En fuga

Resulta difícil ver a Anaya como una víctima de persecución política después del poder, la influencia, las acciones y la impunidad de la que gozó en dos administraciones

En fuga

Autor: Onel Ortiz

@onelortiz

Saúl Huerta se entregó, Mauricio Toledo huyó a Chile, Ricardo Anaya, anunció en redes sociales su salida del país. Oficial, la temporada de fugas 2021 inició formalmente. ¿Quiénes más pondrán pies en polvorosa? ¿Roberto Gil? ¿Ernesto Cordero? ¿David Penchyna? ¿Francisco García Cabeza de Vaca? ¿Francisco Domínguez? ¿Luis Videgaray? ¿Enrique Peña Nieto? La lista es larga, las apuestas abiertas. ¿Acción de la justicia o venganza? ¿Quiénes enfrentarán sus acusaciones en territorio nacional? ¿Quiénes salieron, saldrán o se mantendrán fuera del país mientras pasa la tormenta? La hoguera de las especulaciones se atiza con leña verde. Recuérdese: los pecados llevan al infierno, los delitos a la cárcel.

Ricardo Anaya es inocente de los delitos que lo acusan hasta que la Fiscalía General de la República muestre lo contrario y un juez dicte sentencia.

Resulta difícil ver a Anaya como una víctima de persecución política después del poder, la influencia, las acciones y la impunidad de la que gozó en dos administraciones. Hechos: los panistas fueron los primeros en acusarlo y después los priístas. Emilio Lozoya, el testigo colaborador estrella (o estrellado) de la Fiscalía, fue quien lo involucró en los sobornos a legisladores para aprobar la reforma energética de Peña Nieto. Si las acusaciones de la Fiscalía están sustentadas será un paso importante a favor de la justicia, si es un encargo o un “petardo”, como dicen los taurinos cuando un torero hace el ridículo, Gertz Manero no podría seguir al frente de la Fiscalía.

Ricardo Anaya sabe poco de los procesos históricos y circunstancias que llevaron a Benito Juárez y a Francisco I. Madero a salir del país. No le vendría mal incorporar a un historiador en su equipo. De lo que si sabe Anaya es de demagogia y de traiciones, si no que le pregunten a Felipe Calderón y al propio Enrique Peña Nieto. No se si Anaya será culpable de los delitos que dice la Fiscalía, lo seguro es que con demagogia se apropió del PAN, lo dividió y lo llevó a la derrota en 2018.

El video de Anaya es el primer promocional de su precampaña a la presidencia 2024. Es una jugada que intenta ser de tres bandas, como lo hacen los maestros o los vagos del billar. En la primera banda, colocarse en el centro de la opinión pública, como ya lo logró. Sus videos y mensajes eran material de “memes” no de un movimiento social o político. Segunda banda, ser el adelantado al resto de precandidatos del PAN y del PRI en las preferencias electorales rumbo a la sucesión, y la tercera banda, la más fina e importante, engancharse en un pleito con el Presidente que le permita victimizarse e inhibir la acción de la justicia.

El Presidente tiene derecho a expresar su opinión de cualquier tema, más aún cuando se le alude, pero no cuando está claro que es una provocación. Hay momentos en que la prudencia y la mesura son importantes. Que necesidad tiene el Presidente de protagonizar cada tema de la agenda nacional. En un jefe de Estado son importante sus palabras, pero más sus silencios. Como dicen las señoras: en una boda no se puede ser el novio, la novia, el padre, la madre, el padrino y el sacerdote, al mismo tiempo. Eso opino yo, ¿usted que piensa?


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