El último traguito… el del estribo

En marzo del año pasado servidor se rajó con una parida en la que advertía que algunos remedios para la crisis financiera planetaria podían matar al paciente


Autor: Director

En marzo del año pasado servidor se rajó con una parida en la que advertía que algunos remedios para la crisis financiera planetaria podían matar al paciente.

Henos precisamente ahí.

El periodista yanqui Michael Kinsley estima que medidas destinadas a ayudar a los consumidores estadounidenses es un remedio peor que la enfermedad, y afirma que la sociedad yanqui está enferma de consumir más de lo que debe o puede, a crédito.

En estos días cada hogar de los EEUU debe, en promedio, más de 120% de su ingreso anual. Algo similar ocurre con los hogares ingleses, españoles, suecos.

Kinsley lo llama el método “hair of the dog”, que consiste mayormente en curar una resaca o “caña mala” con otro trago: darle más trago a un alcohólico debiese transformarlo en abstemio…

No hace mucho Andrés Velasco se vanagloriaba de su segundo plan de reactivación económica asegurando: “no se trata de gasto sino de crédito” (sic). La copia feliz del edén imita, copia, remeda, intenta acercarse a las plusmarcas mundiales usando la táctica conocida como “de atrás pica el indio”.

El extravagante crecimiento del crédito hipotecario y al consumo proviene de una injusta distribución del ingreso, de la concentración en pocas manos de la riqueza producida con el esfuerzo y el trabajo de todos, que obliga al currante a endeudarse para consumir lo que él mismo y sus semejantes producen.

En vez de considerar seriamente la posibilidad de distribuir la torta en modo más justo, el capitalismo  transformó la insolvencia en otra “oportunidad de negocio”. Así nació a principios del siglo pasado en los EEUU la industria del crédito que hoy es responsable de la crisis mundial.

La prensa financiera francesa exulta: “Ropa, teléfono celular, muebles, restaurantes… las tentaciones de hacerse a sí mismo un regalito son numerosas”.

Y da consejos: “Para evitar que la cuenta bancaria llegue a números rojos,  la tentación más grande reside en pedir un crédito en el comercio, o a una institución financiera, e incluso en su propio banco. En el 2008, casi el 25% de los créditos al consumo fueron de tipo renovable (o “revolving”), a tasas de un 15% e incluso de un 20% (un tercio de los créditos fue acordada a tasas superiores al 19%)”.

Es un error. Tener un sobregiro puede ser más conveniente. Porque el sobregiro tiene tasas de interés que oscilan entre un 11 y un 14%, “o sea un tercio menos que el crédito ‘revolving’”.

Poco importa que la tasa directriz del Banco central Europeo haya bajado a una tasa inédita desde el nacimiento del Euro: un 1,25% anual.

Lo importante es relanzar la máquina económica endeudando aun más a los hogares sobre endeudados, con tasas de interés usureras, haciéndole pagar la crisis a sus víctimas.

Jacques Attali, poco sospechoso de enemistad con el mundo financiero, dice: “(…) Todo ello anuncia la acumulación de nuevas nubes en el horizonte, porque se emplea para resolver la crisis las mismas armas que la crearon. (…) Es como si los alcohólicos anónimos, felices de sus resoluciones, decidiesen, al salir de la reunión, tomarse un último trago. El del estribo”.

¡Salud!

Por Luis CASADO


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