¿Es necesario un derecho al olvido en Internet?

Desde hace va­rios años ya se dis­cu­te en Eu­ro­pa la po­si­bi­li­dad de ins­tau­rar un nuevo de­re­cho de pro­tec­ción de datos per­so­na­les, de­no­mi­na­do de­re­cho al ol­vi­do, que iría más allá del conjun­to tra­di­cio­nal de de­re­chos ARCO (acceso a los datos personales por parte del titular de los datos

¿Es necesario un derecho al olvido en Internet?

Autor: Leonel Retamal

Desde hace va­rios años ya se dis­cu­te en Eu­ro­pa la po­si­bi­li­dad de ins­tau­rar un nuevo de­re­cho de pro­tec­ción de datos per­so­na­les, de­no­mi­na­do de­re­cho al ol­vi­do, que iría más allá del conjun­to tra­di­cio­nal de de­re­chos ARCO (acceso a los datos personales por parte del titular de los datos. Rectificación o cancelación de datos incorrectos o excesivos y oposición a datos tratados de manera ilegal o sin el consentimiento del afectado).

Vamos por par­tes. ¿Qué se en­tien­de por de­re­cho al ol­vi­do?

Po­dría­mos de­fi­nir el de­re­cho al ol­vi­do como el de­re­cho a pedir el bo­rra­do de datos per­so­na­les que se con­si­de­ran ob­so­le­tos, des­con­tex­tua­li­za­dos o le­si­vos de otros de­re­chos.

Por ejem­plo, si al­guien en su ju­ven­tud co­me­tió al­gu­na lo­cu­ra (una foto osada, por ejem­plo) y en in­ter­net se in­for­ma pro­fu­sa­men­te este hecho, tal vez el de­re­cho al ol­vi­do puede en­tre­gar una he­rra­mien­ta útil al afec­ta­do para que que en un bus­ca­dor de in­ter­net no quede aso­cia­do para siem­pre su nom­bre con esos con­te­ni­dos. Lo mismo apli­ca para otros he­chos que, sien­do cier­tos, pue­dan brin­dar una idea de­ma­sia­do par­cial y erra­da sobre una per­so­na, o que afec­ten des­me­di­da­men­te su es­fe­ra pri­va­da.

En­ton­ces, ¿cuál es el pro­ble­ma?

Sin em­bar­go, la dis­cu­sión sobre el de­re­cho al ol­vi­do ha sido de nu­me­ro­sas po­lé­mi­cas. A par­tir de un nom­bre casi poé­ti­co, se abren muchas in­te­rro­gan­tes sobre su al­can­ce y si sería so­la­men­te una apli­ca­ción con­cre­ta de los de­re­chos ARCO, junto al prin­ci­pio de finalidad de los datos (significa que los datos personales sean utilizados solamente para los fines que originaron su recolección o de acuerdo al consentimiento del titular de esos datos).

Por ejem­plo, exis­te la ame­na­za de ex­ten­der la in­ter­pre­ta­ción al de­re­cho a pedir el bo­rra­do de cual­quier dato per­so­nal de su ti­tu­lar, cuando no es es­tric­ta­men­te ne­ce­sa­rio o exis­te una ex­cep­ción legal de­ter­mi­na­da que per­mi­ta al­ma­ce­nar o tra­tar los mis­mos.

Tam­bién sur­gen in­te­rro­gan­tes res­pec­to a la po­si­ble co­li­sión de éste con el de­re­cho fun­da­men­tal a la li­ber­tad de ex­pre­sión, pri­vi­le­gian­do de­ter­mi­na­dos con­cep­tos de los de­re­chos de honra y vida pri­va­da antes que la libre di­fu­sión y ac­ce­so a las ideas. Este es, sin lugar a dudas, uno de los as­pec­tos más pro­ble­má­ti­cos del de­re­cho al ol­vi­do, pues­to que jus­ti­fi­cán­do­nos en este de­re­cho es­ta­ría­mos crean­do verdaderos me­ca­nis­mos de cen­su­ra.

Las ne­ce­sa­rias ex­cep­cio­nes

Es por lo mismo que nin­gu­na pro­pues­ta pre­sen­ta­da se re­du­ce a exi­gir el bo­rra­do de con­te­ni­dos sin ex­cep­cio­nes que res­guar­den de­re­chos como la li­ber­tad de ex­pre­sión y de pren­sa, si no más bien tien­den a li­mi­tar este de­re­cho a casos donde real­men­te se es­ti­me ne­ce­sa­rio. De esta ma­ne­ra se pre­ten­de con­tar una le­gis­la­ción que pro­te­ja a las per­so­nas sin que se afec­ten in­tere­ses pú­bli­cos. Sin em­bar­go, di­chos equi­li­brios son di­fí­ci­les de lo­grar cuan­do cues­ta po­ner­se de acuer­do en temas tan bá­si­cos como a quién se le puede opo­ner este de­re­cho.

