Si bien es cierto que no tenemos mayor información de quienes son los miembros del “enjambre vandálico de niños bichos”, podemos suponer a priori que pertenecen a alguna corriente del anarquismo primitivista, sin embargo esto no es de real importancia en estos momentos.
El punto crucial de esta columna de opinión, es preguntarse si los actos ocurridos en las últimas horas logran algún objetivo real.
El problema de cuándo es válido actuar, ha recorrido a todos los grupos de izquierdas (señaló de izquierdas en un sentido de intención de organizar la revolución o un objetivo de transformación de la sociedad. Sé que más de alguno va a leer esto dirá “pues no somos ni de izquierdas ni de derechas”, pero eso no es más que una apreciación personal producto de la carencia de lineamientos políticos claros, en otro sentido, el difícil panorama de identidad y pertenencia de los grupos políticos en la actualidad.
Recordemos que en los años 60 ya se comenzaba a gestar una crítica a los pilares ortodoxos de las distinciones políticas, sobre todo de las llamadas “nuevas izquierdas” en Europa.), ¿Pero qué esperan o esperaban quienes llevaron a cabo la quema de los vehículos? ¿Hay un objetivo concreto que permita generar una crítica real a la situación actual de la sociedad?, pareciera que no, a pesar de que en el panfleto dejado en el lugar señalaba una serie de tópicos, como el odio hacia los vehículos de toda clase, me imagino que no salieron del lugar precisamente caminando, a menos claro está que los objetivos estuviesen en un perímetro cotidiano, lo cual sería aún más reprochable, ya que ni siquiera podría haber un ápice de distinción con el otro, con los supuestos blancos de las acciones.
Incluso podríamos llegar a pensar que son personas que están en los mismos estratos sociales y que ni siquiera hay algún conato de odio clasista. Y creo que claramente no lo hay, cuando uno de los mensajes no buscaba poner como enemigo a la burguesía, ¿entonces qué fueron estos actos?, pues mero aventurismo.
Volviendo a principio del segundo párrafo, el problema de cuándo es válido actuar siempre ha estado presente, hasta el punto de que no se puede llevar a cabo cualquier acción en cualquier momento, sino que los actos están supeditados a un tiempo específico, en el cual las acción consagran una aceptación dentro de la sociedad o de los grupo más afines.
No va a faltar quien argumente que los actos no conllevan una interpelación a otro y que existen por el mero existir, sin embargo ¿qué sentido tiene una acción sino es llamar la atención de otro, de encontrar a otro que avale o niegue las acciones?, no hay que caer en el principio de que las acciones individuales se explican en sí mismas y que lo demás son sólo interpretaciones, menos cuando detrás de las acciones se busca interpelar a la sociedad y plantear al menos una disyuntiva, un posible cambio.
Mao en este ámbito fue claro al igual que Lenin (no entraré en las discusiones que se generó entre la izquierda germana y Lenin), Mao señaló que si se quiere pasar a la ofensiva cuando aún las masas no están preparadas, dígase ni técnica, ni intelectualmente, es aventurismo. Por otro lado si se insiste en conducir a las masas contra su voluntad, inevitablemente se generaría un fracaso, ya que se obligaría a pasar a las masas al lado de la reacción. Por último, si no se avanza cuando las masas lo exigen, esto sería oportunismo de derecha.
Las acciones llevadas a cabo en las últimas horas y sobre todo en los sectores en las cuales tuvieron lugar, pareciera encajar en las nociones del aventurismo, acciones que la población no logra asimilar y que inevitablemente conducirán a que las masas no logren fijar objetivos, si se sigue con la tónica, sólo terminan empujando a las masas a la reacción, ¿y no es esto justamente lo que han hecho estos niños bichos?, no solo esto, han forzado a que las autoridades redoblen las medidas, han empujado lentamente a las masas a la reacción y al Estado a una proto-situación policiaca, claramente esta aún no sea visto, pero nadie nos puede asegurar que no terminemos como Londres, la ciudad con más cámaras de seguridad, donde cada londinense es filmado unas 300 veces al día, bajo el argumento de que es por su propia seguridad.
Si realmente estos “niños” hubieran querido atentar contra un objetivo de real importancia, debieron elegir en primer lugar instituciones o agentes de aquellas, pero claro que esto conlleva a asumir más complejidad en las acciones e incluso visualizarse y los riesgos que conlleva.
Nos encontramos entonces con dos cosas, se eligieron blancos fáciles, gente que no tiene culpa de haber sufrido la quema de sus vehículos (no va a faltar quien crea que en los vehículos había una denotación de propiedad privada, confundiendo la propiedad privada con la propiedad de los trabajadores, ya que los objetivos fueron bienes de trabajadores, en su mayoría, dudo siquiera que se haya quemado un vehículo de algún pequeño empresario. ¡Atacaron a la clase obrera!… aunque ni ella misma se reconozca) y en segundo lugar una hipocresía de la acción, si tuvieron tanto valor para quemar autos, porque no fueron y quemaron cualquier institución que denote lujo, si tienen problemas con la tecnología, pues tienen instituciones dedicadas a aquello, si tienen problema con las fuerzas represivas de la sociedad, pues ataquen a las instituciones represivas de la sociedad, etc., pero no crea que por estar quemando vehículos de los trabajadores, o poniendo bombas en estaciones del metro (no digo que sean ustedes) son actos “antisistémicos” o “revolucionarios”, en especial por la nula distinción entre el objeto y el sujeto agredido, lo único que pueden lograr estas acciones es incorporar la incertidumbre, no saber si A o Z están en el mismo radio de las acciones y por lo tanto promover la reacción y el fortalecimiento de la “sociedad de control”.