La creación impulsada en una exclusiva red de una decena de salas y unas pocas comunas. La cartelera oficial anuncia siempre las mismas locaciones. Necesitamos crear la red del 80% comunitaria. Nosotros también queremos fondos y políticas para crear.
En la senda del perdedor. No somos los ganadores. Somos los artistas inferiores. Somos los que defendemos la libertad de creación del 80% de los creativos. Somos los anormales que perseveramos el derecho de todos a crear. Somos los vichos raros que protegeríamos al creativo contrario. Somos los garantes del gremio en todo su conjunto. Somos los creadores de la AUTOGESTION. Somos los que estamos luchando por democratizar la gestión cultural. Somos nosotros los que necesitamos un Ministerio de Cultura. Somos nosotros los que nos esforzamos en gestar un encuentro nacional de CULTURA VIVA para levantar un documento proponiendo nuevas políticas culturales que nos protejan. Somos los que lograremos que los recursos les lleguen a todos. Somos nosotros los que queremos incidir. Somos los que insistimos en el mismo derecho a crear. Somos los perdedores los que lo debemos lograr. Los ganadores, ningún brillo.
Mientras los chicos ganadores de la élite cultural juegan a la creación con los fondos concursables asegurados. Nosotros debemos organizarnos en reuniones planificando un gran encuentro de gestores culturales independientes y comunitarios para incidir en el nuevo Ministerio de Cultura para que nos reconozcan. Nos visibilicen. Para que entiendan que somos el 80% de los cultores invisibilizados que generamos la cultura sin subvención. Somos nosotros los que por necesidad creatividad tuvimos que generar el concepto de PYMECULTURAL para continuar con nuestra pulsión creativa singular.
Los perdedores no existimos para los ganadores. Aunque los perdedores reunamos el 80% de los animadores culturales y ellos tan solo 20% nos invisibilizan como una escoría cultural. Se hacen los locos. Los desentendidos. Los ganadores no quieren reconocer que son los hijos del sistema impuestos por sus papás. Y hay algunos descarados que aún se atreven a llorar. Dice lloriqueando el niño pequeño burgués
–“Solo me he ganado cinco FONDART. Así no se puede crear. Una injusticia”– Entonces viene el otro egoísta enfurecido y reclama enardecido –“Estoy quebrado. No es posible mantener mi escuela de teatro. Cierto, he ganado 300 millones los últimos 15 años, pero eso no me da para financiera mi escuela. Estoy quebrado”– CTM. Esto es una burla de mal gusto para todo el 80% de los perdedores que no se lo han ganado nunca. Ni una chaucha. No quieren ver la devastación cultural que ha generado su egoísmo. Cero criterio cultural.
No vamos enumerar los apellidos de los ganadores. Ya no nos interesa. Son todos los chicos seudo revolucionarios que polulan dentro de las familias políticas. Cada hijo de familia político un ganador. Ya no tiene sentido. Ya se conocen. Todos aquellos que han recibido más de tres FONDART ya están en la obligación ética de dejárselo de ganar, o cuestionarse y defender que los demás se lo ganen. Se trata mas bien de entender que todos aquellos que han sido merecedores en varias ocasiones no hayan defendido a la mayoría que nunca se lo ganaron y se adjudicaron una posesión mesiánica donde aceptaban de sus padres el designio que todos los demás no se lo merecían porque no tenían el carácter para llenar la formulación de las bases concursables. Se dan cuenta, que cuando alguién que ya ha postulado 21 veces o 11 veces al FONDART sin ganárselo y recibe de sus supuestos colegas ganadores la crítica abominable que tal vez no postuló correctamente es una infamia segregacionista. En vez de proteger al gremio lo desarticulan en su propio beneficio. Una actitud neoliberal. Es esto lo que me interesa visualizar. Los nombres ya están dados. Antes me interesaba. Ya no me interesa. Ahora es tiempo de develar el núcleo idiológico que los embriagó en su fanatismo.
Por Nikanor Molinares