Algunos tendrás sus razones muy discutibles por cierto, para sostener que hay que dejar que el incendio queme todo, el fuego considerado como un elemento purificador, de las cenizas se puede también renacer como el ave aquella, que de tanto, y tanto ejemplo sirve siempre.
En la ciudad de Valencia, España, una vez por año se celebran las “Fallas”, fiesta tradicional en la cual se queman unas enormes figuras de cartón, muy bien elaboradas y construidas por grupos de personas y amigos que representan alguna actividad humana, una mala cosecha, políticos corruptos, personaje públicos mal evaluados, o futbolistas que han perdido un penal en el último minuto, algo que amerite ser mostrado por malo para luego prenderle fuego, en un espectáculo al que asisten miles de personas. Pero no todo son llamas y humo, una de esas figuras que se salva del fuego. Un grupo de valencianos se reúnen, discuten y deciden dejarla, porque así lo manda la tradición… esto sucede todos los años.
En esta segunda vuelta, frente a la disyuntiva menos esperada, precaria, ni menos deseaba, los responsables de haber construido esta alternativa gozan de buena salud, y viven de fondos fiscales, pero hay un enorme sector social que no, con el cual hay deudas históricas y la imperiosa urgencia de mejorar sus condiciones de vida. Hay un país que debe volver a recuperar su dignidad, sus riquezas básicas.
Piñera, candidato que sostiene que no reprocha nada del pinochetismo, y que no tiene problemas para incluirlos en su gabinete si llega a ganar las elecciones. Esto significa que es posible volver a ver masivamente en la política, en ministerios y diplomacia a ex personeros que fueron parte activa de la dictadura de las Fuerzas Armadas, algunos aún están presentes en el Congreso Nacional, pero una cosa es ver a Cardemil como diputado, a Jovino Novoa como senador, y otra muy distinta a Francisco Javier Cuadra de Embajador en Francia, y a Sergio Diez… en Naciones Unidas.
Esto puede que para algunos sea un detalle, algo sin importancia, un costo a pagar, la opinión de un asustado. Se dice: los dos candidatos son casi lo mismo, los dos han respetado la institucionalidad de la dictadura, se mantiene el sistema binominal, que se vayan los de la Concertación…suma y sigue.
Hay que asumir esta tragedia griega, todos deben hacerlo, alguna cuota de responsabilidad personal existe, están los culpables directos, los mayores, los que mandan y están los adictos, los que acatan por beneficio personal la pesada carga de las justificaciones. Están también los que se acordaron hace algunos meses de sostener proyectos, de construir alternativas… y claro, algunos indispensables.
Si la derecha gana y llega a La Moneda están volviendo a su casa dirán algunos, y el listado de cuentas a pasar por lo mal que se han hecho las cosas en veinte años de Concertación, se hace enorme.
Pero hay que salvar algunos muebles en este incendio…
Los acuerdos, conversaciones, pactos, negociaciones por lo bajo y por alto son posibles, han existido siempre, y seguirán estando allí, lo que sucede es que hay saber negociar y saber cumplir. La acumulación de fuerzas no es una línea recta, ni la marcha a buen ritmo con todos los clásicos bajo el brazo. El purismo en política puede que sea bueno para imagen publicitaria, bajo estado de confesión y debate público, en algún momento, pero en este… NO.
Mucha de la política chilena ha sido posible bajo palabras y acuerdos, y la izquierda los ha respetado. Extraño que no se hable de la buena “muñeca” de Allende en estos tiempos. Las Fuerzas Armadas apuraban el ataque a La Moneda, y pedían rendición absoluta, sin negociación… le tenían miedo.
Sacar a la derecha de La Moneda puede durar muchos años, puede tener un costo muy elevado en millones de chilenos, y eso es sencillamente inaceptable, responsabilidad de todos, desde los más claros y prístinos… hasta los más sencillos.
Y el pinochetismo/Piñera dirá el lunes (pero ya no tendrá ninguna importancia), que para que ellos no ganen tuvieron que juntarse todos, que se hicieron pactos y acuerdos, y que se confabularon los ángeles y demonios… y así no más debe ser.
Por Juan Pablo Varas