Helmut Frenz murió en Alemania el lunes 12 de septiembre recién pasado. Estaba enfermo y acompañado sólo de su familia.
Helmut Frenz era pastor de la Iglesia Luterana y vivía en un apacible pueblo de su país. Pero él era un auténtico discípulo de Cristo y no podía vivir tranquilo mientras millones de sus hermanos del Tercer Mundo padecían “hambre y sed de justicia” y también hambre de pan. Entonces, viajó a Chile. Su Iglesia lo destinó a la atención de la comunidad luterana de Concepción. Allí, además, fue capellán de la cárcel de menores, donde comenzó a conocer la vida de los pobres, a quienes jamás abandonó.
Un día llegó a su casa una mujer, madre de un niño al que él había atendido en la cárcel. Ella le pidió el bautismo para otro de sus hijos, porque el párroco católico lo había negado debido a que esta familia habitaba en un campamento de nombre “Lenin”. Helmut Frenz acudió y siguió acompañando a aquellos pobladores “para saber dar al cansado una palabra alentadora”, al decir del profeta Isaías.
Más tarde, Frenz fue nominado obispo de la Iglesia Luterana de Chile, debiéndose trasladar a Santiago. En 1970, los representantes de las Iglesias visitaron al recién electo Presidente de la República, Doctor Salvador Allende. En ese tiempo, Chile era “asilo contra la opresión” y aquí llegaban muchos perseguidos políticos de los países de América Latina que eran regidos por la Ideología de la Seguridad Nacional. El Presidente Allende, con la grandeza de espíritu que lo caracterizaba, pidió a las Iglesias que acogieran a los refugiados políticos mientras se legislaba al respecto. Frenz se abocó a esa labor y fue así como, tras el golpe de Estado de 1973, los extranjeros acudieron a buscar asilo a su casa, pues ya sabían que se trataba de un auténtico cristiano.
Junto a otras Iglesias, Frenz creó el Comité para la Paz en Chile, buscando salvar las vidas de los perseguidos, lo que le valió la expulsión del país en 1975. En Europa continuó su labor solidaria con las víctimas de Pinochet, siendo Presidente de Amnistía Internacional de Alemania, gestionando las denuncias sobre Colonia Dignidad, mientras era pastor de refugiados de Sajonia.
En el año 2003, la Comisión Ética contra la Tortura (CECT-Chile) invitó a Frenz a visitar Chile por primera vez, tras su expulsión. El pastor volvió para quedarse. Es así como Frenz permaneció colaborando con la CECT en seminarios, foros y publicaciones, habiendo sido decisiva su participación en la instauración de la Comisión sobre Prisión Política y Tortura (Comisión Valech), que fuera destinada a establecer verdad, justicia y reparación a los sobrevivientes de tortura bajo la dictadura militar.
A mediados de 2005 formó parte de la Comisión Calificadora de la Fundación Presidente Allende de España. En el 2009 recibió la nacionalidad chilena por gracia y el doctorado Honoris Causa de la Universidad Arcis, todo esto en medio de múltiples actividades de solidaridad con las víctimas de la injusticia, tales como el pueblo mapuche y las personas detenidas en manifestaciones públicas.
Tampoco fueron pocas las decepciones que sufrió Frenz en un Chile renovado por las mezquindades, transacciones y traiciones. Afectado en su salud y en su alma, regresó a Alemania en el 2010. No obstante, siempre fue su deseo que sus cenizas retornaran a Chile, a Villa Grimaldi, para permanecer junto a los pobres y olvidados con quienes está aquel Dios del que fue su fiel discípulo.
Por Hervi Lara B.
Comisión Ética Contra la Tortura (CECT-Chile).
Para El Ciudadano