Algunos, los más “políticos” se quejan de que la gente no es capaz de hacer lo mismo por el alza del pan, o por la educación y la salud. Que de seguro todos esos pelafustanes hippientos, son unos universitarios snob sin verdadera conciencia de clase. Que no tienen idea lo que es la lucha y el hambre, menos el Golpe, y la verdadera represión.
Que la revolución twitterilla es apenas la sombre de lo que fue Mayo del ’68, y aunque estemos en el mismo mes, jamás correrán por nuestras venas cibernéticas el verdadero fuego de quienes quisieron un país mejor. Yo les digo que aunque todo eso pueda tener cierta, apenitas, un poquito de razón, no se puede aguantar algo así, a pesar de esos algunos.
La Tierra no tiene forma de defenderse, so pena de los tremendos telúricos y las bocanadas de mar que arrastran la “obra humana”. Los animales, la misma cosa. Y eso de que “la ecología es el nuevo opio del pueblo”, según Slavoj Zizek, sí, lo admito, pero por lo menos es mejor opio que el fútbol. Es como comparar el copete con el ácido. No hay dónde perderse.
Y si nos ponemos a la lata con los medios de producción, y la tendencia de meterse en el bolsillo el medioambiente por el “progreso de la sociedad”, también tendríamos que estar enchuchados como para salir a la calle. No por la inundación de Llanada Grande y la requete hermosa flora y fauna patagona que desaparecerá del mapa nacional, sino porque la “energía” de los españoles y la clase política chilena va directo a ser utilizada en la minería.
La minería, esa que nos fue arrebatada poco a poco, la que tiene un royalty miserable, esa que beneficia el enemigo interno que por más modernizado que esté, seguirá siendo una trampa para los más débiles. La minería, esa que contamina el norte, la que carece de condiciones laborales básicas. La minería, actividad históricamente usurpada por el gran capital.
Sin energía no hay minería, y por eso tanto proyecto, tanta inundación, tanta acción de Endesa y Colbún, siendo gravitante para la estabilidad de los mercados.
Obvio que es un asunto país, cuando el país en que vivimos es una empresa que pone a buen resguardo sus utilidades.
Hemos visto cómo la región de Aysén ha sido asolada con proyectos que sólo benefician a un par de tipejos que chorrean, un poco, a los referentes de opinión, y a los honorables, para que la cosa vaya viento en popa.
El epic fail de las salmoneras, con su virus Isa, su cadena de producción del terror, su muerte de especies nativas, y la llegada de la corrupción, eso que al Seremi de Salud lo hizo abstenerse de votar a favor de Hidroaysén. El puterío, y su enfermedad venérea que arrebata la pureza del paisaje y del corazón del hombre pueblerino.
Por eso no es un tema “ecológico”. O no exclusivamente, y en buena hora. Se los dice una fanática de “Ballenas” de “La Manos de Filippi”.
Es nada más tener clarísimo, como el agua que fluye arrebatada por los caudales de la Patagonia, que nos quieren robar hasta la última gota de dignidad, hasta la última gota de sentido común, hasta la última gota de respeto por nosotros mismos, los habitantes de Chile.
Por Karen Hermosilla Tobar
El Ciudadano Nº102, segunda quincena mayo 2011