Desde que se promulgó la Constitución Política de la República de 1980, nuestro ordenamiento mantenía como un concepto importante la llamada “Seguridad Nacional”. Este concepto, muy vagamente definido, desapareció en la rechazada propuesta de Constitución emanada de la Convención Constitucional. Si bien su propia indefinición implicaba una serie de problemas importantes a tener en cuenta, como el hecho de que ésta podía ser definida de manera muy general o según los intereses de quien tuviera el poder o se viera obligado a tomar decisiones con respecto a la seguridad y/o defensa del país, su desaparición sin reemplazo aparente tampoco soluciona los problemas que sus detractores han manifestado[1].
Por otro lado, se suele asimilar sin mayor profundidad analítica, el concepto de Seguridad Nacional al de la “Doctrina de Seguridad Nacional” de la guerra fría, como si el concepto fuera estático, ahistórico, y estuviera anclada en una definición coyuntural a perpetuidad. Por lo demás esta misma posición ignora que “Seguridad Nacional” es un concepto ampliamente utilizado en el mundo, por países que van desde Estados Unidos hasta Australia, Francia y España[2]con definiciones particulares según las discusiones y acuerdos que cada país lleva (o no) adelante[3].
Así las cosas, creo que es necesario que Chile deje de evitar la discusión sobre qué implica nuestra Seguridad Nacional y pase a definirla de manera concreta, ojalá a nivel constitucional. Esta claridad conceptual podrá sentar bases firmes para una Política y una Estrategia de Seguridad Nacional que de coherencia y orientación a nuestras políticas de Seguridad Exterior, Interior y a nuestras Relaciones Exteriores con sus debidas estrategias sectoriales. Pero además, esta discusión nos abre la puerta a la generación de una muy necesaria arquitectura de seguridad nacional, que pueda materializar la conducción política de la materia al más alto nivel del Estado, y así garantizar un funcionamiento adecuado de las diferentes partes e instituciones que debieran construir nuestra seguridad.
Sólo enfrentar el tema de manera seria, con visión de país y de Estado, nos permitirá avanzar sin cortoplacismos ni improvisaciones. Eliminar un concepto utilizado mundialmente porque no nos gusta por razones superficiales, es igual o más negativo para la seguridad del país que dejarlo sin definición y al arbitrio de la coyuntura. Chile necesita mucho más para enfrentar sus retos.
Por Diego Ramírez Sánchez
Licenciado en Historia, estudiante ANEPE en Licenciatura en Seguridad y Defensa, Diplomado en Estudios Estratégicos y en Métodos y Técnicas de Análisis en Seguridad Internacional, integrante del Grupo de Estudios en Seguridad, Defensa y Relaciones Internacionales (GESDRI).
[1]Como por ejemplo las que enarbola el grupo GADFA, ligado a la ex Concertación y al Partido Socialista http://www.gadfa.cl/declaraciones-documentos/la-defensa-las-ffaa-y-la-constitucion.html
[2] Athenalab editó un documento de trabajo que demuestra su amplio uso académico y político en occidente (OTAN y OCDE), https://athenalab.org/wp-content/uploads/2022/09/D8-Seguridad-Chile.pdf
[3]Por ejemplo, adjunto la definición española, presente en su Ley de Seguridad Nacional, https://www.boe.es/boe/dias/2015/09/29/pdfs/BOE-A-2015-10389.pdf