En las redes sociales hay muchos ciudadanos que tienen una cantidad de seguidores que superan ampliamente las exigencias de militantes a los partidos políticos para legitimarse y gobernar a millones de chilenos.
Si los tuiteros y fanáticos de Facebook votaran, el perfil político de nuestro país sería distinto. Sin embargo aquellos fanáticos sólo son una masa histérica que patea, agrede y luego disfrutan con las reacciones para dormirse sin haber hecho nada; la realidad virtual en su máxima expresión.
Ni los partidos políticos nos representan ni las tendencias de las redes sociales pueden plasmar el curso real de la historia. Los Trending Topics sólo son un espejismo; muestran las aspiraciones, ansias y utopías de la gente, como la ilusión del agua en el desierto; ¿de que valen las opiniones si estas no se hacen realidad en las urnas?
Las redes sociales si bien nos comunican, también son una catarsis que descomprimen la indignación ciudadana, desmovilizando a la sociedad. Una sociedad movilizada es aquella que toma acciones concretas, sufraga, actúa y ejerce el poder ante el sistema.
Sin embargo, hoy las mayorías son las responsables de dejar en manos de unos pocos el destino de millones, por lo tanto las quejas están fuera de argumento.
Alvin y Heidi Toffler plantearon que las fuerzas emergentes de la tercera ola corresponderían a las minorías; “No son las mayorías, sino las minorías las que cuentan”
Esas grandes mayorías populares que presionaban el curso de la historia han terminado, porque esas mayorías se trasladaron a las vías virtuales, han salido de las urnas y de las calles perdiendo fuerza real. Hoy esas grandes mayorías se disgregan y encapsulan en pequeños movimientos nacionalistas, regionalistas, culturales, de género, étnicos y religiosos, marginados de la acción política concreta. Se han ha conformado con cambios mínimos y “victorias” cosméticas que sólo separan aún más a la gente y fortalecen el poder de las minorías a través de pequeños partidos y caudillismos a su interior. La tendencia a las visiones totalitarias de derecha e izquierda se funden en dictaduras paralelas. Donald Trump es el mejor ejemplo del avance hacia el mundo “desarrollado” de una de ellas.
Los fanatismos y las neo dictaduras basadas en las reelecciones “democráticas” eternas siguen basándose en los pequeños grupos de poder; las llamadas élites que son aún más corruptas a vista de las mayorías atolondradas.
El poder de las minorías descansa en la desidia de las masas. Los partidos políticos aprovechan la histeria y enojo de la gente para gobernar sin más preocupaciones que redactar un buen mensaje cínico y retórico, a sabiendas que las masas no harán nada por cambiarlos.
Así es que cuando usted quiera protestar, pregúntese si ha hecho algo por revertir el actual estado de cosas o simplemente usted es uno más de los que avalan con su silencio el abuso de las elites y de los partidos políticos que son dirigidos por menos gente que los que cuenta en los dedos de su mano. La sociedad no ha sido capaz de revertir el modelo democrático representativo a uno participativo a causa de su propia flojera cívica.
Seguiremos siendo gobernados por quienes han sido electos por menos cantidad de personas que sus seguidores en las redes sociales, así que lo vergonzoso del refichaje en un modelo discriminatorio hacia las nuevas tendencias, es sólo un síntoma de lo que permite la sociedad a las minorías.