Es mucho lo que se juega en estas elecciones

Los movimientos sociales, los sindicatos y el pueblo trabajador no puede votar por alguien que fomenta el odio y la violencia. No se puede caer en la trampa de darle crédito, pues a pesar de que morigeró su discurso, ello no es más que una táctica para ser electo; pero, una vez en el poder, al igual que Trump y Bolsonaro vendrán por los más débiles, por los más sencillos, vendrán por los sindicalistas y por todos los derechos de los y las trabajadoras.

Es mucho lo que se juega en estas elecciones

Autor: El Ciudadano

Por Luis Mesina

Luego de las elecciones del 21 de diciembre la derecha sacó sus garras. Hizo sentir de manera contundente el peso de los resultados. A pesar de ser minoría logra empatar fruto de los desaciertos de la oposición.

Su primer objetivo, la convención constitucional. Se dio a la tarea con más intensidad de desacreditarla por la vía de las fake news o noticias falsas, para lo cual cuenta con aliados importantes, la televisión abierta, una cadena de radios pertenecientes a los grupos empresariales y, al permanente activismo político del Mercurio y La Tercera. Busca deslegitimarla para ir desde ya preparando el escenario para el triunfo del rechazo y así garantizar que la actual constitución espuria del pinochetismo siga vigente por muchos años.

Es ciertamente un peligro que se acrecentaría de ganar Kast, ya que el uso de las instituciones del Estado para ahogar la convención sería potenciado en detrimento de quienes deseamos cambios importantes en el país.

Por ello, las elecciones del próximo 19 no son triviales. Son quizá las más importantes que se celebren después de la dictadura cívico militar. Es mucho lo que está en juego, en primer lugar, la sola idea que se rechace la constitución que proponga la convención implicaría consagrar por la vía democrática la constitución espuria del 80. En segundo lugar, significaría desconocer la tremenda fuerza movilizadora que demandó cambios estructurales después del 18 de octubre, convirtiendo en vano la muerte de hombre y mujeres, la cárcel de jóvenes inocentes sería una bofetada para Fabiola y Gustavo.

Las pensiones, la salud, la educación, la vivienda y el Código de Aguas pasarían al olvido con un triunfo de Kast y, lo más grave, la integridad física y psicológica de sindicalistas, luchadores y activistas sociales correría peligro, pues como ha señalado sin tapujos el propio Kast, convertiría los recintos policiales en lugares para retener a quienes luchan contra la opresión de un sistema desigual, retrotrayéndonos a los peores años de la policía terrorista de Pinochet.

Por ello no es menor quien gane el próximo domingo 19.

Si la derecha sacó sus garras estas semanas, es porque además en el país la oposición en general y la izquierda en particular, no tienen el coraje suficiente para enfrentar, en los distintos espacios en que se encuentran las mentiras y falsedades con las que construyen su accionar político.

Se aceptan como verdades todos los sofismas que la derecha instala en el debate público y, además, se tolera que el marco del debate con esta minoría esté siempre circunscrito a determinados axiomas que son la causa fundamental de la desigualdad social que provocó el estallido en Chile.

En efecto, cuando se plantea avanzar hacia un estado social de derechos, demanda levantada por millones en las calles, se hace inevitable precisar la importancia de una nueva estructura tributaria que haga posible un nuevo Chile, más justo, con garantías y prestaciones sociales garantizadas, ahí, surge el grito de grandes empresarios y de la derecha anunciando el caos. Que la inversión caerá y por tanto no habrá crecimiento y tampoco empleo y, por ende, entraremos en recesión cuestión que termina asustando a quienes pretenden dirigir el estado.

Esta táctica usada por la derecha le ha dado resultados. Hace mas de 40 años que instalaron ese discurso construyendo un país con plenas garantías para el inversionista nacional y extranjero; pero, como contrapartida dejaron en la más absoluta incertidumbre a millones que viven de un salario, así como también a los que sobreviven con pensiones miserables.

Se extrañan políticos y partidos con autoridad y valentía para defender al pueblo. Se añoran aquellos políticos cuya conducta no estaba determinada por el rating de la TV, sino que por lo justo de las iniciativas que levantaban en beneficio de los más pobres del país.

El próximo 19 de diciembre es mucho lo que está en juego. Los movimientos sociales, los sindicatos y el pueblo trabajador no puede votar por alguien que fomenta el odio y la violencia. No se puede caer en la trampa de darle crédito, pues a pesar de que morigeró su discurso, ello no es más que una táctica para ser electo; pero, una vez en el poder, al igual que Trump y Bolsonaro vendrán por los más débiles, por los más sencillos, vendrán por los sindicalistas y por todos los derechos de los y las trabajadoras.

Por eso vota Boric este 19 de diciembre.


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