Lo dije y lo repito: si la inmensa mayoría de los economistas y otros irresponsables de la puñeta económica no vio venir la crisis financiera hasta que la tuvieron acaballada en los morros, nadie quiere ser el último en anunciar el fin del cagazo.
La desaceleración de la caída basta para que algún “experto” cacaree la llegada del alba, sin juego de palabras: dije alba, no ALBA. Con razón se dice que el gallo pudiese ser el símbolo de los economistas visto que es el único pájaro que canta incluso cuando tiene la mierda hasta las rodillas.
Husmeando el aire o leyendo en las tripas de un guajolote hay quién le pone fecha a la llegada de la bonanza, momento en que la recesión recesionante recesionará recesionando, dándole paso a un crecimiento pujante y vigoroso: lo desesperante de un economista normalmente constituido es su irreprimible propensión a jugar con las bolas de Cristal, tú ya sabes, Cojonciano Cristal, el boludo.
Los aguafiestas tienden a jugarla en plan más cauto y prudente, como animados por la sabiduría de Yoda, arrugando la frente para acentuar el parecido: “No hay que embalarse: si todos los indicadores muestran desde hace unos meses una notable desaceleración de la recesión, la reactivación económica no está a la orden del día”, aseguró hace unos días el vespertino francés Le Monde.
Nótese que se trata de una “desaceleración de la recesión” y en ningún caso de aumento de la producción, cada cual busca razones de esperar donde puede. Un resultado “menos malo de lo que esperaban los expertos” pasa por ser una buena noticia.
Para muestra un botón: “El banco central estadounidense revisó sus previsiones de crecimiento ligeramente a la alza: (la FED) estima que la contracción de la actividad debiese estar comprendida entre 1% y 1,5% para el año 2009, una cifra más optimista que la que avanzó hace apenas tres meses, cuando predijo una caída del PIB de cerca de 2%”.
Este enrevesado lenguaje hace pasar por un “alza” del PIB lo que no es sino una caída menos pronunciada. Las cifras se pasean dentro de los márgenes de error que seis meses después obligan la FED a corregir la tasa de crecimiento a la baja en uno o dos puntos.
El 6 de agosto pasado Jean-Claude Trichet, presidente del banco central europeo, se rajó con sus propias previsiones: “Los datos e informes recientemente dados a conocer sugieren que la actividad económica continuará siendo débil en lo que queda del año, aun cuando el ritmo de la contracción está claramente desacelerándose”.
Hasta ahí, tú mismo. O cualquier chanta que comenta la economía como las pelotas, el futbol digo, no me mal interpretes. No hace falta ser presidente del BCE para decir banalidades tan banales.
Solo que Trichet precisó lo que sigue: “Esta evaluación tiene en cuenta los efectos adversos que llegan con retraso como una mayor deterioración del mercado del trabajo que muy probablemente se producirá en los meses venideros”.
No sé si te das cuenta: “Todo va muy bien Señora Marquesa, aparte que se incendió el castillo, los bomberos arruinaron el jardín, se murió el gato, y ya puestos a contar desgracias, falleció el Señor Marqués”.
Para un economista basta con que suban los índices bursátiles que fatalmente caerán dos o tres días más tarde y a quién coños le importa, la Bolsa y la economía real na’ que ver, a menos que asimiles la economía a la especulación y al uso de información privilegiada.
Trichet es algo asopado, de acuerdo, pero en nombre del BCE solo puede declarar lo que acuerda el Consejo. De ahí que las declaraciones de principios de agosto terminen por contar la firme: “A juicio del Consejo del BCE la incertidumbre sigue siendo muy alta y tenemos que estar preparados para continuar recibiendo datos de gran volatilidad”.
Volatilidad. Si en economía “Volatilidad” se define como la mutabilidad o variación de un índice con gran amplitud con respecto a la media, o dicho en otras palabras “no tenemos la más pijotera idea”, en química su significado resulta muy ilustrativo del comportamiento de Andrés Velasco: facilidad de una sustancia para pasar al estado gaseoso.
Dígolo porque no más tarde que esta mañana Velasco contaba chascarros en la TV, frente a un areópago de bravos beocios incapaces de contradecirlo, y mientras más imbecilidades decía, más se inflaba: “La crisis comienza a declinar, porque el mundo que cayó se estabiliza, ese mundo que nos compra lo que producimos, que es aquello de lo que vivimos”.
De lo que resulta que la culpa de la crisis la tienen los demás, y que este país vive de lo que vende afuera. Junto al gran descubrimiento de Camilo Escalona, -el fondo mundial anti-cíclico-, este debe ser el mayor avance científico en materia económica de lo que va de siglo XXI. No te sorprendas si a Velasco le dan el Premio Nobel o si se lo llevan los rusos.
Esto se acaba señores, esto se va a acabar…
Por Luis Casado