cientos años de vida independiente, seguimos exportando materias primas con escaso valor agregado.

Hace falta transitar hacia una nueva globalización, multilateral, justa y simétrica. Está en el interés del país fomentar una mirada incluyente que ve la globalización desde una perspectiva de los países en desarrollo con un rol activo en democratizar las Naciones Unidas y poner término asimismo, a las arbitrariedades de la Organización Mundial de Comercio que en los hechos, impide el libre comercio y garantiza el proteccionismo de los países desarrollados. Mirar al mundo desde el sur implica estar en la globalización y no ser globalizado.

Carlos Arrue
Cuentista político ICAL


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