En el oscuro panorama de la crisis de seguridad en Guanajuato, un nuevo capítulo se ha escrito con tinta roja. Lorenza Cano Flores, una valiente mujer de 55 años que desde 2018 buscaba incansablemente a su hermano desaparecido, José Francisco Cano Flores, fue secuestrada en su propia casa la noche del lunes 15 de enero. Un comando irrumpió en su hogar en Salamanca, Guanajuato, y arrebató a Lorenza de su familia, dejando a su esposo e hijo asesinados en el intento de protegerla. Una tragedia más en una entidad castigada por la violencia.
El colectivo al que pertenecía Cano Flores y su hija emitió una ficha de búsqueda, denunciando la situación y exigiendo la aparición de Lorenza con vida. Las autoridades locales y estatales, según el colectivo, ya tienen el reporte en sus manos, pero a una semana del secuestro la incertidumbre y la impotencia persisten, confirman la trágica alegoría que en Guanajuato la vida no vale nada, menos aún de una mujer pobre.
La Fiscalía de Guanajuato emitió un comunicado en el que aseguró estar trabajando en la investigación de los homicidios y el secuestro, aunque la información que se comparte será reservada para no poner en riesgo la integridad de la víctima. Jesús Oviedo, secretario de gobierno del Estado, mencionó la existencia de protocolos de búsqueda para encontrar a la activista. Sin embargo, una semana después, el gobierno municipal de Salamanca, una de las ciudades más afectadas por la violencia, no ha emitido ningún pronunciamiento, ni ha apoyado a los familiares de la víctima.
La desgarradora situación ha llevado a Ceci Flores, una destacada figura del movimiento de madres buscadoras mexicanas, a solidarizarse con Lorenza Cano. En un video publicado en sus redes sociales, Flores se dirige al grupo delincuencial que podría tener retenida a Cano, rogándoles por la vida de la activista. «Este video es para pedir e implorar por la vida de Lorenza Cano. Les pedimos que sean piadosos, que no le quiten la vida, que ella lo único que hacía era buscar a sus desaparecidos», expresó con angustia.
Guanajuato, ya asfixiado por una crisis de seguridad, se encuentra nuevamente en el ojo del huracán. En noviembre del año pasado, un macabro descubrimiento de 53 bolsas con restos humanos enterradas cerca de una escuela preparatoria conmocionó a la sociedad. En marzo, seis mujeres fueron secuestradas en Celaya y posteriormente encontradas calcinadas. Al inicio del año, la masacre de Salvatierra.
México enfrenta una crisis de desapariciones que suman con más de 110 mil personas en esta circunstancia. Ante la ausencia del Estado en algunas zonas del país, la carga de las labores de búsqueda recae en las familias afectadas. Las buscadoras, en su mayoría, dejar sus trabajos para adentrarse en la penosa tarea de rastrear campos y zonas peligrosas, en llano y páramos desolados. La precariedad en la que se desenvuelven estas mujeres ha llevado a depender en muchos casos de donaciones de particulares y ayuda privada.
El desesperado intento de visibilizar la problemática de las desapariciones se manifestó incluso en un inusual gesto: la creación de una Barbie buscadora. Delia Quiroa, líder del colectivo 10 de marzo, presentó esta muñeca hecha con retazos de ropa de las madres buscadoras, portando una playera con la imagen de Roberto, su hermano secuestrado en 2019. En medio del auge comercial por el estreno de la película Barbie del año pasado, las buscadoras buscaban llamar la atención sobre aquellos que aún faltan por encontrar.
Una semana ha transcurrido desde el secuestro de Lorenza Cano Flores y los asesinatos de su esposo e hijo. Sin embargo, las autoridades estatales y federales no han logrado brindar resultados. Parece que, en medio de la tragedia, la única prioridad para las autoridades es la elección de este año. Los ciudadanos nos sentimos abandonados, solos en la lucha contra la violencia desatada.
Esta tragedia no sólo afecta a una familia, sino que resalta la vulnerabilidad generalizada en la que se encuentran los ciudadanos frente a la creciente ola de violencia en Guanajuato. La desaparición forzada de Lorenza Cano Flores y el asesinato de su familia son un llamado urgente a la acción, exigiendo respuestas concretas y medidas efectivas para enfrentar la crisis de seguridad que azota la región.
La sociedad no puede permitirse ser indiferente ante la desesperación de quienes, en ausencia de un Estado eficaz, se ven obligados a buscar a sus seres queridos con sus propias manos. Es momento de unir esfuerzos, de exigir rendición de cuentas y de reconstruir la confianza en las instituciones encargadas de proteger a la ciudadanía. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
@onelortiz
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