El abuso es demasiado. Cuando los pocos funcionarios de la Salud que se pudieron mantener en la Caja de Empleados Públicos están recibiendo en promedio el 92,5% de su sueldo como jubilación, vemos que quienes fueron obligados a cambiarse al sistema de Administración de Fondos de Pensiones (AFP), desde principios de la década de 1980, solamente perciben el 23% de su último salario.
Así es, el sistema de AFP no fue creado para entregar pensiones dignas a las y los trabajadores de Chile. Lo impusieron a la fuerza para salvar a los bancos privados, que estaban quebrando debido a la crisis económica que se vivía en ese momento. Desde ese día, lo que se supone que ahorramos para nuestra vejez, solo ha servido para que los más ricos jueguen con nuestros recursos sin pedir permiso, invirtiendo nuestro dinero en sus negocios, comprando acciones en el extranjero, instalando directores en las grandes empresas y decidiendo el curso de las leyes que nos rigen a través de la corrupción.
Como si esto fuera poco, los mismos uniformados que impusieron el modelo de AFP, se mantuvieron al margen conservando las cajas de previsión, como CAPREDENA y DIPRECA, para asegurarse jubilaciones que hoy nos horrorizan por la vergonzosa diferencia con quienes han entregado una vida de trabajo en favor de los chilenos, como somos los funcionarios de la Salud. No son solo algunos civiles que han aprovechado sus contactos políticos para asegurarse pensiones de entre 2 y 6 millones de pesos, los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Orden en su mayoría han hecho usufructo de este sistema a expensas de todos los chilenos y chilenas.
Es aberrante además, que aquellos que tienen las manos manchadas con sangre de trabajadores, cobren una pensión por su grado militar y otra por “estrés post traumático de guerra”, como si haber secuestrado, torturado, violado, asesinado y hecho desaparecer personas les hubiese causado un mal irreparable. De hecho, hemos podido ver cómo, condenados por violaciones a los derechos humanos, siguen recibiendo esta doble pensión, y hasta el hijo del dictador cobra una desde 1979, sumando más de 400 millones de pesos que, a la fecha, ha gastado el Estado de Chile, es decir todos quienes pagamos impuestos, en mantener a un ladrón.
Por lo mismo, es más necesario que nunca, que las organizaciones sindicales vayan dejando atrás los lastres que impiden su lucha, haciendo a un lado a aquellos que creen que ser dirigente sirve para arreglarse el sueldo y usufructuar del cargo, para avanzar en la unidad de la clase trabajadora, la única que con su fuerza puede transformar profundamente la injusta sociedad que nos han impuesto.
Seguiremos apoyando todas las movilizaciones que llaman a terminar con el robo de las AFP y hacemos un llamado, a todos los trabajadores de la Salud, a sumarse en cada lugar donde viven y laboran. Desde la CONFENATS, en especial, apostamos porque los fondos de los trabajadores de la Salud vuelvan a ser parte de la Caja de Empleados Públicos, donde se aseguró por muchos años que las y los pensionados tuvieran jubilaciones justas, construyendo un fondo solidario que, además, apoyaba otras iniciativas en beneficio de todos.
Unidad y lucha siempre ha sido la fórmula con que las mayorías, los trabajadores y el pueblo, han logrado avanzar en sus conquistas. Ese es el camino.
*Presidente Confederación Nacional de Trabajadores de la Salud
CONFENATS