Para muchas y muchos y seguidores de Daniel Jadue, la noche del 18 de Julio fue vivida con un sentimiento de gran frustración. Imagen impactante: Plaza Dignidad, signo del acontecimiento histórico vital del despertar político de octubre 2019, estuvo vacía esa noche. El descorchar de champañazos resonaba en los barrios pudientes del bloque burgués. Tenían dos candidatos que daban garantías. 0tro era el ánimo en sectores del pueblo. Había que despertar de la borrachera electoral y decirse “la lucha continúa”: era el corrillo en las RRSS. Así las cosas, lo pasado fue y el PC tendría que hacer un buen balance para entender qué les pasó. Jadue fue un buen candidato. Su programa moderado – hecho por expertos y al estilo socialdemócrata de centro – aún así le jugó en contra. Y todo deja entender que el trabajo territorial del Partido Comunista se reveló como un gran bluff incapaz de sacar el voto popular. Ni los trabajadores se notaron en las urnas, pese a la presencia endémica de Bárbara Figueroa (miembro de la Comisión Política del PC) en la cúpula de la CUT. La asonada – previsible – organizada por los organismos de inteligencia de EE.UU en Cuba, con el objetivo de intervenir desde comienzo en el gobierno “comunista” del Presidente peruano Castillo, y de frentón contra Daniel Jadue en las primarias, no fue un hecho circunstancial. Preparado desde Miami, vino para reforzar e inclinar los comentarios de Gabriel Boric en su postura anti cubana y le entregó materia prima a los medios de TV, verdaderas cajas de resonancia de las maniobras comunicacionales, y a sus estrellas periodísticas para hacer el trabajo para el que han sido contratados. Lo de las Pymes de Jadue, tenía arreglo. Si se actúa en el registro de confianza hacia los medios tradicionales, se pisa el palito y se cae en su coctelera.
La conclusión cayó como un balde de agua fría en quienes apoyaron al Alcalde de Recoleta y perdieron. A los y las que le han dado una significación política novedosa al ciclo actual: Boric no es candidato de la izquierda, es el candidato del pacto PC-FA, urge levantar programa y candidatura de la Lista Del Pueblo. Boric no pisa Plaza Dignidad: todo está dicho.
Imposible no detenerse un poco en la dramaturgia de las Primarias que no se condice con las ansias de participación democrática que emerge desde muchos sectores politizados. Después del triunfo de un candidato del pacto de partidos en las primarias, el o los perdedores se ven obligados por el pacto realizado entre las cúpulas dirigentes a proclamar públicamente su fidelidad al vencedor. Patético. Y lo proclaman elogiando sus virtudes políticas y haciendo tabla rasa de los defectos justo antes agitados para doblegar al contendor ante la opinión pública y entregarle materia prima a los medios y periodistas. Lo que fueron zancadillas y cuchillazos o tácticas retóricas de la comunicación política deben olvidarse, y los ánimos y frustraciones aplacarse para pasar a la otra etapa, la de las comisiones técnicas para continuar la campaña. Saludos, vítores y abrazos son los condimentos apropiados. Son los artificios de partidos que compiten antes, y que después ven al Estado como el botín que hay que repartirse y compartir de acuerdo a lo decidido entre cuatro paredes. En todos los gobiernos de la “Transición” ha sido lo mismo: no hablamos por boca de ganso. Ahí no funciona la democracia sino los intereses políticos de los partidos y de sus ideologías. Por supuesto, toda esta ensalada bien condimentada con las salsas y vinagretas del “bien de la nación y del pueblo”, según los matices de la retórica partidaria y sus registros. De las primeras jornadas pos primarias se perciben las aceitadas máquinas de partidos y las figuras de sus operadores que presionan para ser los mejores y así poder acceder a un puesto en el aparato de gobierno y del Estado o a una embajadita… Nicolás Maquiavelo, en el Capítulo VI de su obra maestra “El Príncipe”, narra bien esta dramaturgia del poder destinada a pasmar incautos.
Demás está decir que, si los medios y periodistas entran en el juego, fingiendo seriedad, cada vez más una porción significativa del pueblo ciudadano descifra estos ritos y movidas como siendo parte de un espectáculo político que contribuye a confirmar la idea del cinismo y la hipocresía de la actividad política.
Ante tal situación, nuevas formas políticas organizativas más democráticas y elásticas, que tienen un caudal político ganado como La Lista del Pueblo – una fuerza política incontestable en la Convención Constitucional – deberían ocupar un espacio político abierto y levantar las banderas de la participación democrática y social encarnada en las diversas identidades populares: mujeres trabajadoras y trabajadores, juventud proletaria, empleados y clases medias asalariadas, identidades sexuales diversas, pueblo mapuche, inmigrantes. Paridad sí, pero la democratización de los poderes no se detiene con ella. Pluralidad y voces que no están presentes en los poderes instituidos del Estado ni el congreso – para qué hacerse los tontos. Todo lo que el pacto PC-FA no hizo ni plantea, hay que hacerlo según las reglas del arte de las prácticas democráticas para dotarse, en un proceso de asambleas presenciales y virtuales, de un programa para y del pueblo (no un mamotreto como el de las candidatura de Jadue y Boric) que retome en caliente las grandes demandas del pueblo y que al ser no más de 12 o máximo 20, sea un programa simple, funcional, fundamentado con evidencia científica, pero agitador, salido de las luchas mismas y de la experiencia popular, y no de las contorsiones de expertos del MIT o de Harvard.
Es una evidencia insoslayable que el candidato Boric del Pacto PC-FA no es percibido como proveniente de las luchas del pueblo y de la Rebelión del 18/O que la Lista del Pueblo encarna y que le dio el golpe de legitimidad: haber sido partícipes del despertar de dignidad del pueblo y abrir con luchas los diques que posibilitaron el proceso constituyente y la aparición del poder constituyente del pueblo. El diputado de Convergencia Social y del FA, y ahora el candidato del pacto PC-FA Gabriel Boric, firmó el pacto del 15/N que intentó suplantar al pueblo como sujeto político. No solo esto, sino que él mismo abrió flancos para que diputados opositores le aprobaran leyes represivas al Gobierno de Sebastián Piñera y al Estado. Así como no es ni ético ni político votar por el mal menor para derrotar a la ultra derecha representada por Sichel, los demócratas de los diversos horizontes de la izquierda tenemos el deber político de dotarnos de una candidatura salida de las luchas del pueblo y sin el juego del narcisismo de los egos. Y, en segunda vuelta, parar a como sea a la ultra derecha oligárquica, pero salvando lo esencial de un programa popular. Para eso necesitamos una fuerza política, que dadas las circunstancias es la Lista del Pueblo.
Por Leopoldo Lavín Mujica