En ese sen­ti­do, se dis­cu­te res­pec­to a cómo un de­re­cho al ol­vi­do po­dría afec­tar a di­ver­sos in­ter­me­dia­rios en in­ter­net y si este de­re­cho implica la can­ce­la­ción y bo­rra­do del dato so­la­men­te desde la fuen­te ori­gi­nal o si se ex­tien­de a otras fuen­tes que re­pli­can la in­for­ma­ción, in­clu­so a los bus­ca­do­res de in­ter­net, quie­nes de­fi­nen su labor como una tarea neu­tral y téc­ni­ca que so­la­men­te re­fle­ja qué con­te­ni­dos exis­ten en la red, y ale­gan que ins­tau­rar un de­re­cho de estas ca­rac­te­rís­ti­cas li­mi­ta­ría en ex­ce­so su labor y aten­ta­ría con­tra el libre flujo de in­for­ma­ción en in­ter­net. Ahora, cabe con­sig­nar que estos mis­mos in­ter­me­dia­rios sue­len cum­plir di­li­gen­te­men­te con ór­de­nes similares re­la­ti­vas a de­re­chos de autor y otros pro­ble­mas le­ga­les, blo­quean­do di­ver­sos con­te­ni­dos y en­la­ces.

So­lu­cio­nes al­ter­na­ti­vas a un de­re­cho al ol­vi­do

Estas dis­cu­sio­nes tam­bién tie­nen una di­men­sión legal. So­la­men­te cuan­do los datos son ob­so­le­tos o pro­vo­can malos en­ten­di­dos sería ne­ce­sa­rio un de­re­cho es­pe­cial, pues­to que en el resto de los casos las he­rra­mien­tas idó­neas lo cons­ti­tu­yen los de­re­chos ARCO y los remedios le­ga­les para casos de di­fa­ma­ción, in­ju­rias o ca­lum­nias, que ya exis­ten en nues­tro sis­te­ma ju­rí­di­co.

Otra forma de so­lu­cio­nar estos mismo pro­ble­mas po­dría ser acu­dir a me­ca­nis­mos téc­ni­cos, sin obli­gar a los in­ter­me­dia­rios a bo­rrar los datos sino que ha­cien­do uso de di­ver­sos me­ca­nis­mos, como por ejem­plo el su­ge­ri­do por el pro­fe­sor Eduar­do Ber­to­ni a pro­pó­si­to de la res­pon­sa­bi­li­dad de in­ter­me­dia­rios en in­ter­net, con­sis­ten­te en aña­dir una capa de con­te­ni­do que pueda con­te­ner acla­ra­cio­nes o actualizacio­nes de datos que re­sul­ten pro­ble­má­ti­cos a su ti­tu­lar.

Más allá de que una so­lu­ción de este tipo sea tanto o más com­ple­ja que re­gu­lar un de­re­cho al ol­vi­do, es im­por­tan­te tener pre­sen­te que en in­ter­net, mien­tras se ge­ne­ran pro­ble­mas nue­vos, tam­bién exis­te un te­rreno fér­til para so­lu­cio­nes a pro­ble­mas como el de­re­cho a rectificación, que puede ser efec­tua­da en el mismo es­pa­cio donde se pu­bli­có una in­for­ma­ción poco veraz o ses­ga­da, por ejem­plo, en lugar de es­pe­rar por un es­pa­cio en la si­guien­te edi­ción de un dia­rio o re­vis­ta.

¿Vale la pena dis­cu­tir hoy un de­re­cho al ol­vi­do en Chile?

En suma, a jui­cio de quien sus­cri­be, exis­ten he­rra­mien­tas le­ga­les su­fi­cien­tes para en­fren­tar pro­ble­mas aso­cia­dos a lo que se de­no­mi­na como de­re­cho al ol­vi­do, e in­clu­so po­si­bi­li­da­des téc­ni­cas que son dig­nas de ex­plo­rar. Chile cuen­ta con una le­gis­la­ción que re­gu­la diversos de­re­chos re­la­ti­vos a datos per­so­na­les, ade­más de una ley de pren­sa y otras fi­gu­ras le­ga­les que pue­den ser el equi­va­len­te a un de­re­cho al ol­vi­do.

Lo im­por­tan­te hoy en Chile, en­ton­ces, no pasa por in­ven­tar nue­vos de­re­chos, si no por que las per­so­nas sean ca­pa­ces de ejer­cer aquellos de­re­chos que hoy día ya tie­nen. En ese sen­ti­do, la dis­cu­sión del de­re­cho al ol­vi­do – que en Eu­ro­pa ya ge­ne­ra bas­tan­te polémica- en nues­tro país se con­ver­ti­ría en una dis­trac­ción in­ne­ce­sa­ria res­pec­to a lo que está en dis­cu­sión hoy en día: que la ley de datos per­so­na­les que exis­te ac­tual­men­te no es capaz de pro­veer a las per­so­nas de los me­dios para hacer cum­plir de ma­ne­ra efec­ti­va sus de­re­chos.

Es im­por­tan­te en­fo­car­se pri­me­ro en sub­sa­nar los pro­ble­mas de­ri­va­dos de la ac­tual Ley de datos per­so­na­les que, como di­ji­mos anteriormen­te, ha con­ver­ti­do a Chile en un “pue­blo sin ley”.

Por Francisco Vera

Vicepresidente y director de proyectos de ONG Derechos Digitales.

Tomado del sitio web de la Fundación


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