En noviembre de 2010, Marcelo Bielsa dirigió por última vez a la selección chilena de fútbol, a ese equipo que generó toda una revolución en la identidad de nuestro balompié, y que nos elevó a la categoría de equipo respetable en el circuito internacional.
El cariño e identificación del ciudadano de a pie que se ganó Bielsa con su trabajo, su filosofía y su actitud, fue tan grande, que en aquel último partido, el estadio lleno terminó coreando su nombre, y parte de la hinchada oficial (denominada “marea roja”) extendió una gigante bandera chilena en el césped del estadio, con el mensaje “Don Marcelo Bielsa, Chile le agradece”, que luego le entregaron, como gesto máximo de agradecimiento por lo que se consideró que aportó durante su estadía en Chile.
De ahí en más, parte de la hinchada del fútbol se declara como “viudo de Bielsa”, anhelando su intachable conducta, su legado y su presencia. Mas, la pelota debió seguir rodando, y llegamos a tener a un técnico con características similares, Jorge Sampaoli, un reconocido admirador y seguidor -al menos en sus comienzos- de la filosofía de Bielsa.
De todos modos, esa identificación no duró mucho tiempo, ya que Sampaoli demostró ser un hombre mucho más práctico y pragmático, cuyo norte final era obtener resultados, más allá de mantenerse fiel a una ética o a una visión del fútbol que se entiende como una extensión de una visión de vida. Y así, fue capaz de hacer publicidad para algunas instituciones bancarias, y obtener réditos y ganancias más allá de su papel como entrenador, y lucrando con su imagen pública. Incluso, en algún momento se declaró más cercano a la escuela de Pep Guardiola, en lo que a dinámica y tácticas a poner en práctica en la cancha.
Estas diferencias saltan a la vista ahora, que se han generado una serie de vendavales en la administración del fútbol (escándalos, para decirlo más de frente), se vienen nuevas elecciones de presidente, y lo más probable es que se desvincule de su cargo, aduciendo falta de afinidad con la nueva administración, y en busca de nuevos horizontes y mejores ofertas, que siempre están comentándose en diferentes medios de prensa.
Todos tenemos el derecho de hallar el triunfo como mejor nos parezca, no hay una ética mejor que otra, pero las diferencias saltan a la vista. Lo que hay que preguntarse es qué es lo que cada cual, como hincha o fanático del fútbol, prefiere ver reflejado en su selección nacional; definir si el triunfo es lo único que importa, o si es el camino en busca del triunfo lo que nos forja como personas íntegras. El camino o la meta.
Han pasado cinco años y todavía hay personas que recuerdan y extrañan la figura de Marcelo Bielsa a cargo de la selección, y a la luz de los hechos que podrían producirse, existe la posibilidad de que regrese. Lejana y sólo en teoría, de momento, pero está.
Son innegables los méritos y los éxitos que ha cosechado Sampaoli dirigiendo al equipo de todos; en el Mundial de Brasil 2014 se eliminó al campeón vigente con autoridad, y se ganó el primer torneo internacional a nivel adulto en más de 100 años de historia, pero vale la pregunta ¿está tan arraigado en la gente como su antecesor? ¿habrá bandera de despedida esta vez? Dependerá de lo que sigamos enterándonos sobre lo que fue su relación laboral y el trato con Sergio Jadue, y las decisiones que cada cual tenga que tomar.