El 8 de enero de 2015 será otro día que el mundo recordará con la tristeza de ser nuevamente testigo de un atentado a la vida con el objeto de coartar la libertad de expresión. Fueron doce personas, doce trabajadores gráficos asesinados cruelmente, doce seres humanos dispuestos a perder la vida por defender el “sacro” derecho a expresarse. No sólo “Charlie Hebdo” y el país de la “liberté, égalité y fraternité” están de luto, el mundo entero lo está y la reacción que durante estos días hemos visto ha sido la aplicación, en este caso acertada, del viejo principio de los derechos humanos que reza, sin vacilaciones: “no hay libertad para los enemigos de la libertad”.
Este hecho nos trae a la memoria lo grande que han sido aquellos que han desarrollado el arte de la creación de sátira política y que, sin duda, comparten el doloroso luto que marca el inicio de este año. Aristófanes (444 a.c. – 385 a.c.) es quizás uno de los iniciadores del subgénero literario que busca a través de la entretención, provocar debates respecto a asuntos públicos de importancia religiosa, social y/o política. El ateniense que señalara que “los hombres sabios aprenden mucho de sus enemigos” nos trae a colación la frase con que Charlie Hebdo, en una muestra de su genialidad, tituló su última portada a días del atentado: “Tout est pardonné”.
Referenciando nuevamente al gran Aristófanes, también parece necesario recordar el señalamiento que hace “el Corifeo” en su obra “Las Aves”, en el que sentencia de manera magnifica una frase que ha pasado a la historia, y que describe la naturaleza humana al exhortarnos que: “ciegos humanos, semejantes a la hoja ligera, impotentes criaturas hechas de barro deleznable, míseros mortales que, privados de alas, pasáis vuestra vida fugaz como vanas sombras o ensueños mentirosos, escuchad a las aves, seres inmortales y eternos, aéreos, exentos de la vejez y ocupados siempre en pensamientos perdurables”.
Pero no hay que ir tan lejos en el tiempo para destacar a los grandes que están de luto por esta provocación contra la sátira política. El británico Eric Arthur Blair (1903 – 1950), reconocido en el mundo entero con el seudónimo de “George Orwell”, es también un exponente de la provocación de grandes debates, en su caso principalmente políticos, a través de esta forma de expresión. Su obra, escrita al estilo de alegoría, “La rebelión de la granja” (1945), logra tocar temas que para el socialismo soviético fueron tremendamente incómodos, tanto por la alusión al riesgo de la corrupción en la construcción de un régimen “de nuevo tipo” como por el rol que tiene la igualdad en su dimensión discursiva y práctica, que se consagró definitivamente en la aseveración que señalaba que “todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
En su obra posterior, la novela “1984” (1949), Orwell logra a través de la aplicación del género literario de la “ficción distópica”, enmarcar asuntos de extremada importancia como el control total ejercido por una sociedad totalitaria en que un ser ficticio (denominado como “el gran hermano”) representa el éxito en el objetivo de coartar la libertad de expresión. Aquello además se sustenta a través de otros mecanismos de control social como la implementación, inclusive, de un “ministerio de la verdad” en que el protagonista, Winston Smith, trabaja cambiando las noticias y acomodándolas a la nueva “verdad”, y una “policía del pensamiento” que reprime aquellas ideas que son consideradas como peligrosas y dañinas para la sociedad en su conjunto. Esa violación permanente a la libertad, en todos sus sentidos y a la libertad de expresión en particular, logra resumirse perfectamente a través del lema del partido (único, evidentemente) al señalar que: «Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza«.
Nuestro país no está exento del desarrollo de este subgénero literario de la sátira, y política en particular, por lo cual espacialmente no hay que ir muy lejos tampoco. Manuel de Salas (1754-1841), además de ser caracterizado por la historiografía chilena como un patriota independentista y un inconmensurable educador, era un ferviente seguidor de las artes satíricas, destacando sobre este respecto las ridiculizaciones que él realizaba de Juan Martínez de Rozas (1759-1813), también patriota independentista que participó en la Primera Junta de Gobierno. Por la naturaleza de este tipo de expresión literaria, sin duda que en nuestro país también hubo grandes resistencias como la existente desde 1831 (“batalla de Lircay”) a través de la política represiva y restrictiva de los gobiernos conservadores, no obstante de que la libertad logró siempre imponerse por sobre la censura.
Esta breve (re)pasada por algunos de los grandes, nos permite entender la importancia que tiene la sátira en la construcción cultural y moral de las sociedades, y sus pueblos. Grandes personas, grandes pensadores, grandes artistas, pero sobre todo, grandes ideas, ideales y convicciones. “Je suis Charlie”.
Por Santiago Trincado Moreno, egresado de Derecho Universidad Academia de Humanismo Cristiano.