El soborno, el arma predilecta de la clase dominante

Con el descubrimiento del caso Penta, que condenó a clases de ética a Carlos Delano y Carlos Lavín se abrió una pequeña fisura, que develó como los sectores del gran empresariado utilizan el soborno como una de sus armas predilectas

El soborno, el arma predilecta de la clase dominante

Autor: Marian Martinez

Por Luis Mesina

Hasta hace poco la elite chilena se pavoneaba de ser íntegra, recta, honrada. Era frecuente escuchar las monsergas de personajes políticos y empresariales que presumían de una ética intachable, las mismas que utilizaban para denostar, en particular a nuestros vecinos, a quien la prensa chilena, funcional a los intereses de los poderosos del país, no reparaba en denunciar los actos de corrupción, en que funcionarios de la política argentina caían frecuentemente.

Fue tal la arrogancia, que algunos osaron decir que el vecindario nos hacía daño, otros, más temerarios, que éramos el “jaguar latinoamericano” en alusión a los tigres del sudeste asiático. En realidad, la primera década post dictadura, la alusión a esta metáfora buscaba resaltar el éxito económico como un activo exclusivo de nuestro país, por encima del resto de la región, tenía como objetivo convencer hacia el interior de que era el mejor camino elegido para convertir a Chile en un país desarrollado. Para el exterior, formaba parte de una estrategia propagandística, algo así como relaciones públicas permanentes, de forma tal, convencer a los inversionistas extranjeros que Chile era un país donde el capital tendría asegurado el éxito debido a la certeza jurídica que daba la institucionalidad heredada de la dictadura y consolidada en la primera década de transición democrática.

Fue un período donde la “paz social” se vendía como garantía al inversionista foráneo y estaba definida por la falta de protesta social. Algo, que ocultaba lo que tras bambalinas se comenzaba a fraguar producto de la desigualdad, que aumentaba en la misma proporción que aumentaba la concentración de la riqueza como en ningún otro país de América Latina.

Estalló en octubre del 2019, cuya radicalidad pareció en un primer momento haría estallar toda la institucionalidad creada y consolidada en las últimas cuatro décadas. Pero no fue así. El poder supo rearmarse, transformarse y, por lo menos hasta hoy, las cosas solo cambian de apariencia, pues en el fondo el modelo chileno continúa sin grandes sobresaltos para sus beneficiarios.

Con el descubrimiento del caso Penta, que condenó a clases de ética a Carlos Delano y Carlos Lavín se abrió una pequeña fisura, que develó como los sectores del gran empresariado utilizan el soborno como una de sus armas predilectas para corromper el aparato público y aumentar sus fortunas, que vale la pena reiterarlo, son todas fruto del delito. Se confirma esto con las recientes declaraciones del abogado Luis Hermosilla, calificado como uno de los más importantes de la plaza -no precisamente por su capacidad jurídica o, porque sea un brillante intelectual del derecho-, sino porque la “pandilla” corrupta de la que forma parte se ha encargado de elevarlo a esa categoría.

La gravedad de los audios revelados permite conocer cual es el nivel de corrupción existente en el país. Ayuda a dimensionar, cuando se habla de miles de millones de pesos, lo que deja de percibir el Estado por concepto de tributos y reafirma que muchos de los sectores catalogados como grandes empresarios no son más que una banda de delincuentes de cuello y corbata, concertados para burlar la justicia y granjearse suculentos dineros mal habidos.

Y cuando de impunidad se trata, la ciudadanía atónita, perpleja, estupefacta deja de creer en la justicia, pues lo que observa es la impunidad.

Este abogado corrupto, Luis Hermosilla, es socio de Andrés Chadwick Piñera, miembro de la UDI y hermano de María Teresa Chadwick Piñera, que fuera militante del Mapu y del PS, actualmente es la esposa de José Antonio Viera Gallo, también ex Mapu y hoy miembro del Partido Socialista, esta semana fue designado por Gabriel Boric, embajador de la República Argentina.

Como en la cosa nostra, todo queda en familia, es de esperar que en este caso salga a la luz toda la podredumbre y triunfe la justicia por sobre la impunidad.


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