Elecciones municipales y la política-espectáculo

La desconexión de las instituciones del Estado con la ciudadanía y viceversa ha calado hondo gracias al modelo de sociedad neoliberal imperante. Sin embargo, estamos ante un momento histórico para recuperar la política cómo instrumento para pensar y construir en sociedad.

Elecciones municipales y la política-espectáculo

Autor: Leonardo Buitrago

Tras la acumulación de descontento social e irrupción del estallido del 18 de octubre, la institucionalidad política, incluidos los partidos y movimientos políticos, se encuentran en una situación de permanente interpelación. La desconexión de las instituciones del Estado con la ciudadanía y viceversa ha calado hondo gracias al modelo de sociedad neoliberal imperante. Sin embargo, estamos ante un momento histórico para recuperar la política como instrumento para pensar y construir en sociedad.

Este camino no ha sido fácil, el resabio de las viejas formas de hacer política aún permea la sociedad y de paso todas las instituciones del Estado, dificultando una nueva articulación entre la gente y las instituciones políticas. La política-espectáculo es una de ellas, la cual se explica por la sobre explotación del marketing a través de las imágenes de los personajes políticos/as, invisibilizando la disputa de intereses y relaciones de poder existentes en la sociedad. Su expresión más nítida la podemos ver en las campañas electorales municipales.

Según Jurgen Habermas, estamos ante una “refeudalización de la esfera pública”, pues se transforma la política en un espectáculo en el que los líderes y los partidos travisten las genuinas intenciones privadas con ropajes de interés público. Además, considerando la tesis del sociólogo Goffman, se ha teatralizado la política mediante la escenificación de “actores” políticos cómo personajes. Su objetivo es adaptar su comportamiento al escenario, intentando proyectar una imagen que sea compatible con su público.

La democracia se reduce a la capacidad de capturar audiencias. Se explota la imagen electoral del/a candidato/a transmitida por los medios, generando una cercanía directa con la gente en reemplazo de la relación entre votantes y partidos/proyectos políticos.  Así se despolitiza la política, pues ahora “las estrategias de candidatos se basan en la elaboración de imprecisas imágenes con las que, sobre todo, presentan la personalidad de sus dirigentes” (Manin, 1998).

Los candidato/as se convierten en narradores periodistas en medios de comunicación y digitales para fortalecer su imagen mediática. Crean consignas, bailan, cantan o bien se victimizan para acercarse emocionalmente a la audiencia. Generan instancias de caridad para mostrarse empáticos y cercanos a la gente. Y peor aún, casi no se posicionan políticamente en torno a debates de proyectos o modelos de sociedad. Como decía la banda de rock Los Prisioneros, estos candidatos/as “no bailan con los que sobran”, ya que “nunca quedan mal con nadie”.

Hoy ya toca hablar de proyectos y dejar la “centralidad” de la imagen y el marketing. Estamos en frente a un proceso de cambio histórico como país, sin ir más lejos, las elecciones por una nueva constitución están a la vuelta de la esquina, no obstante, recuperar la política no sólo depende de dicho proceso, también se hace urgente castigar “la política espectáculo” y abrir espacio para la real disputa de intereses políticos, sociales, económicos y culturales.

Por Daniel Manzano Méndez, sociólogo; máster en Análisis Político; doctorante en Ciencias Sociales, UdeChile.

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